(Minghui.org) Solía ser adicto al tabaco. A los 20 años, trabajé como agrimensor forestal y viví dos meses seguidos en las montañas. Para ahuyentar a los mosquitos y otros insectos, y con el fin de lidiar con la soledad, empecé a fumar. Al atardecer, me sentaba junto a mi tienda de campaña mirando los árboles en el horizonte y encendía un cigarro tras otro. En poco tiempo me volví adicto.

Pasaron varios años antes de que me reasignaran al departamento de relaciones públicas y me pusieran a cargo de escribir los comunicados de prensa. Mi tabaquismo aumentó, pues creía que me ayudaba a inspirarme. Luego, me transfirieron a la fiscalía local y trabajé como redactor de discursos para directivos. El trabajo se volvió más exigente y mi adicción empeoró.

Para cuando me nombraron editor en otro departamento, fumaba mucho todos los días, porque pensaba que me servía de inspiración para escribir mis artículos.

Consumía de dos a tres paquetes por día y por lo general me quedaba despierto hasta la medianoche. Mi cenicero siempre estaba rebosante de colillas. En ocasiones, cuando me quedé sin cigarrillos y no podía comprar más dado que era de noche, reunía el tabaco que quedaba en todas las colillas que encontraba, lo enrollaba y lo fumaba.

Las paredes blancas de mi oficina se volvieron amarillas debido al constante humo, y mis dedos también. Recuerdo que una vez, trabajando en un artículo, fumé tres paquetes de cigarrillos. Me sentí mareado y con náuseas como si estuviera borracho. Supe que me había intoxicado por culpa del tabaco.

Mi salud se deterioró y con el tiempo me volví frágil. Me juré  dejar de fumar muchas veces, sin embargo, mi voluntad nunca se sostuvo más allá de unas cuantas horas. Cuando el sufrimiento de la adicción regresaba, mi boca se llenaba de saliva agria, mi mente se nublaba y el aire a mi alrededor se volvía pesado y sofocante. Solo fumar lograba calmarme, porque de lo contrario me sentía incapaz de hacer nada.

Las enseñanzas de Falun Dafa son incomparables y nobles

Un amigo me dio a conocer Falun Dafa a finales de 1996. Nunca conocí una práctica que enseñara a las personas a vivir de acuerdo con los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. Admiraba al Maestro Li (fundador de Falun Dafa), por sus enseñanzas nobles e incomparables.

Comencé a escuchar las enseñanzas del Fa del Maestro Li, todos los días y aprendí los cinco juegos de ejercicios. A los cinco días de empezar a practicar, fumé y noté un sabor raro y repulsivo, que me hizo alejarme de los cigarrillos. Me sentía contento y asustado a la vez. En el fondo me alegraba de haber tenido la oportunidad de deshacerme del tabaco. Aunque tenía miedo y me preocupaba si lograría escribir buenos artículos sin fumar.

Para mi sorpresa, mis procesos mentales eran mucho más claros. Mi pensamiento se volvió más vasto y profundo, y mi trabajo relajado. ¡Quién iba a decir que podía trabajar mejor sin tabaco! De verdad sentí el poder divino de Dafa.

Con más y más confianza, seguí leyendo Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa e hice los ejercicios todos los días. Mi salud mejoró, me sentía con energía y todos mis sentidos se agudizaron.

Las consecuencias de renunciar a Falun Dafa

Después de que la persecución a Falun Dafa comenzó en julio de 1999, las autoridades de mi trabajo me obligaron a renunciar a la práctica y denunciarla. El personal del centro vecinal del barrio y de la comisaría me vigilaban y acosaban sin descanso. Bajo la presión, cedí y dejé de practicar Falun Dafa.

De repente, empecé a sentir dificultades para respirar. En  ciertas ocasiones de 2007, tosí con sangre. Me diagnosticaron tuberculosis. No podía dormir recostado y tenía que arrodillarme en la cama porque me faltaba el aire. Tan pronto como sentía dificultad para respirar, intentaba inhalar más aire y, como resultado, tosía sangre. Utilicé todo tipo de medicamentos y por sugerencia del médico, empecé a tomar varios suplementos nutricionales. Con una dieta alta en proteínas y azúcar, desarrollé diabetes, la cual me condujo a gangrena, enfermedad renal y visión borrosa. Agoté todos los tratamientos médicos sin éxito.

Retomando la práctica 

Cuando mi situación se deterioraba, día a día, recordé el momento mágico en que mi adicción al tabaco se curó en tan solo cinco días. Pensé: "Sin practicar Falun Dafa, mi salud se hundió en una situación tan horrible y alarmante. ¿Debo abandonar mi práctica porque el partido comunista chino (PCCh) la prohíbe? ¿Para quién practico Falun Dafa? Mi cuerpo me pertenece. Sufro de tos con sangre, necrosis en los músculos y visión borrosa. ¿Aguantaría el PCCh alguno de estos sufrimientos por mí? Mis hijos siempre están preocupados por mi salud. He gastado mucho dinero y tiempo en mis enfermedades. ¿Me compensará todo esto el PCCh? ¿Cómo he podido ser tan tonto en los últimos años?".

Tras un largo período de reflexión seria y tranquila, decidí volver a practicar Falun Dafa. Reanudé mi estudio diario del Fa. Como no puedo ver las palabras claramente, los practicantes vienen a mi casa y me leen el libro todos los días. Cuando no están, escucho las cintas de audio de las conferencias del Fa del Maestro. También estoy haciendo los ejercicios y aunque a mis piernas les falta fuerza, me las arreglo para hacerlos parando a descansar. Siento que mi salud está mejorando.

Quiero agradecer al Maestro que me brindara la oportunidad de practicar Falun Dafa. De ahora en adelante, la atesoraré y la aprovecharé sin dudarlo.