(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1994. Tuve la suerte de participar en las últimas conferencias del Maestro en la ciudad de Guangzhou. Vi al Maestro y un gran Falun en el cielo. Esas escenas están grabadas para siempre en mi corazón y me ayudaron a tener una base sólida de cultivación. Me sentí orgulloso y feliz de convertirme en discípulo del Maestro, y caminé firmemente en mi camino de cultivación.

Fui a Beijing para apelar por Dafa varias veces al comienzo de la persecución. Me arrestaron cada vez, a veces durante un mes y otras veces durante dos meses. Bajo la protección del Maestro, cada vez pude volver a casa con seguridad. Sin el Maestro, no habría podido vivir hasta hoy. Fui testigo de la grandeza del Maestro y del poder de Dafa.

El Maestro salvó nuestro lugar de práctica de ejercicios

Nuestro lugar de práctica de ejercicios estaba dentro de un campus universitario. Cuando se estableció por primera vez, una mañana, un coordinador dijo: "La administración de la escuela nos informó que hoy será la última vez que hagamos los ejercicios aquí. Alegaron que afectaba al ambiente del campus". Los practicantes exclamaron que eso no era razonable. La escuela proporcionaba una sala interior para otro qigong, pero no nos dejaba usar el exterior. A mí también me parecía poco razonable, pero solo era uno de los cinco coordinadores del sitio de práctica de los ejercicios.

Fui el único que consideró que debíamos pedir a la escuela que lo reconsiderara. Los otros cuatro coordinadores consideraron que, puesto que practicábamos "Verdad-Benevolencia-Tolerancia", no debíamos causar problemas a la junta directiva de la escuela. De estos cuatro coordinadores, dos ocupaban altos cargos en la escuela antes de jubilarse, y uno era el médico de la escuela que estaba a punto de jubilarse. Pensé: "Quizá tampoco debería ir a preguntar, ya que solo soy un simple trabajador. Nadie escucharía mi petición".

Empezamos a hacer los ejercicios después de todas las discusiones. Pero, no podía calmarme. Mi ritmo cardíaco seguía siendo alto, mis manos temblaban e incluso mis párpados se movían. Pensé: "Nuestro sitio de práctica acaba de formarse no hace mucho. ¿Está bien que se detenga así? ¿No deberíamos ni siquiera intentar hacer algo?

Falun Dafa (también llamado Falun Gong) es un Gran Fa. Puede purificar el cuerpo y la mente, y mejorar el nivel moral de la gente. Es bueno para los estudiantes y el entorno de la escuela, pero también me preguntaba si hacerlo tendría un impacto negativo en Dafa. Entonces, en mi mente le dije al Maestro: "Maestro, antes, cuando iba a hablar con los líderes de la escuela, era para mis cosas personales. Pero, hoy será solo con el propósito de mantener nuestro sitio de práctica. Si el Maestro está de acuerdo en que lo haga, entonces por favor ayúdeme a calmarme". Tan pronto como sostuve ese pensamiento, mi mente se calmó y ya no me quedé sin aliento. Mi cuerpo se sentía como si estuviera en otra dimensión, y era una sensación increíble. Le dije al Maestro: "Gracias Maestro por aclarar mi confusión". Me sentí mucho más seguro.

Cuando llegué a casa, llamé al director del departamento de seguridad para contárselo. Me dijo: "No es que no queramos proporcionarte un espacio. Solo queremos cambiar el lugar a otro sitio". Entonces sugirió otro lugar para nosotros y el problema se resolvió. Este incidente dio mucho ánimo a todos los practicantes de nuestro sitio de práctica de ejercicios. Nuestra creencia en el Maestro y en el Fa se hizo más fuerte. Como resultado, después de que comenzó la persecución, estuvimos juntos en la resistencia a la fuerza maligna, y la mayoría de nosotros lo hicimos bien.

La compasión desintegró los factores malignos

Tres de nosotros fuimos a Beijing para apelar por Dafa en agosto de 1999. Los otros dos practicantes eran Li y Bing. Fuimos arrestados en nuestra habitación de alquiler, llevados de vuelta a nuestra ciudad, y detenidos en el centro de detención local. Como nos negamos a seguir las órdenes del centro de detención y continuamos estudiando el Fa y haciendo los ejercicios, nos trasladaron a un centro de detención del condado cercano. Allí no había ningún otro practicante detenido. La noticia de que nos habían trasladado allí se difundió entre los guardias, y los practicantes de ese condado fueron a Beijing para validar el Fa. Fueron arrestados y llevados de vuelta al centro de detención. Pronto hubo 80 practicantes en el centro de detención.

Una noche, oímos a unos guardias pasar por nuestra celda y entrar en otra. Entonces oímos a los guardias patear la puerta, sus maldiciones, así como el sonido de que golpeaban a la gente. Li dijo que debíamos recitar el Fa del Maestro, que apoyaría a estos practicantes, lo cual hicimos. Un guardia vino a nuestra celda enfadado y se llevó a Li. Entonces, Bing sugirió que hiciéramos los ejercicios para apoyar a Li, y yo estuve de acuerdo. Como teníamos grilletes en los tobillos y no podíamos sentarnos, nos pusimos de pie para hacer el segundo ejercicio.

