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[Celebrando el Día Mundial de Falun Dafa] Mi vida tras ser condenada a ocho años de prisión a los 70 años de edad

Jun. 7, 2024 |   Por una discípula de Dafa en la provincia de Heilongjiang, China

(Minghui.org)  Me detuvieron en 2015 mientras distribuía materiales para esclarecer la verdad y me condenaron ilegalmente a ocho años de prisión a la edad de 70 años. Como se suele decir, la cárcel en China es un infierno. Dada mi larga condena, a algunas personas les preocupaba que no pudiera regresar a casa. Sin embargo, como cultivadora, me di cuenta que se debía a que no había alineado mis pensamientos y mis acciones con el Fa, lo que le permitió a las viejas fuerzas explotar mis brechas. Decidí transformar la mala situación en algo bueno y traté la prisión como un lugar donde rectificarme.

Han pasado ocho años y ahora, a la edad de 78 años, parezco de 60. Mi piel es clara y sonrosada, no tengo arrugas y mi pelo blanco se ha vuelto negro. Engordé, pero mi figura es mejor que antes. Las reclusas me decían a menudo: «Tía, si pudiera ser como tú a tu edad, sería estupendo». Les dije que debían practicar Falun Dafa. Les he demostrado el extraordinario poder de Falun Dafa.

Nunca pierdan la oportunidad de aclarar la verdad

Cuando me arrestaron y me llevaron al departamento de policía, no tuve miedo y solo tuve un pensamiento: No debo perder esta oportunidad de decirle la verdad a la gente sobre la persecución a Falun Dafa. Generalmente, no es fácil hablar con estas personas (oficiales), así que tenía que aprovechar la oportunidad. Me mantuve explicando los hechos sin importar a qué sala me llevaran o con quién me encontrara. Algunos me escucharon con seriedad, otros se quedaban un rato escuchando y luego se marchaban, otros parecían que nunca antes habían escuchado la información y se quedaban bastante sorprendidos, otros se mostraban notablemente comprensivos. Fue bueno que escucharan la verdad, más o menos.

Estuve retenida en un centro de detención durante 11 meses. Había 13 personas en mi celda, la mayoría jóvenes, y la gente entraba y salía con frecuencia. Durante la siesta del mediodía, cada reclusa tenía que turnarse para estar de guardia durante dos horas. Algunas reclusas no tenían buena salud y otras tenían sueño, así que les era difícil cumplir el requisito. Decidí tomar el relevo y hacer la guardia por ellas todos los días, lo que me permitiría practicar la meditación a mediodía. Al ver que yo era mayor y estaba dispuesta a cumplir con su deber por ellas, se sentían realmente agradecidas y me consideraban una figura materna.

Las jóvenes no sabían hacer las tareas, así que yo tomaba la iniciativa de hacerlas. El jefe de la unidad se emocionó y les dijo a todas: «Vamos, gritemos juntas: ¡Falun Dafa es bueno! Verdad, Benevolencia y Tolerancia es bueno!». Eran tan afortunadas por poder escuchar la verdad, ¡y yo estaba verdaderamente feliz por ellas! Mi ambiente se hizo más relajado, y pude estudiar el Fa y hacer los ejercicios con otra practicante.

Se acercaba la supuesta fecha del juicio, y pensé que Shifu no había dispuesto esto para mí, así que no quise reconocerlo. Decidí convertir una mala situación en una buena y aproveché esta oportunidad, para decir la verdad a más personas y salvarlas. Preparé el contenido en mi mente y lo memoricé.

Llegó el día del «juicio». La sala estaba llena de gente, había miembros del Partido Comunista Chino (PCCh), mis amigos y familiares y otros practicantes entre el público. Cuando llegó mi turno de hablar, mantuve la calma y la compostura, con un corazón compasivo para salvar a la gente, y pronuncié el discurso preparado de corazón. Hablé de cómo Shifu dio a conocer el Fa, de cómo Dafa se extendió por todo el mundo y ganó reconocimiento y respeto a nivel mundial, de los efectos milagrosos de Dafa en la sanación y el estado físico, de los beneficios físicos y mentales para todos los seres, y de la persecución a Dafa y las consecuencias de algunos oficiales que persiguen a los discípulos de Dafa.

Durante todo el proceso, pude sentir el apoyo de Shifu, mi mente estaba clara y mi discurso fue fluido. El público estaba en silencio, no se escuchaba ni un sonido excepto mi poderosa y resonante voz repicando en la sala del tribunal, cada palabra atravesaba los espíritus malignos y el malvado PCCh, salvando a los seres conscientes.

De regreso a la celda, los guardias me dieron un pulgar hacia arriba y dijeron: «¡Bien hecho, tía!». Parecía que habían comprendido la verdad, y me sentí reconfortada. Di las gracias a Shifu por haberme brindado la oportunidad de decir la verdad y salvar a la gente. Pocos días después, cuatro practicantes fuimos trasladadas a la prisión provincial de mujeres. De camino, debíamos llevar esposas, pero la policía nos llevó sin ponérnoslas.

Superar los retos con pensamientos rectos

Cuando me llevaron por primera vez al centro de detención, me encontraba en un estado terrible, me sentía ansiosa e inquieta. Debido a mi falta del estudio del Fa, no podía enviar pensamientos rectos.

