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Una mujer de Hunan, incapacitada tras ser internada en un hospital psiquiátrico y un centro de lavado de cerebro, muere nueve años después

Ago. 26, 2024 |   Por un corresponsal de Minghui en la provincia de Hunan, China

(Minghui.org) 

Nombre: Zhou Dongying
Nombre chino: 周冬英
Sexo: Femenino
Edad: 70 años
Ciudad: Yueyang
Provincia: Hunan
Profesión: Contable
Fecha de defunción: Enero 2024
Fecha última detención: 2 de septiembre de 2012
Lugar última detención: Centro de Formación Jurídica de Changsha

Una mujer de la ciudad de Yueyang, provincia de Hunan, entró en estado de delirio en 2012 tras 36 días de detención en un centro de lavado de cerebro. Estaba ansiosa e inquieta, caminaba de forma inestable, veía borroso y no podía comer, todos estos son síntomas de envenenamiento. Después de luchar contra estos síntomas durante tres años, sufrió un derrame cerebral en 2015 y quedó completamente incapacitada. Permaneció en cama durante los nueve años siguientes y falleció en enero de 2024. Tenía 70 años.

Zhou Dongying, antigua contable de los campos de cañaverales de Xinzhou, dependiente de la Oficina de Gestión de Lagos del condado de Yueyang, fue perseguida por su fe en Falun Dafa, disciplina espiritual perseguida por el régimen comunista chino desde 1999. Debido a la creencia en su fe y que informaba a la sociedad sobre la persecución, fue detenida en numerosas ocasiones. Estuvo retenida dos veces en centros de lavado de cerebro y otras dos en hospitales psiquiátricos. La torturaron y le administraron drogas tóxicas que acabaron con su vida.

Primeras detenciones

La Sra. Zhou y varios otros practicantes acudieron a Beijing en agosto de 2000 para apelar por el derecho a practicar Falun Dafa. Los funcionarios de la Oficina Nacional de Apelaciones se negaron a atenderlos y los remitieron al departamento de policía.

Tras confirmar que eran practicantes de Falun Dafa, la policía les obligó a ponerse de cuclillas frente a una pared. Un agente propinó una patada en el muslo derecho a la Sra. Zhou, dejándole un gran moratón.

Cuando la policía supo que los practicantes procedían de Yueyang, llamó a la Oficina de Enlace de Yueyang en Beijing para que los recogieran. Fueron retenidos en la oficina de enlace durante dos días y escoltados de vuelta. Los funcionarios de la División de Seguridad Nacional del condado de Yueyang dijeron que estarían retenidos en el Centro de Detención durante un mes. El marido de la Sra. Zhou pagó a la policía 4.000 yuanes (más de 500$) y fue puesta en libertad a los 12 días. Su marido también pagó 240 yuanes por su comida (unos 33$).

La Sra. Zhou regresó a Beijing a finales de diciembre del 2000 para apelar de nuevo. Los agentes de paisano que patrullaban la plaza de Tiananmen la agarraron por el pelo, la arrastraron hasta un coche de policía y le dieron dos patadas en el estómago. La llevaron al Centro de Detención de Shunyi, en Beijing, donde los guardias la electrocutaron con porras eléctricas para que revelara de dónde venía. No dijo nada y fue puesta en libertad casi dos semanas después.

La Sra. Zhou fue detenida de nuevo el 5 de septiembre del 2001, cuando fue a la ciudad de Xushi a pegar carteles informativos sobre Falun Dafa. Tres agentes se turnaron para golpearla desde la medianoche hasta las 6 de la mañana. Estaba llena de moratones, tenía sangre seca en el pelo y una herida de varios centímetros entre los dedos índice y corazón de la mano izquierda. Su brazo izquierdo estaba tan malherido que no podía moverlo.

Cuando la Sra. Zhou solicitó atención médica, la policía la colgó de un travesaño por las manos durante más de una hora. El agente Zhao Wenhua le hizo más de una docena de quemaduras con un cigarrillo en la cadera derecha. Cuando la bajaron, se desplomó y le pisotearon la espalda.

Fue trasladada posteriormente al Primer Centro de Detención de Yueyang durante 48 días. La policía le impuso una condena de un año en un campo de trabajo, pero se denegó su ingreso debido a su mal estado de salud. La policía le exigió 3.000 yuanes (más de 400$) antes de permitirle regresar a casa.

En julio del 2002 la policía la descubrió distribuyendo materiales informativos sobre Falun Dafa. Al día siguiente la detuvieron en su casa y la recluyeron en el Centro de Detención del condado de Yueyang y en el Centro de Detención de Xiangyin durante casi cuatro meses. Un instructor apellidado Peng y un secretario apellidado Liu la golpearon salvajemente, sobre todo en la cabeza y otros lugares vitales, con los puños y una zapatilla de goma. También la agarraron del pelo y la golpearon contra la pared. Inició una huelga de hambre para protestar por los malos tratos y posteriormente fue puesta en libertad.

Le inyectan drogas desconocidas y la electrocutan en un hospital psiquiátrico

La Sra. Zhou fue detenida de nuevo en agosto de 2005 y enviada al Centro de Lavado de Cerebro de Hubin. Zhang Jiehong, de la Oficina 610, la golpeó cuando se resistió. A los pocos días, sufrió una hemorragia interna y fue enviada al hospital.