Después de un rato, el guardia trajo a Li de vuelta. Bing bajó inmediatamente las manos. El guardia vio que era yo el que estaba haciendo el ejercicio, se precipitó y me dio una patada. A continuación, me ató las manos a la espalda y me puso las esposas en los grilletes. Fue una forma de tortura muy brutal. No podía sentarme ni levantarme y solo podía arrodillarme en el suelo. Pero pensé que solo me arrodillaría ante el Maestro. Dos practicantes pusieron mantas en el suelo para que me acostara de lado, y luego me ayudaron a girar hacia el otro lado de vez en cuando.

No supe cuánto tiempo duró esto, y cada vez sentía más dolor. Los compañeros tuvieron que quedarse conmigo para poder girarme, y me dio pena.

En ese momento, vi pasar al director. Pedí ir al baño, así que hizo que alguien quitara la cadena que unía las esposas a los grilletes. Así pude ponerme de pie y los compañeros pudieron dormir. Me quedé mirando por la ventana, esperando que el amanecer llegara pronto, pero el tiempo pasaba lentamente.

Después de tres horas, con las manos esposadas a la espalda, me dolía mucho todo el cuerpo. Quería caminar un poco, pero las ampollas causadas por los grilletes sangraban y el dolor era insoportable. Me preguntaba por qué el tiempo pasaba tan lentamente. Entonces, de repente, vi cuatro caracteres chinos grabados en la pared: "No hay que lamentarse en esta vida". Inmediatamente me sentí mucho más positivo. Sabía que el Maestro estaba a mi lado y me animaba. Pensé: "Así es. ¡Qué suerte tengo de ser un practicante de Dafa! Realmente no tengo nada que lamentar en esta vida. Cuando uno escucha el Dao por la mañana, no tiene nada que lamentar aunque muera esa noche".

A la mañana siguiente, Bing nos dijo: "Ustedes dos lo han hecho muy bien y no han tenido miedo. Yo no lo hice bien. Hoy también haré los ejercicios". Empezó a hacer la meditación sentada. Entonces vino el mismo guardia, seguido del instructor político del centro de detención. Bing no se movió y siguió haciendo el ejercicio. El guardia lo amenazó con esposarlo si no paraba.

Le dije: "Adelante. Después de esposarnos a todos y vernos sufrir, te sentirás feliz, ¿verdad?". Se quedó paralizado un rato, suspiró y se fue. Las lágrimas cubrieron mi rostro y sentí que eran tan lamentables. Tal vez no querían perseguir a los practicantes de Dafa, pero se veían obligados a hacerlo debido a su trabajo. Como mis manos seguían atadas en la espalda, los dos practicantes me ayudaron a secar mis lágrimas. Pero no podía dejar de llorar y mis compañeros me preguntaron por qué. Les dije: "Parece que él no quería realmente perseguir a los practicantes de Dafa. También se ve obligado a hacerlo. Pero ha cometido muchos crímenes al hacerlo. ¿Cómo podrá pagarlos? Ni siquiera lo sabe. ¿Qué pasará con él y su familia?".

Ellos también lloraron. Todos llorábamos en silencio y nadie podía hablar. Nunca llorábamos cuando nos torturaban, pero ahora no podíamos dejar de llorar por esos guardias. Estábamos realmente preocupados por ellos. Esa mañana, los guardias tuvieron una reunión y por la tarde, quitaron todos los instrumentos de tortura a los practicantes de Dafa. La compasión que sentimos durante nuestra cultivación en Dafa nos ayudó en las tribulaciones.

El Maestro dijo:

“De hecho, la misericordia es una energía enorme, es la energía de los dioses rectos. Cuanta más misericordia haya, mayor se vuelve esta energía y más puede desintegrar todo lo que no es bueno" (Enseñando el Fa en el Fahui Internacional de Washington DC 2009, Colección de enseñanzas del Fa, Vol. IX).

Años más tarde, cuando leí esto, recordé todas las cosas que experimenté durante ese tiempo. Mi creencia en el Maestro y en el Fa se hizo aún más fuerte.

Varios días después, los guardias volvieron a esposarnos las manos a la espalda al vernos hacer los ejercicios. Antes de marcharse, uno de los guardias se burló de nosotros: "Hagan que su Maestro los desate. Volveré mañana por la mañana. Si están desatados los liberaré". Se atrevió a decir esto porque nos esposaron muy fuerte. Después de que se fue, sorprendentemente incluso para nosotros, las tres esposas se aflojaron una por una. Dafa es muy poderoso. A la mañana siguiente vino y se quedó sorprendido. Aunque no fue fiel a sus palabras, pudo ver el poder de Dafa.