Me di cuenta que el propósito del mal era destruir a los discípulos de Dafa. ¿Yo iba a terminar así? ¡No! Le imploré a Shifu que fortaleciera mis pensamientos rectos. Entonces, una luz entró en mi corazón con este pensamiento: «¡Niégalo completamente! Soy una discípula de Dafa, Shifu se encarga de mí, nadie más puede tocarme".

Después de eso, cada vez que me venían pensamientos negativos a la mente, los negaba completamente. Apenas enviaba pensamientos rectos, Shifu eliminaba las sustancias malas por mí.

Siempre que me sentía perdida y desamparada en el centro de detención, estos pensamientos rectos me ayudaban en los momentos difíciles. He soportado ocho años difíciles y he creado mi entorno de cultivación.

Negándome a cumplir las exigencias de los malvados

Cuando me ingresaron a la prisión, en un intento por lograr una tasa de "transformación" del 100%, los funcionarios de prisiones me encerraron en una pequeña celda desde que llegué. En 2018, me exigieron que escribiera declaraciones para renunciar a mis creencias e hicieron que un funcionario llevara cuatro declaraciones ya redactadas para que yo las firmara. La guardia se sentó frente a mí y me presionó para que firmara. No le hice caso y empecé a enviar pensamientos rectos: haz que se detenga y duérmete.

Al poco tiempo, dejó de hablar, puso las cuatro declaraciones sobre la cama y se durmió. Al verla dormida, rompí las declaraciones. Ella se despertó al escuchar el ruido, vio lo que había hecho y, enfadada, tomó los trozos de papel para informar a sus superiores. Después de un rato, la persona encargada de "transformarme" vino y me dijo: "Le dije a la jefa de equipo que es difícil cambiar los pensamientos firmemente establecidos de alguien, así que no intentaremos 'transformarte' más. La jefe de equipo estuvo de acuerdo". Desde entonces, nadie volvió a intentar "transformarme".

En la prisión era obligatorio llevar ropa con la palabra "convicto". Además de la ropa de la prisión, incluso nuestra propia ropa tenía que tener pintada la palabra "convicto". Yo me negaba a usarla, así que cuatro o cinco personas intentaban ponérmela a la fuerza todos los días. Mido solo 1,5 metros y peso 45 kilos, y era físicamente débil. Pero siempre me mantenía firme, con los puños cerrados y los brazos cruzados frente al pecho, así que, por mucho que lo intentaban, no lo lograban. Mi fuerza era tan grande que hasta yo misma me asombraba. Sabía que, sin el apoyo de Shifu, ¿cómo podría una pequeña mujer mayor vencer a varias personas?

Durante tres meses consecutivos, no lograron que me pusiera la ropa de la prisión y, después de eso, no volvieron a intentarlo. Aunque mi ropa y mis pantalones tenían pintada la palabra, corté las partes marcadas y las volví a coser. Las reclusas que me observaban veían lo que hacía, pero no decían nada. Me negué a sentarme en el pequeño taburete, me negué a someterme a las inspecciones de las celdas, no participé en ninguna de sus actividades y no hice trabajo forzado.

Creando un entorno para estudiar el Fa

Cuando establecimos un buen ambiente, lo más valioso que recibimos fueron copias manuscritas de Zhuan Falun, que llevaron otros practicantes de fuera de la prisión, y cada lección era un pequeño cuadernillo. Solo llevaron tres copias, ¡lo que ya era muy valioso! También había otras enseñanzas de Shifu, muy apreciadas.

Atesoraba mucho mi tiempo. Cada día, aparte de comer, dormir y asearme, memorizaba el Fa y enviaba pensamientos rectos. Incluso cuando me despertaba por la noche, continuaba memorizando el Fa y enviando pensamientos rectos, sin perder tiempo. Dormía cada vez menos y me sentía llena de energía incluso si dormía poco.

Los pensamientos rectos vienen del Fa. Cuanto más estudiaba el Fa, tanto más desarrollaba pensamientos rectos. Con fuertes pensamientos rectos, el camino de cultivación se hizo naturalmente recto. Cuando el camino era recto, el ambiente se volvía naturalmente más relajado. Con el tiempo, una practicante y yo en la misma celda creamos un ambiente para estudiar el Fa. No solo podíamos estudiar y memorizar el Fa sin interferencias, sino que algunas reclusas de la celda también se unieron a nosotras en el estudio del Fa y la memorización de Hong Yin.

Shifu dijo:

“Si cada Dafa dizi tuviera acciones y pensamientos rectos mientras hace las cosas, y pudiera ver la cosas con pensamientos rectos bajo cualquier circunstancia, ninguno de ustedes tendrá miedo al enfrentarse con la persecución. Si así es como son, ¡quién se atreverá a perseguirte! Si una persona está completamente en el Fa, nadie puede tocarlo. ¿No es eso tener la habilidad de protegerte a ti mismo?” (Exponiendo el Fa en San Francisco, 2005).

Hago este escrito de mis ocho años de un viaje difícil, compartiendo algunas de mis prácticas y experiencias, para expresar mi gratitud a Shifu y a Falun Dafa en el Día Mundial de Falun Dafa.

Estoy profundamente agradecida con Shifu y con Falun Dafa. Me esforzaré por ser más diligente en mi cultivación y caminar el camino restante de mi cultivación bien y rectamente.

(Envío seleccionado en celebración del Día Mundial de Falun Dafa en Minghui.org)