(Minghui.org) Cortaron el agua en nuestro edificio, pero no nos avisaron. Mi marido me dijo que me uniera al grupo de WeChat de la administración, mi hija estuvo de acuerdo. Yo no dije nada. Cuando fui a mi grupo de estudio de Fa, comenté el asunto con los demás practicantes. Una me dijo que nadie sabía dónde vivía, pero que si me unía al grupo de administración, lo sabrían los de la oficina de gestión de la comunidad local y los de la estación de policía. También me sugirió que le dijera a mi marido que no se uniera.
Estuve de acuerdo. La policía local acosaba a los practicantes todos los años, pero como yo vivía en la propiedad de mi hija, no podían encontrarme.
Cuando volví a casa, le dije a mi marido que una practicante nos había sugerido que no nos uniéramos a ese grupo de WeChat. Antes incluso de que terminara de hablar empezó a gritar. Gritó que iría allí mañana a las ocho de la mañana y lo haría. Cuando intenté explicárselo, empezó a insultarme. Me fui al dormitorio pero me sentía muy amargada.
Empecé a mirar hacia dentro. Tenía miedo, y además no dejé de lado el sentimentalismo por él, así que su reacción fue culpa mía. Después de leer en mi ordenador algunos artículos para compartir en la página web Minghui, le ofrecí un helado. Lo rechazó. Le pregunté si seguía enfadado conmigo. Se calmó. Sabía que debía ser considerada con él. Le dije: "Me has insultado, pero no me he enfadado. Temo que se te dispare la tensión si te enfadas tanto. No es bueno que digas palabrotas". Él respondió: "Eres tan tonta". Lo que él quería decir era que no se uniría a su grupo de WeChat, pero no lo dijo.
Dejando ir mis apegos a mi hija
Mi hija vive en otra ciudad. Cuando su hijo era pequeño, me quedé con ella de canguro. Su suegra vino a visitarme cuando estaba recibiendo tratamiento para la leucemia en el hospital cercano a su casa. Le hablé a su suegra de Falun Dafa y empezó a practicarlo. Cuando pasó por la eliminación del yeli de enfermedad, tanto mi hija como mi yerno le pidieron que tomara medicamentos. Ella se negó, pero me preguntó: "¿Debo tomar medicamentos o no?". Le dije: "Tú decides. Shifu nunca dijo que no se tomaran medicinas cuando uno está enfermo". Decidió dejarme todos sus medicamentos. Se recuperó en pocos días. Antes de irse a casa, compré un reproductor de MP3 y cargué las conferencias grabadas de Shifu para que pudiera escuchar el Fa.
Al año siguiente, volví a visitar la casa de mi hija. Su suegra volvía a estar enferma. Mi yerno intentó convencerla para que tomara medicamentos. Recordando mi experiencia de la última vez, le dije que el año pasado había estado muy enferma, pero no tomó ningún medicamento. Le pedí que hiciera lo mismo esta vez. Pero lo que yo no sabía era que, desde que se fue, no había estudiado el Fa y ya no practicaba.
Más tarde les contó a mi hija y a mi yerno lo que le dije sobre no tomar ningún medicamento. Por eso dejaron de invitarme a su casa para que cuidara a su hijo. Durante diez años no me llamaron y sólo se pusieron en contacto con mi marido; le compraron ropa y le dieron algo de dinero.
Albergué mucho resentimiento hacia mi hija. Cuando miré hacia dentro, me di cuenta de que era yo la que no lo hacía bien. Tanto ella como su marido tenían un malentendido hacia Dafa. Un año, nos llevaron a mi marido y a mí de excursión. Cuando comimos, me disculpé con mi yerno.
Poco después empezó la pandemia de COVID. Me preocupaba que se infectaran, así que le dije a mi yerno que recordara "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Me contestó: "¡Fuera!". Me sentí muy dolida. Después de regresar a casa, durante mucho tiempo, todavía tenía sus palabras en mi mente. Sólo a través del estudio de Fa, dejé de pensar en ello.
Mi hija vino a visitarnos en 2023, pero aún así me dio la espalda. Le preparé comida deliciosa. Comió, pero no me habló. Sin embargo, sabía que ya había dejado atrás ese apego.
Cuando aquella noche charló con su padre, yo me limité a sentarme a su lado. No importaba lo que dijeran, yo no decía nada. Le dijo que yo trataba a su hermana mejor que a ella y que le compraba ropa nueva. También le dijo lo difícil que era su vida. Yo permanecí callada.
