(Minghui.org) Tuve la fortuna de comenzar la cultivación en Falun Dafa cuando era estudiante. Shifu empezó a cuidar de mí antes de que estudiara Falun Dafa. Mi familia y yo nos beneficiamos enormemente de mi práctica. Estoy profundamente agradecida al Shifu.
Shifu cuidó de mí antes de que empezara a practicar Falun Dafa
Yo había sido frágil y enfermiza desde que nací. Mi madre intentó todo tipo de métodos para mejorar mi salud, pero yo seguía débil. Como enfermaba a menudo, conocía todos los hospitales importantes de la ciudad. Poco después de salir de casa por primera vez para ir a una secundaria del condado, tuve un problema de corazón. El médico le pidió a mi madre que me llevara a casa y me hospitalizara lo antes posible.
Mi madre me llevó a una clínica más cercana a casa cuando me dieron el alta. Me pusieron suero para mantenerme mientras mi madre se iba a trabajar. Unos minutos después de que mi madre se marchara, sentí que el corazón me latía cada vez más deprisa y que el dolor era cada vez más intenso. Me costaba respirar y tenía calambres en el estómago. Me dolía tanto que no podía estarme quieta y sentía que me ahogaba.
Llamé a la enfermera tan fuerte como pude. La enfermera estaba tan asustada que llamó inmediatamente al médico. El médico vino y no sabía qué hacer. Con la única fuerza que pude reunir, les pedí que me ayudaran a sacar la aguja. Tal vez asustados por mi estado, nadie se atrevió a acercarse a mí. Sentía que me iba a morir, así que usé mis últimas fuerzas para sacar la aguja yo misma.
Una vez extraída la aguja, pude volver a respirar al instante. Más tarde supe que la solución nutritiva tenía un 0,1% de probabilidades de provocar una reacción alérgica, y yo estaba en ese 0,1%.
Empecé a practicar Falun Dafa un año después. Mi madre me dijo que había sobrevivido milagrosamente a varios incidentes médicos desde que era niña. Debe ser que estaba esperando a Shifu y a Dafa. Shifu había estado velando por mí durante mucho tiempo.
Shifu me dio una nueva vida
Mi madre me sacó de la escuela para cuidarme mejor, y más tarde me transfirió a la secundaria de la ciudad. Debido a mi problema cardíaco, el médico me dio un certificado para que no tuviera que participar en las clases de educación física. Sólo podía quedarme en el aula del cuarto piso y ver a mis compañeros correr en el campo cuando había clases. Me sentía triste.
Mi madre empezó a practicar Falun Dafa en las vacaciones de verano. Leí Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa, y me pareció muy bueno. Apoyé mucho la práctica de mi madre. Tal vez no había llegado mi hora, pues no empecé a practicar hasta el verano siguiente. Tan pronto como empecé a cultivarme, Shifu ajustó mi cuerpo. Después de haber sido frágil y enfermiza, sentí por primera vez la alegría de la salud. Cuando se reanudó la escuela, tomé clases de educación física.
Una vez tuvimos que correr 800 metros en clase. Después mi corazón latía muy deprisa, pero no me preocupé y pensé que era normal. Volví a la clase para descansar y sentí que los latidos de mi corazón se aceleraban cada vez más en lugar de disminuir. Empecé a tener dificultades para respirar y sentía como si me asfixiara. No quería que mis compañeros notaran nada raro, así que apresuradamente apoyé la cabeza en la mesa y la escondí bajo los brazos.
Intenté calmarme, pero los latidos de mi corazón seguían siendo muy rápidos y mi respiración se hacía cada vez más difícil. No escuché con claridad cuando un compañero me habló. Me parecía que su voz estaba muy lejos. Luego, las voces de otros compañeros que me rodeaban también se fueron alejando.
Me di cuenta de que mi conciencia empezaba a debilitarse y la sensación de muerte era cada vez más fuerte. Utilicé la poca conciencia que tenía para decirme: «Aunque esté a punto de morir, nunca diré que fue porque practiqué Falun Dafa». Después de tener este pensamiento, ocurrió algo mágico. De repente pude respirar con normalidad, mi corazón acelerado se calmó rápidamente, ¡y volví a la vida! «¡Shifu me salvó!» Con emoción rompí a llorar.
Sonó el timbre de la clase. Fui a mi siguiente clase como de costumbre. A los ojos de los demás, sólo habían pasado diez minutos entre clase y clase. Sin embargo, yo había experimentado la prueba de la vida y la muerte en ese corto tiempo.
Shifu me dio una nueva «madre»
Mi madre es una persona que siempre quiere estar lo mejor posible. Cuando era joven gozaba de buena salud. Yo siempre había estado enferma desde que nací, y era mucho más débil que los niños normales. Mi padre trabajaba fuera de casa en aquella época, así que mi madre tenía que dedicar más tiempo y energía a cuidarme, además de su apretada agenda laboral. El cansancio a largo plazo deterioró su salud y también su carácter y personalidad.
Mi madre probó varios métodos para mejorar su salud, incluido el qigong. Cada vez que hacía esos engorrosos ejercicios de qigong, mi padre y yo teníamos tanto miedo que nos escondíamos en el dormitorio. Aun así, la salud de madre no sólo no mejoró, sino que su estado mental empeoró. En el hospital no encontraban la causa de su problema y su temperamento se volvía cada vez más violento.
Cuando su salud empeoró, solía regañarme por cosas triviales. Recuerdo que, cuando estaba en segundo o tercer grado de primaria, se enfadó porque no ordené mi escritorio en el tiempo que ella había fijado. Tiró todas las cosas de mi escritorio por la ventana del segundo piso. Bajé llorando, las recogí una a una y las llevé a nuestro apartamento. Más tarde, me pegó por no haber conseguido entrar en la secundaria que ella quería.
