(Minghui.org) (Continúa de Parte 1)
El Sr. Feng es un practicante veterano de Falun Dafa con una historia legendaria, y todos respetuosamente lo llaman tío Feng. Nació en 1941 en la ciudad de Dalian y se mudó a nuestra provincia durante el movimiento del "Tercer Frente" de China en 1964. Trabajó como chofer en una planta de acero y comenzó a practicar Falun Dafa en marzo de 1996.
Dificultades y tribulaciones inimaginables
Dónde pasar la noche
El Sr. Feng tenía un problema que no era fácil de resolver, ¿dónde pasaría las noches? Cuando el sol se ocultaba y oscurecía, siempre estaba un poco ansioso por saber dónde dormiría. Obviamente, no tenía dinero, y los hoteles no eran gratuitos. Tenía que buscar un lugar para guarecerse del viento y la lluvia. No se trataba solo de una o dos noches, sino de casi 60 largas noches. Se necesitaba mucho valor, y era algo que la mayoría de la gente no se atrevería a hacer.
¿Cómo lo hizo? No se acordaba de todos los detalles, pero recordaba que los mejores lugares eran las pequeñas estaciones de tren. Sin embargo, no tenía billete, así que en la mayoría de las estaciones no lo dejaban entrar. Durante todo el viaje, solo en tres de ellas la gente tuvo la amabilidad de dejarlo pasar. Algunas noches fue afortunado de encontrar cobertizos abandonados. A pesar de que no tenían ventanas ni puertas, al menos tenían un techo y tres paredes. Se cubría con un poco de hierba seca y podía dormir un poco.
A veces encontraba un cobertizo lleno de goteras. Normalmente estaban muy húmedos, pero si hallaba ladrillos para cubrir el suelo, podía sentarse a dormir por una noche. Aún así era mucho mejor que quedarse afuera. En general, mientras no lloviera a cántaros, no era tan difícil conciliar el sueño. Esto se debía a que, después de todo un día de caminata, estaba muy cansado. Si no llovía, dormía sobre hierba seca en el bosque, en pequeños arbustos o en pajares en las granjas.
Normalmente no podía dormir en los túneles de los trenes, porque los trenes iban y venían, y no solo era muy ruidoso, sino que el viento causado por estos era muy frío y fuerte. Únicamente entraba allí cuando había truenos o en días de lluvia.
Lidiar con el miedo
Alguien le preguntó al Sr. Feng: "¿Se encontró con gente mala por la noche?". Dijo que esto le ocurrió una vez. Fue en una zona rural. Estaba oscureciendo, pero no había encontrado un lugar para dormir, y estaba caminando por las vías del tren. Cerca de una docena de jóvenes se acercaron por detrás de él. Uno sostenía una porra de metal y exigía: "¡Danos tu dinero! ¡Deprisa!". El Sr. Feng dijo: "Soy un mendigo. No tengo dinero. Ni siquiera he encontrado un lugar para dormir esta noche. Si tuviera dinero, ¿estaría en esta situación?". Lo miraron fijamente por un segundo y le gritaron: "¡Sal de aquí!".
También le preguntaron: "Usted tenía más de 50 años. ¿No tenía miedo de estar solo por la noche en un área silvestre?".
"Sí y no", respondió. "Si te dijera que no tenía miedo en absoluto, eso no sería verdad. Durante todo el viaje, no hubo una sola vez en la que no me sobresaltara en mitad de la noche. A menudo me despertaban el frío y las pesadillas. Cuando me despertaba, la oscuridad era profunda y a veces me sentía tan solo e indefenso. En ocasiones, incluso me sentía asustado”.
"Pero a la vez no tenía temor. Siendo un verdadero practicante, el Maestro siempre estaba conmigo, así que, ¿de qué tendría miedo?".
Para pasar las noches más fácilmente, el Sr. Feng a veces cambiaba su rutina. Una vez que llegó a las provincias del norte, estaba soleado y caluroso la mayor parte del día, así que dormía por la tarde y viajaba por la noche.
