(Minghui.org) Una noche, un policía golpeó a mi puerta. Me asusté un poco, pero enseguida me calmé y le pregunté: "¿A quién buscas?". Dijo que quería hablar conmigo.

Nunca traté con la policía y estaba un poco nerviosa. Lo invité a entrar y se presentó. "Alguien nos avisó que practicas Falun Dafa", dijo. "¿Es eso cierto?", dije que sí.

Dijo: "soy nuevo aquí y quiero escuchar lo que tienes que decir al respecto, ¿te importa si grabo nuestra conversación?".

Respiré hondo y me calmé. Pensé: "Si puedo ayudarle a entender la verdad sobre Falun Dafa y la persecución, no perseguirá a la gente buena que lo practica".

Le dije: "Te contaré mi experiencia con Falun Dafa".

Le conté cómo era antes de ser practicante, mi vida estaba llena de enfermedades crónicas. Probé la medicina oriental y la occidental, pero fue en vano. Terminé tomando analgésicos y ayudas digestivas, viví con mucho dolor por muchos años. Además de estar enferma y sufriendo todo el tiempo, tuve que cuidar a mi anciana madre y mi nieto. Sentía que la vida ni siquiera valía la pena.

"En 1996 tuve la suerte de aprender Falun Dafa", dije. "Tan pronto como empecé la práctica, mi vida mejoró en todos los sentidos. Una a una, mis enfermedades se fueron curando y desapareciendo. Me volví muy saludable sin visitar al médico y no tomé ningún medicamento desde entonces, sin embargo, me veo y siento diez años más joven".

Le dije que el partido comunista chino (PCCh) dirigido por Jiang Zemin inició la persecución a Falun Dafa, ignorando el consejo de otros miembros del politburó. A medida que describía los detalles de la persecución, él adquiría una comprensión más profunda de todo.

"Sé que ustedes los practicantes son buenas personas", dijo. Entonces sonó su teléfono celular, apagó la cámara y nos despedimos.

Me alegré de haber tenido la oportunidad de ayudarlo a entender la verdad, pero me hubiera gustado poder ofrecerle mi ayuda para que renunciara al PCCh.

Aclarando la verdad con benevolencia

El año pasado, dos personas de la comisión administrativa de la calle vinieron a visitarme varias veces con regalos. Querían convencerme para que firmara una declaración diciendo que dejaría de practicar Falun Dafa. Sabía que solo seguían las órdenes de su supervisor, así que los invité a conversar. Les hablé de la persecución y de lo bueno que es Falun Dafa.

La cuarta vez que vinieron, los saludé con una sonrisa. Les presenté una lista de los regalos que me dieron y 350 yuanes para cubrir sus gastos. Rechazaron el dinero y me preguntaron si firmaría la declaración de renuncia a Falun Dafa. Respondí dándoles más detalles sobre la persecución y cómo muchos practicantes fueron torturados y asesinados como resultado de ella. Poniéndose un poco nerviosos, uno me preguntó de nuevo si podía firmar el papel. Solo los miré y el otro dijo que tenía que irse, pero que volverían.

Como no aceptaron el dinero por los regalos que me dieron, les envié el dinero junto con una carta para dejar en claro mi negativa a firmar cualquier documento que me pidiera dejar de practicar Falun Dafa.

La siguiente vez que vinieron, fui directo al grano. Les dije que si firmaba su documento y renunciaba a Falun Dafa, estaría dañando no solo a ellos sino también a sus familias. "En el futuro, Jiang Zemin será llevado ante la justicia por sus crímenes contra la humanidad", dije. "Si firmo este documento, ¿no te hará cómplice del crimen de perseguir a Falun Dafa?".

Les expliqué cómo, poco después de que comenzó la persecución, mi jefe y mis supervisores me presionaron mucho para que abandonara Falun Dafa. Por desgracia, cumplí. Un año más tarde, la enfermedad que combatí durante años, de la que nunca pude deshacerme, regresó. Además de eso, tuve un ataque al corazón y terminé en cuidados intensivos del hospital. Mi anciana madre quedó sola en casa, lo que la perturbó, sufrió un ataque cardíaco y falleció. Cuando empecé a practicar Falun Dafa de nuevo, mis enfermedades se aliviaron.

Les dije: "Vieron, Falun Dafa me salvó la vida dos veces. ¿De verdad quieres que renuncie y vuelva a estar enferma mientras te haces daño a ti y a tu familia?".

El que parecía estar a cargo se levantó y dijo: "Gracias por decirnos la verdad. Ahora lo sabemos". Se fueron y nunca volvieron.