Desde entonces, cuando volvíamos a hacer los ejercicios, los guardias hacían como si no lo vieran. Encontramos oportunidades para aclarar los hechos sobre Dafa y les recitamos el Fa del Maestro. Poco a poco, su actitud cambió. Uno de los guardias incluso nos trajo muslos de pollo, que rechazamos cortésmente. Cuando nuestras familias traían cosas para nosotros, normalmente estaba prohibido traernos comida, pero el instructor del centro de detención escondía la comida dentro de la ropa y nos la traía.

El Maestro me salvó cuando experimentaba la tribulación

Fui a Beijing para apelar por Dafa en octubre de 1999. Después de ser detenido, no les di mi dirección ni les dije de dónde venía. Me interrogaron una y otra vez, y cada vez me torturaron brutalmente para obligarme a decir de dónde era.

Al principio había más de 50 practicantes de Dafa detenidos en ese centro de detención. Poco a poco solo quedaron cinco o seis que no dieron su dirección. Un día me llevaron de nuevo a la sala de juicios del sótano. Era noviembre y hacía mucho frío. Un guardia vino y me preguntó cuál era mi dirección, y yo no se la quise decir. Me levantó la mano derecha y me la pasó por encima del hombro derecho y la mano izquierda por detrás del hombro izquierdo, y me las esposó juntas por la espalda. Fue extremadamente doloroso. Luego me empujó contra la pared, me agarró del pelo y me golpeó la cabeza contra la pared. Me resistí. Estaba enfadado y pensaba que era una mala persona. A continuación, me puso una botella entre el brazo y la espalda, y luego giró la botella. Me dolió tanto que sudé al instante y grité. Me dijo: "Si no me dices tu dirección, te encerraré así durante tres horas y quedarás incapacitado".

El dolor punzante era tan intenso que sentía que cada segundo era una lucha. Entonces, de repente me di cuenta de que era un discípulo de Dafa y que el Maestro cuidaría de mí. Inmediatamente, el Fa del Maestro aparecía continuamente en mi mente.

El Maestro dijo:

“…debemos mantener a toda hora un corazón de misericordia y un estado mental sereno. Entonces, si te encuentras de repente con algunos problemas, podrás resolverlos bien. Frecuentemente, si tu corazón siempre es así de sereno y misericordioso, cuando de repente aparece un problema, te da margen para amortiguarlo y reflexionar. Si dentro del corazón siempre quieres competir con los demás y reñir por aquí y por allá, digo que tan pronto como te encuentres ante un problema terminarás luchando contra otros; está garantizado que es así” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Pensé: "Ahora estoy experimentando una tribulación. No debería haberme enfadado porque la ira es de naturaleza demoníaca. Los discípulos de Dafa deben mantener una mente compasiva en todo momento. No hay cosas fortuitas. ¿Por qué me estaba torturando? Ni siquiera nos conocemos. Es muy posible que en las vidas pasadas le haya hecho daño, por lo que vino a mí para cobrarse esta deuda, mientras probaba si soy firme en mi creencia a Dafa. No puedo enfadarme con él ni odiarle". Recordé las historias de los seres iluminados del pasado que nos contó el Maestro, y también me iluminé sobre algunos principios de Dafa en los que nunca había pensado.

Cuando se acercó de nuevo a mí y me habló, descubrí de repente que ya no me dolía. Me dijo: "¿Me lo vas a contar o no?". Respondí con calma pero con firmeza: "No, no lo haré". Me dijo: "Entonces deja que te las quite". Me quitó las esposas al cabo de un rato. Pero mis brazos ya no podían moverse y él los agarró y los sacudió de repente. Fue doloroso y volví a gritar. Poco a poco pude mover los brazos y me llevó de nuevo a la celda. Estaba solo allí y miré en silencio por la ventana, mientras pensaba en lo que acababa de pasar. Fue el Maestro quien me salvó del dolor extremo. Fue el Maestro quien sufrió el dolor por mí. Con la protección del Maestro, no me sentí solo en absoluto. Realmente sentí que el Maestro estaba a mi lado.

Mientras escribo esto, el Fa del Maestro apareció en mi cabeza:

“Bajo las tribulaciones diabólicas forzadas por las viejas fuerzas es aun más difícil caminar rectamente; especialmente los Dafa dizi de China continental, cada pensamiento, cada intención durante la diabólica persecución son todos muy cruciales. Si lo haces bien o no, si vas a ser perseguido o no, si lo que haces es recto o no, a qué grado te persiguen, todo tiene relación directa con el camino que transitas por ti mismo y con los asuntos que consideraste con tus pensamientos” (Qué es un Dafa dizi, Colección de Enseñanzas del Fa, tomo XI).

Todos los seres conscientes esperan que los discípulos de Dafa aclaren la verdad y los salven. No podemos aflojar. El tiempo ha llegado al momento final, y como toda clase de catástrofes se suceden, los seres conscientes están verdaderamente en peligro. Debemos esforzarnos al máximo para salvar a más personas y cumplir nuestras misiones históricas.

Gracias Maestro por protegerme a través de tribulación tras tribulación. Gracias a los compañeros practicantes por su ayuda desinteresada.

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