(Minghui.org) Una mujer de la ciudad de Chifeng, Mongolia Interior, fue encarcelada y torturada durante 14 años por negarse a renunciar a su fe en Falun Dafa.
Falun Dafa es una práctica espiritual y para mejorar la salud que es perseguida en China desde 1999.
La Sra. Li Yufen, de 59 años, fue detenida por primera vez en octubre de 2000 y de nuevo el 10 de julio de 2001. Después de la segunda detención, fue condenada a dos años de trabajos forzados. Su detención y su condena a trabajos forzados causaron mucho estrés y preocupación a sus ancianos padres. Su madre murió mientras ella estaba en el campo de trabajo y su padre murió un año después. Su hijo, que entonces tenía diez años, tuvo que vivir sin su cuidado.
La Sra. Li fue condenada a otros dos años de trabajos forzados después de su detención el 6 de abril de 2006. Su esposo se divorció de ella durante su detención. Cuando fue liberada el 3 de enero de 2008, ya no tenía hogar a donde regresar.
Fue detenida de nuevo el 26 de octubre de 2009 y condenada a cuatro años en la Primera Prisión de Mujeres de Hohhot.
Su última detención fue el 13 de julio de 2014, tras ser denunciada por hablarle a la gente sobre Falun Dafa y la persecución. La policía saqueó su casa sin una orden de registro y no presentó una lista de los artículos confiscados, que incluían sus libros de Falun Dafa, fotos del fundador de Falun Dafa, un computador portátil, un reproductor de audio MP3, un teléfono celular, una motocicleta eléctrica y 700 yuanes en efectivo.
La Sra. Li compareció ante el Tribunal de la Bandera Izquierda de Bairin el 25 de noviembre de 2014 y fue condenada a seis años de prisión. Las autoridades la trasladaron a la Primera Prisión de Mujeres de Hohhot en marzo de 2015 sin notificar a su familia.
Tan pronto llegó a la prisión, las reclusas la desnudaron para registrarla. Le quitaron el acta de acusación y la carta de apelación y nunca se los devolvieron.
Asignaron a la Sra. Li a un equipo especial donde el personal se especializa en torturar a los practicantes de Falun Dafa para que renuncien a su fe. Ella mantuvo su creencia y los guardias hicieron que una reclusa la vigilara las 24 horas del día. No le permitieron salir de su celda a voluntad. Los guardias también la obligaron a ver videos que difamaban a Falun Dafa, y una vez la obligaron a permanecer inmóvil sin moverse durante diez horas.
Con frecuencia, las autoridades penitenciarias reunían a los practicantes de Falun Dafa del equipo especial en una casa grande y trataban de lavarles el cerebro para que abandonaran la práctica.
En julio de 2015, un grupo de policías y antiguos practicantes acudieron a la prisión para ayudar a lavar el cerebro de los practicantes firmes. En octubre, los guardias se dieron cuenta de que la mente de la Sra. Li no flaqueaba, así que la metieron en un taller clandestino de la prisión donde tenía que coser ropa sin descanso, todos los días.
Los guardias no solo obligaron a la Sra. Li a ver videos que difamaban a Falun Dafa, también la obligaron a leer libros de otras religiones. La obligaron a realizar diversos trabajos intensivos. Tres personas que habían practicado Falun Dafa, pero que luego lo dejaron, fueron contratadas por la prisión para llevar a cabo una sesión de lavado de cerebro en 2017.
Las autoridades volvían a meter a la Sra. Li en el equipo especial en repetidas ocasiones para intensificar el lavado de cerebro y las torturas. Cuando estuvo retenida en ese lugar en octubre de 2019, las autoridades llevaron a más oficiales y antiguos practicantes al equipo especial para lavarle el cerebro. Ella permaneció impasible y fue devuelta al pabellón normal. La volvieron a meter en el equipo especial en marzo de 2020 hasta que fue liberada el 12 de julio de 2020.
Debido a que la Sra. Li no renunció a Falun Dafa, las autoridades le negaron las visitas familiares y limitaron las llamadas de su familia. También le limitaron la compra de artículos de primera necesidad.
Cuando fue liberada en julio de 2020, la Oficina de la Seguridad Social de la Bandera de la Izquierda de Bairin le suspendió la pensión y le ordenó que devolviera la que había recibido mientras estaba encarcelada. Sufrió un tremendo estrés financiero y no tenía ningún medio para obtener ingresos.
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