Al día siguiente, Fan Yuehua, compañero de trabajo, y el personal del centro de lavado de cerebro llevaron a la Sra. Zhou al Hospital Psiquiátrico de Yueyang. Le dijeron al médico: «Tiene un problema mental: practica Falun Dafa». El médico la ató y le administró un fármaco desconocido por vía intravenosa durante toda la noche y también la obligó a tomar fármacos por vía oral. Cuando a la mañana siguiente necesitó ir al baño, el médico no se lo permitió, diciendo: «Tiene problemas mentales. Tengo miedo de que pegue a alguien». Alguien enviado por la Oficina 610 para vigilar a la Sra. Zhou le dijo: «No tiene ningún problema mental, puedo garantizarlo». Sólo entonces el médico le quitó las esposas.

A la Sra. Zhou le inyectaron drogas desconocidas y la obligaron a tomar diariamente pastillas desconocidas. También recibió descargas eléctricas. Desarrolló temblores y ansiedad y sentía pánico y náuseas. Una semana después, la trasladaron de nuevo al centro de lavado de cerebro. La seguían alimentando a la fuerza con pastillas no identificadas. Su salud empeoró rápidamente y pronto entró en estado crítico. Entonces, el personal del centro de lavado de cerebro se la llevó a casa y la dejó allí. Para entonces, Zhou ya no podía valerse por sí misma.

En casa, la Sra. Zhou empezó a subir y bajar las escaleras sin control y no podía comer. Su marido tuvo que llevarla al hospital. Cuando el médico le preguntó qué le pasaba, ella respondió: «Me detuvieron por practicar Falun Dafa. Durante mi estancia en un hospital psiquiátrico, me ataron, me inyectaron drogas desconocidas y me obligaron a tomar pastillas también desconocidas durante más de una semana. No puedo controlar mi temblor, siento pánico y no puedo dejar de pasearme». El médico respondió: «Tiene que encontrar a quien le hizo esto. Ellos son los responsables. Usted no tiene ninguna enfermedad mental. La causa son los medicamentos. No puedo tratarla».

Al principio, el marido de Zhou había impedido que su esposa practicara Falun Dafa por miedo a ser perseguido. Se le rompió el corazón al ver a su mujer en ese estado y sin ningún tratamiento disponible para ayudarla, así que la animó a reanudar la práctica. Poco a poco, mejoró.

En 2006, la señora Zhou tuvo un episodio en el que vomitaba constantemente, se mareaba, no podía caminar y estuvo dos meses postrada en cama. Pero hizo los ejercicios de Falun Dafa y se recuperó.

Detenida en un centro de lavado de cerebro y envenenada con drogas desconocidas

El 2 de septiembre de 2012, agentes del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos de Yueyang, de la Oficina 610, de la Oficina de Administración del Lago Dongting y de la Comisaría de Policía de Shuishang (unos diez en total) acudieron al domicilio de la Sra. Zhou  y se la llevaron a un centro de lavado de cerebro (el «Centro de Formación en Educación Jurídica de Changsha»).

Todos los practicantes estaban recluidos en una pequeña habitación de diez metros cuadrados y vigilados las 24 horas del día por personal enviado por la Oficina 610. Los practicantes fueron obligados a ver deuvedés y a leer libros que calumniaban a Falun Dafa. Se les presionó para que escribieran declaraciones en las que denunciaban su fe y garantizaban que no volverían a practicarla. Los que se negaban a ser «transformados» eran golpeados con palos de bambú, abofeteados en la cara, quemados, obligados a permanecer de pie durante largos periodos de tiempo, privados de sueño, no se les permitía comer ni beber y se les ponía veneno en la comida.

La Sra. Zhou mantuvo una huelga de hambre en protesta. La alimentaron violentamente y le arrancaron un diente. Los agresores la pellizcaron por todo el cuerpo hasta dejarla morada.

La huelga de hambre duró 18 días. El personal del centro de lavado de cerebro (incluido el personal de la Oficina 610 y el médico) mezcló drogas desconocidas con su comida y la alimentaron a la fuerza todos los días. Cuando la Sra. Zhou abandonó la huelga de hambre y empezó a comer, siguieron poniéndole drogas en la comida.

Un día, un médico vino a tomarle la tensión. Le dijo que era hipertensa y ordenó al personal que le pusieran medicamentos en la comida. Un día, la Sra. Zhou se enteró y preguntó al personal qué le habían echado en el plato. Le contestaron: «Medicina para su hipertensión».

La Sra. Zhou dijo: «¡No tengo hipertensión!» y se deshizo de su cuenco. Como siempre era otra persona la que le traía la comida, no tenía ni idea de cuánto tiempo la habían drogado ni de qué tipo de droga era.

Un día, la Sra. Zhou cayó en un profundo sueño poco después de cenar y no pudo despertarse. Al día siguiente dijo que no comería más. Le dijeron: «Puedes comer un huevo duro. Sería difícil mezclar drogas en él», admitiendo así que habían estado haciendo exactamente eso. El centro de lavado de cerebro la liberó ese mismo día.

Después de que la Sra. Zhou se fuera a casa, Fan Yuehua, jefe de la Oficina 610, y Xia Wei dijeron a su marido y a su hija que tenía «hipertensión» y necesitaba tratamiento. Uno de los guardias que golpearon a la Sra. Zhou en el centro de lavado de cerebro dijo a otros que sus órganos internos «estaban todos supurados» y que no viviría mucho tiempo.

La Sra. Zhou deliraba cuando llegó a casa. Estaba ansiosa e inquieta, andaba de forma inestable, su visión era borrosa, y no podía comer, síntomas típicos de la intoxicación. Cuando mejoró un poco, Zhou se dio cuenta de que la habían envenenado.

Alrededor de agosto de 2015, la Sra. Zhou sufrió un derrame cerebral. Sobrevivió a la operación, pero perdió la memoria y la capacidad de hablar. Quedó completamente incapacitada. A partir de su experiencia, su marido comprendió lo perversa que es la persecución. Hizo todo lo posible por cuidarla durante los últimos nueve años de su vida.

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