(Minghui.org ) Después de empezar a practicar Falun Dafa en 1998, mi cirrosis hepática desapareció en seis meses. Un año después, agradecida por haber obtenido el Fa, perseveré en practicar Dafa cuando el Partido Comunista Chino ordenó su persecución –un año después–. Y trabajé con otros practicantes para generar conciencia sobre la persecución. Me gustaría compartir una experiencia especial en el centro de detención tras un arresto en 2017, y cómo la utilicé para cultivarme y aclarar los hechos.
Dos practicantes locales fueron arrestados mientras distribuían materiales de Dafa el 12 de junio de 2017. La policía también allanó nuestro centro de producción de materiales. Para rescatar a los dos practicantes, tres de nosotros colocamos pancartas y escribimos una carta abierta a la policía, lo que provocó que nos detuvieran esa misma tarde.
La policía nos interrogó durante más de 20 horas sin descanso. Nos negamos a responder a todas y cada una de sus preguntas, pero intentamos aclararles los hechos y les pedimos que nos dejaran en libertad. Un oficial nos dijo que había visto a practicantes distribuyendo materiales cuando fue a Hong Kong. Sabía que Dafa es bueno y beneficioso para la sociedad, pero aun así tenía que seguir las órdenes de sus superiores y perseguirnos.
Poco después llegaron tres vehículos de la policía y nos llevaron al hospital para hacernos los exámenes físicos que requieren las detenciones. En el auto, le conté a los policías la historia de dos exfuncionarios de la seguridad pública que recuperaron la salud practicando Dafa. Se sorprendieron al oír nuestra historia.
Nos negamos a cooperar con la policía en el hospital. Me sujetaron el brazo e intentaron medirme la tensión, pero me zafé. El tensiómetro y el estetoscopio cayeron al suelo. Levanté las manos esposadas y grité: "¡Falun Dafa es bueno! ¡Verdad, Benevolencia, Tolerancia es bueno! Restituyan el nombre de mi Shifu".
El personal del hospital y los pacientes se reunieron a mi alrededor. Al no poder llevarme de vuelta para realizar el examen físico, la policía pidió ayuda. Unos 20 minutos después, llegaron más de diez agentes armados. Me sujetaron en el suelo, me sacaron sangre a la fuerza y me hicieron un electrocardiograma.
Tras el examen físico, la policía nos llevó al centro de detención. Me negué a acatar su orden. Me exigían que admitiera que era un delincuente. Los guardias me amenazaron con dispararme. "Puedo matarte hoy mismo si quiero hacerlo", me dijo uno. Luego me llevaron a una celda compartida con otras once reclusas.
Las reclusas me preguntaron qué delitos había cometido. Les dije que no había hecho nada malo y que me perseguían por practicar Falun Dafa. Una de ellas recordó que antes había estado detenida con una practicante, que se mantuvo firme en su fe a pesar de todas las brutales torturas, incluidas descargas eléctricas, ser colgada de las muñecas esposadas y aislamiento. Les conté que Falun Dafa es una práctica de cultivación espiritual que sigue los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y que se ha extendido por muchos países del mundo. También le conté más cosas sobre la histórica apelación de 10.000 practicantes el 25 de abril de 1999, para exigir un entorno pacífico para practicar Dafa, y cómo el régimen comunista montó la farsa de la autoinmolación de Tiananmen para demonizar a Falun Dafa.
Al tercer día de mi detención, el subjefe de policía vino a interrogarme. Se sentó frente a mí, con más de diez agentes de pie detrás de él. Me hicieron fotos y me grabaron en vídeo. Me preguntaron mi nombre y dije: "Soy practicante de Falun Dafa".
Me dijo: "Te hemos preguntado muchas veces cómo te llamas. ¿Por qué no nos lo dices? Si nos lo dices, dejaremos que tu familia venga a verte. Llevan días esperando fuera del centro de detención".
"Si mi familia está aquí, ¿no saben ya mi nombre?".
"Claro que lo sé, pero estoy poniendo a prueba tu actitud".
"No te diré mi nombre, pero exijo ver a mi familia".
"Eso no es posible. Es tu propia elección. Déjame hacerte otra pregunta, como empleada del gobierno, ¿por qué te uniste a una secta?"
"Falun Gong no es una secta. Ninguna ley ha criminalizado nunca a Falun Gong en China. Solía sufrir muchas dolencias, pero me recuperé completamente cuando empecé a practicar Falun Gong. Beneficia a la sociedad y no hace daño".
El propio jefe de policía vino al día siguiente, todavía intentando persuadirme para que escribiera una declaración renunciando a Falun Gong. Me prometieron que no me procesarían y que conservaría mi sueldo. Pero si no lo hacía, perdería mi trabajo bien pagado, o algo peor. Les dije que no escribiría ninguna declaración. Estaba dispuesta a perderlo todo, pero no a Dafa. El jefe de policía no paraba de decir: "¡Es una pena! Es una pena!" cuando se marchó.
De hecho, no me resultó una elección fácil. Desde que empecé a trabajar a los 17 años, disfruté de un buen sueldo en el sistema gubernamental durante los más de 30 años siguientes. Cuando me llevaron por primera vez al centro de detención y me recluyeron en la oscura y húmeda habitación sin ver el sol, sentí que había caído en el infierno. Pero seguí recitando el poema de Shifu para animarme.
No estén tristes
El cuerpo yace en prisión –no se aflijan, no estén tristes
Con pensamientos rectos y acciones rectas, el Fa está presente
Reflexionen calmadamente acerca de cuántos apegos tienen
En cuanto se deshagan de la mentalidad humana, el mal naturalmente desaparecerá
Persistí en recitar el Fa, hacer los ejercicios y aclarar los hechos. Poco a poco, no me sentí tan triste, sino más centrada y tranquila. Cuando llegó el Festival de Otoño, esa noche miré la luna y dije en mi corazón: "Shifu, ha estado trabajando duro". Pese a que algún tiempo después me condenaron a un año de prisión, mi fe en Dafa no ha dejado de fortalecerse.