Aunque soy hija única, mi madre nunca me ha malcriado. Ha sido estricta conmigo desde pequeña. Sólo me premiaba cuando sacaba buenas notas en el colegio. Pero, poco a poco, descubrí que, siempre que me ponía enferma, mi madre era muy amable y cumplía las peticiones que yo normalmente no me atrevía a mencionar. Como resultado, no sé desde cuándo, empecé a desarrollar una mentalidad malsana de desear estar enferma. Me sentía feliz aunque mi cuerpo sufriera la enfermedad.
Mi madre empezó a practicar Falun Dafa durante las vacaciones de verano, cuando yo estaba enferma y tuve que dejar la escuela. Recuerdo claramente que aquel día llegó a casa cantando. La oí cantar en las escaleras mientras yo estaba en la sala de estar. Me sorprendió mucho.
Le pregunté: «¿Qué te hace tan feliz?». Me contestó: «Me siento muy relajada. Es como si flotara. Nunca me había sentido tan a gusto». Me dijo que iba a practicar Falun Dafa. Su amiga le había presentado la práctica ese mismo día. Me puse nerviosa al instante, recordando malos momentos anteriores. Le pedí el libro para leerlo. Mi pensamiento en ese momento era que lo combatiría a muerte si había algún contenido malo.
Cuando abrí Zhuan Falun y vi la foto de Shifu, me invadió un sentimiento familiar. Le dije a mi madre: «Me parece haber visto antes al autor de la foto en alguna parte, pero no recuerdo dónde». Mi madre me dijo que se trataba de Shifu. Entonces empecé a leer Zhuan Falun.
Después de leer unas pocas páginas, me di cuenta de que era completamente diferente de los libros anteriores de mi madre. Este libro enseña a la gente a ser buena y a cultivar la bondad. Sin pensarlo mucho, le dije a mi madre: «Este libro es muy bueno y uno puede cultivarse con él». Mi madre quería que practicara con ella, pero yo me negué, pensando que sería suficiente con que ella practicara.
Fue como si mi madre hubiera renacido después de practicar Falun Dafa. Primero, su salud mejoró. Empezó a ocuparse voluntariamente de más tareas domésticas. Antes, la mayor parte del trabajo lo hacía mi padre, ya que la salud de mi madre no era buena.
También se volvió más alegre. Antes era severa y fría. Después de practicar Dafa, cambió su forma de hablar. Antes nos hablaba a mí y a mi padre en tono autoritario. Ahora, discutía las cosas con nosotros, y a menudo decía: «Oh, está bien». A veces la imitaba deliberadamente. No se enfadaba y siempre sonreía.
Antes no me atrevía a perder los nervios, porque cuando lo hacía, el temperamento de mamá era peor que el mío, e incluso me pegaba. Después de que empezó a practicar Falun Dafa, cada vez que yo perdía los estribos, ella se comunicaba conmigo con calma y paciencia y me aportaba claridad, haciéndome sentir calor y felicidad, algo que nunca antes había experimentado.
Pensaba: «¿Es ésta mi madre? Es increíble. Esta práctica es tan buena que me ha dado una nueva "madre"». Mirando atrás ahora, todavía me parece tan mágico. Más tarde comprendí que fueron Shifu y Dafa los que la cambiaron. Muchas gracias, Shifu.
Nuestra familia estaba lista para desayunar una mañana de 2021, pero nos encontramos con que la abuela no había salido de su dormitorio. Pensamos que todavía estaba descansando. Mamá fue a buscarla a su habitación. De repente, oímos a mamá pedir ayuda. Corrimos a la habitación de la abuela y la vimos tumbada en la cama, inmóvil. Tenía las piernas caídas junto a la cama, la cara pálida y estaba incontinente; había mojado la manta y el colchón.
Mi padre abrazó a mi abuela y le preguntó: «¿Qué pasa?». Mi madre dijo: «Date prisa y recita “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”». Todos lo recitamos en voz alta una y otra vez. Yo seguía pidiendo ayuda a Shifu. Mi padre puso la mano bajo la nariz de la abuela y notó que ya no respiraba.
Mi padre se puso nervioso y quiso avisar a sus hermanos, y fue a buscar su teléfono móvil. Mi madre y yo no entramos en pánico y seguimos llamando a la abuela. Creíamos en Shifu y sabíamos que la abuela se recuperaría, ya que conocía la verdad sobre Dafa y recitaba a menudo «Falun Dafa es bueno, Verdad- Benevolencia- Tolerancia es bueno.»
Justo cuando mi padre fue al salón a hacer una llamada telefónica, ocurrió un milagro. La abuela soltó un «woo» y dio un largo suspiro. Su pálido rostro se enrojeció poco a poco, abrió los ojos y su respiración empezó a recuperarse lentamente. Volvió a la vida. Fue el misericordioso Shifu quien la salvó y permitió que toda nuestra familia fuera testigo del milagro de Falun Dafa. Llegó la ambulancia y se llevó a la abuela al hospital. Resultó que había sufrido un infarto cerebral.
La abuela no podía hablar ni mover la mitad del cuerpo cuando se despertó. Mientras estaba en el hospital, insistía en recitar en su corazón «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno». Al tercer día, pudo hablar y mover el cuerpo y las piernas. Los médicos dijeron: «Es muy raro que una persona de 90 años se recupere tan rápidamente». La abuela recibió el alta al cabo de dos semanas.
Puedo hablar de muchas más experiencias conmovedoras y milagrosas. Lo anterior no es suficiente para mostrar la misericordia de Shifu por mí y mi familia. No puedo expresar lo suficiente mi gratitud a Shifu. Sólo quiero agradecer de nuevo al Shifu por su misericordia y generosidad.