(Minghui.org) Hace 10 años me casé con mi amado esposo y fuimos de luna de miel a visitar a su tía abuela, que tenía unos 60 años. Era una mujer de buen corazón, saludable y activa, y nos trató con un gran entusiasmo.
Nos llevó a conocer varias atracciones turísticas importantes y nos aclaró la verdad sobre Falun Dafa. Nos contó que se había recuperado de varios problemas de salud al practicar Falun Dafa. También nos ayudó a renunciar al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus organizaciones juveniles.
Antes de irnos, nos dio el libro de Falun Dafa Zhuan Falun, el texto principal de Falun Dafa, y amuletos, recordándonos repetidamente que recitáramos: «Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno».
Leí Zhuan Falun y comprendí su valor, pero no empecé a practicar este sistema de cultivación. Con el paso del tiempo, influenciada por el ambiente en China, lentamente me olvidé de Falun Dafa.
Nuestra vida era buena. Quedé embarazada al segundo año de casarnos, y nuestra familia estaba llena de alegría. Sin embargo, empecé a experimentar molestias y mi nivel de plaquetas bajó durante el cuarto mes de embarazo. Fuimos a hospitales del condado y luego de la ciudad, donde me diagnosticaron trombocitopenia.
A pesar de gastar decenas de miles de yuanes, mi estado no mejoró. El nivel de plaquetas seguía bajando. No tuvimos más remedio que ir a un gran hospital de la capital de provincia para recibir tratamiento. En aquel momento, aún teníamos esperanzas de tener a un bebé sano.
Mi estado no solo no mejoraba, sino que empeoró, a pesar de los costosos tratamientos. Mi nivel de plaquetas bajó a una unidad, cuando lo normal es entre 100 y 300 unidades. Los médicos se quedaron sin opciones.
Según su experiencia, era muy difícil salvar a la madre y al bebé al mismo tiempo. Nos sugirieron que eligiéramos entre salvar mi vida o la del bebé. Emitieron un aviso de estado crítico y me pidieron que firmara y confirmara mi decisión.
Sentí como si de repente hubiera caído en un profundo abismo y me clavaran un cuchillo en el corazón.
Pensé: «¿Qué debo hacer? ¿Voy a dejar este mundo a una edad tan temprana? ¿Acaso mi bebé en gestación no tiene derecho a nacer?». Lloré en silencio y desesperada, sin lágrimas ni un destello de esperanza.
El aire parecía helado. En un momento de desesperación, rompí en pedazos el aviso de estado crítico y lo tiré al suelo. Mis padres, mis suegros y todos los presentes en la sala estaban llorando.
En ese momento, me di cuenta que mi esposo no estaba en la habitación. Salió corriendo porque no podía contener las lágrimas delante mío y buscó un lugar para llorar en voz alta fuera. Él estaba temblando y no sabía qué hacer. De repente, recordó lo que su tía abuela le había dicho el año pasado sobre cómo afrontar las dificultades. Rápidamente sacó el teléfono y la llamó.
Al escuchar el llanto al otro lado, la tía abuela le dijo en voz baja: «No llores, por teléfono no se escucha bien, por favor, habla despacio». Mi esposo entonces le explicó mi situación.
Sabiendo que aún estaba consciente, la tía abuela me preguntó sabiamente: «¿Recuerdas las dos frases que te dije el año pasado?». Mi esposo recordó al instante: «Falun Dafa es bueno, Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno», y rápidamente dijo: «Lo recuerdo». La tía abuela nos aconsejó que recitáramos sincera y repetidamente estas nueve palabras.
Mi esposo y yo recitamos continuamente estas nueve palabras y le pedimos a Shifu que nos ayudara. Al poco tiempo, ocurrió un milagro. Cuando la enfermera midió mi nivel de plaquetas, este había aumentado. Cada medición posterior mostraba un aumento y, al cuarto día, había regresado a los niveles normales.
Nos abrazamos con lágrimas en los ojos. Estábamos muy agradecidos con Shifu por habernos salvado del abismo y habernos dado una nueva vida. También nos dio una familia completa y feliz. Los médicos estaban desconcertados por mi rápida recuperación. Nos dijeron que todo había regresado a la normalidad y que podían darme el alta.
Al final de mi embarazo, di a luz a una niña sana. Ahora tiene 10 años, y más tarde tuve un segundo hijo, que ahora tiene 4 años. Nuestra familia es verdaderamente feliz.
Con frecuencia reflexiono sobre esta experiencia milagrosa. No hay palabras para expresar la gratitud que mi familia y yo sentimos por Shifu. Nos inclinamos en profunda gratitud, ¡ante Shifu!