Cuando hice los ejercicios de la mañana, me vinieron a la mente sus palabras y me sentí muy incómoda. Pensé: Fuiste a la universidad durante cuatro años, ¿quién te mantenía? Me puse a trabajar y ganaba 500 yuanes (70 dólares) al mes. Te lo di todo para que pagaras la matrícula. En aquella época, mi marido estaba enfermo y no contribuía económicamente a la familia. ¿¡Qué dura era mi vida!? No sólo no me aprecias, sino que incluso te quejas de mí. Me sentía dolida todo el día. Por la noche, me encontré con un artículo compartido que me inspiró. Pensé que probablemente le debía algo de una vida anterior y que tenía que devolvérselo en esta vida. Desde entonces, he olvidado por completo lo que me dijo.
Impasible ante el sentimentalismo
Durante los encierros de la pandemia, gente del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos llamó a mi hija para pedirle que me hiciera redactar la declaración de garantía. Le dijeron que le darían diez días. Si me negaba, la amenazaban con despedirla del trabajo.
En ese momento, ni mi marido ni yo estábamos en casa. Llamó a mi marido y le dijo: "Me han llamado del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos y me han dicho que le pida a mi madre que escriba la 'declaración de garantía'. Si no lo hace, me despedirán del trabajo". Así que mi marido me pidió que escribiera una. Me negué. Se enfadó: "Si no la escribes, tendré que llevarte a la estación de policía, donde estarás incomunicada".
Le dije: "Antes tenía mala salud, pero me recuperé después de cultivarme. Si no hubiera practicado, habría muerto hace años. Si escribo esa declaración, mis enfermedades pueden volver". Él respondió: "No me importa. Si ella pierde su trabajo, me divorciaré de ti".
Mi hija me llamó y me dijo entre lágrimas: "Si no escribes la declaración, me despedirán. Entonces tendré que ir a mendigar comida. Tendré que cortar mi relación contigo". Le dije: "No la escribiré ni firmaré nada".
Me sentía mentalmente angustiada: Si no escribía la declaración, mis familiares no dejarían de presionarme. Como no podía desprenderme de mi apego al sentimentalismo, no podía comer ni dormir. Por otro lado, pensé: He cultivado durante muchos años. Shifu me ha dado tanto. Este Dafa es extremadamente precioso. Soy tan afortunada de ser una practicante. Esta es una oportunidad para dejar ir lo humano. Decidí firmemente no seguir sus órdenes.
Entonces me puse en contacto con otro practicante, que me envió documentos legales. Cuando lo compartí con nuestros practicantes locales, les dije: "Quiero llamar a la gente del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos sobre este asunto". Estuvieron de acuerdo.
Un domingo, pedí a los practicantes que enviaran pensamientos rectos para mí. Pedí a Shifu que me fortaleciera, y luego llamé a los miembros del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos. La persona que recibió la llamada dijo: "Si escribes una declaración de garantía de no practicar más, eliminaremos tu nombre de nuestra lista".
Le contesté: "No puedo. Si lo hago no será bueno ni para ti ni para tu familia, incluidos tus hijos. Está claramente estipulado que, como ciudadano chino, uno tiene libertad de creencia y de expresión. No hay ninguna ley que prohíba practicar Falun Gong. El exlíder del PCCh Jiang Zemin y su banda violaron la ley cuando decidieron perseguir a Falun Gong".
También les dije que Falun Gong enseña a la gente a ser amable y a seguir Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Además ayuda a resolver enfermedades y a mantenerse en forma. Les expliqué que yo sufría todo tipo de enfermedades y que me recuperé. Ahora mi familia está en armonía. ¿Cómo no iba a practicar algo tan maravilloso? Le dije: "Intento ayudarte sinceramente".
Le dije: "Soy responsable de mis actos. Por favor, no penalicen a mi hija, ya que no goza de buena salud".
También le recordé que nuestros antepasados creían que las buenas acciones son recompensadas, pero las malas son castigadas. Le cité varios ejemplos, y a medida que hablaba podía sentir cómo se desmontaban los factores negativos que había detrás de él.
Cuando volví a casa, mi marido me pidió que volviera a escribir la declaración. Le dije que ya no tenía por qué preocuparme por eso. No me creyó. Entonces le hablé de la llamada que había hecho. Además, le aclaré más profundamente la verdad sobre Dafa.
Hay muchas otras cosas que me gustaría mencionar, pero no las enumeraré todas. Todavía tengo muchos apegos. Veo muchas brechas en mi cultivación cuando me comparo con otros practicantes. Eliminaré todas las que pueda, me cultivaré con diligencia y volveré a casa con Shifu.