Encuentros asombrosos
Han pasado más de 20 años; el Sr. Feng tiene casi 80 años ahora y ha olvidado muchos detalles. Sin embargo, hay dos cosas que aún recuerda muy claramente y de las que ha hablado varias veces. En primer lugar, sus asombrosos encuentros durante el viaje, y en segundo, los sentimientos y pensamientos que tuvo las tres veces que llegó a Beijing.
Deseo hecho realidad
Cuando el Sr. Feng planeó su viaje, para ser lo más discreto posible, no llevó ropa de lluvia ni tenía dinero para comprarla. En el camino, de repente pensó: "Si pudiera encontrar una lona o un paraguas, sería estupendo". Así que empezó a prestar más atención a su alrededor.
Aun antes de salir de su provincia, encontró un trozo de una vieja lona de plástico en un túnel y luego un viejo impermeable al lado de la carretera. Lavó el impermeable y se lo puso. Lo mantenía seco y abrigado. Por la noche, tendía la lona en el suelo y se cubría con el impermeable. Así, fue capaz de atravesar varias tormentas grandes. ¡Ciertamente fue que lo que él deseó se hizo realidad!
Nunca pasó hambre
A pesar de que dependía de rebuscar algo que pudiera comer y de pedir comida a la gente, nunca pasó hambre. ¿No es increíble? El Sr. Feng dijo que su bolsa de alimentos nunca estaba vacía.
A veces, encontraba el mismo tipo de comida todo el día. Por ejemplo, un día solo encontró albóndigas, otro día todo era pan al vapor, luego solo carne, y así sucesivamente. Era asombroso y cierto. Algo así sucedió durante ocho o nueve días.
Cuando en una ocasión se detuvo para ver si algo andaba mal, soltó una carcajada: encontró huevos, pescado, albóndigas, bollos rellenos y diferentes tipos de carne en su bolsa, todos en buen estado. ¡Era casi como una fiesta!
Estaba en la provincia de Hunan una tarde, y aún no había almorzado cuando vio tres parvas de fideos en el suelo cerca de las vías del tren. Eran lo que se llama "fideos fríos" en el sur de China: hervidos, enfriados y luego mezclados con aceite y condimentos. Estaban muy frescos y limpios. ¿Por qué alguien los dejaría allí? Tomó las mitades superiores de las tres parvas. Esos fideos estaban deliciosos, y los comió durante tres días y aún le quedaban algunos. No quería que se echaran a perder, así que le dio las sobras a una campesina. Sorprendida, la mujer le dijo: "¡Vaya! ¿De dónde los has sacado?". Él le contó que los había encontrado cerca de las vías y la mujer se preguntó: "¿Cómo es que nunca encontré nada así?".
En la provincia de Hubei, vio una boda en la casa de un granjero. Había 20 mesas afuera. Subió a pedir algo de comida, pero el dueño fue muy generoso y le pidió que se sentara con los otros invitados. Estaba muy agradecido por su generosidad.
Otro día, el Sr. Feng fue a la casa de un granjero para pedir algo de comida. Esto es lo que describió:
"Observando su casa, se podía ver que los dos hermanos que vivían allí eran pobres. El mayor estaba trabajando afuera y el menor hacía cestas de bambú adentro. A la hora del almuerzo, el hermano menor dejó su trabajo, entró y sacó un gran bollo y un tazón de sopa de verduras caliente con un huevo dentro. Me pidió que me sentara a comer. Mientras yo comía, el hermano mayor regresó y el menor entró para buscar el almuerzo para el hermano mayor. Era exactamente lo mismo que lo que yo estaba comiendo. Luego se sentó y continuó trabajando. El hermano mayor le preguntó por qué no estaba comiendo. El hermano menor lo miró y no dijo nada. Cuando terminé, agradecí y me despedí, y aún no vi que el hermano menor comiera. Entonces me di cuenta de que me había dado su ración y de que pasaría hambre toda la tarde. Me sentí muy mal".
En la provincia de Hunan pasé por un patio que tenía la puerta abierta. Adentro había una joven con su hija de siete u ocho años. El Sr. Feng saludó: "¡Hola! Solo estoy de paso. Lo siento pero, ¿puede darme algo de comer?". La mujer dijo: "No, no, no tengo nada" y fue a cerrar la puerta. Su hija tironeó la ropa de su madre y dijo: "¡Mamá! ¡Mamá! ¡Dale algo!". Entraron juntas. Al cabo de un rato, la niña apareció con un tazón de sopa de hongos tremella. Todavía estaba caliente y sus manos temblaban cuando le entregó el tazón. ¡Los ojos del Sr. Feng estaban llenos de lágrimas! Dijo que esa fue la única vez en el viaje que se le llenaron los ojos de lágrimas al pedir comida.
El Sr. Feng dijo que no había manera de que estos encuentros fueran todos coincidencias. No solo uno o dos, sino varios de ellos, y todos eran tan especiales. Dijo que el Maestro los arregló, que el Maestro cuidaba y protegía a su discípulo.
Sentimientos y pensamientos al llegar a Beijing
Después del 20 de julio de 1999, Beijing se convirtió en un lugar muy oscuro lleno de policías y agentes de civil.
Sin embargo, las tres veces que el Sr. Feng fue a apelar a Beijing, tan pronto como sus pies tocaron el suelo de Beijing, sintió que su mente y su corazón se volvieron muy tranquilos, claros y en paz. En sus palabras: "Mi corazón se sentía como un tazón de agua clara".
Frente a los factores malvados, el Sr. Feng no tenía miedo ni ansiedad. Solo tenía un pensamiento en su mente: "Soy un practicante de Dafa y debo defender a Dafa". No tenía otros pensamientos o preocupaciones. Nunca había experimentado un campo de tan completa entrega.
Por ejemplo, siempre llevaba consigo su licencia de conducir y su tarjeta de identificación, pero las dejó en Beijing la primera vez que estuvo allí. No pensó que volvería y por lo tanto no los necesitaría de nuevo.
Perseverancia y fuerza proveniente de Dafa
El Sr. Feng tardó 58 días en llegar a pie a Beijing. Durante esos 58 días, no compró ni una sola comida, ni durmió una sola noche en un hotel, ni usó transporte alguno.
Durante los 58 días y noches, estuvo solo, superando dificultad tras dificultad y soportando tribulación tras tribulación.
Son unos 2.600 km desde su casa a Beijing sin incluir todos los desvíos que tuvo que tomar. En promedio, recorrió más de 43 km al día. Caminó desde su casa hasta la Plaza de Tiananmen. ¡Qué valiente fue y cómo perseveró! ¡Qué fuerza de voluntad y determinación! El Sr. Feng dijo que todo se debía al poder de Dafa.
Afirmó: "Porque soy un practicante de Dafa decidí hacer algo tan valiente y arriesgado. Como soy un practicante de Dafa, experimenté muchas cosas increíbles. Como soy un practicante de Dafa, pude atravesar todas las situaciones peligrosas y superar las tribulaciones. ¡Gracias, Maestro! ¡Gracias, Dafa!
Lo que pasó después
Tuvo encuentros similares en Beijing. Estaba emocionado cuando finalmente llegó a la Plaza de Tiananmen, pero se calmó rápidamente. Se sentó y empezó a meditar, y mucha gente empezó a fijarse en él. Pero antes de que pudiera decir nada, la policía lo arrestó y lo llevó de vuelta a su ciudad natal.
Pero debido a que el relato de su viaje a pie a Beijing para apelar por el derecho de practicar Dafa fue tan sorprendente y conmovedor, la gente local reaccionó favorablemente y eso molestó a las autoridades locales, que buscaron venganza.
El Sr. Feng fue enviado primero a un campo de trabajos forzados y torturado durante tres años. Luego fue encarcelado y torturado por otros cuatro años.
Pero debido a su total creencia en el Maestro y en Dafa, fue capaz de soportar las tribulaciones y regresó a su casa el 4 de noviembre de 2008.
La persecución a los practicantes de Falun Dafa por parte del régimen comunista ha continuado durante más de 20 años. La determinación del Sr. Feng de "levantarse y decir la verdad" también ha sido infatigable. Hasta el día de hoy, la voluntad del Sr. Feng sigue siendo fuerte y es más valiente y diligente que nunca.
(Fin)