(Minghui.org) Este es mi décimo año practicando Dafa. Durante estos diez años, me he dado cuenta de que el verdadero significado de la cultivación es caminar por la senda del retorno a mi verdadera naturaleza. Ahora sé cómo alinearme con los principios de Dafa. Me gustaría compartir mis experiencias de cultivación de los últimos tres años con los compañeros practicantes.
Desprenderse de una propiedad de un millón de yuanes
La comunidad donde vivían mis suegros iba a ser demolida en 2013 o 2014. Así que mi suegro se gastó más de un millón de yuanes (138.113,34 dólares) en un departamento de tres dormitorios en la mejor ubicación de una comunidad cercana a donde vivía Wei, el hermano de mi marido. Sin embargo, mis suegros nunca se mudaron al nuevo departamento porque al final su comunidad no fue demolida.
Cuando visité a mis suegros un día, mi suegra me dijo que habían estado en el nuevo departamento de Wei. Al principio no sabía a qué se refería, así que me lo repitió. Resultó que mis suegros, sin que nosotros lo supiéramos, habían pedido a Wei y a su mujer que decoraran el nuevo departamento. Mi marido estaba en el salón en ese momento, se enfadó al oírlo y preguntó cómo era posible que lo vendiéramos después de decorarlo. Lo primero que pensó fue en venderlo. Pero no sabía que sus padres ya se lo habían dado a su hermano Wei. Al enterarse, mi marido se enfadó mucho y se marchó inmediatamente. Se negó a hablar con sus padres durante más de siete meses. Incluso se negó a visitar a sus padres durante las vacaciones del Año Nuevo Chino, y tampoco quería que yo los visitara. Su tío y sus tías me sugirieron que no visitara a mis suegros. Pero me pareció inapropiado no visitarlos durante las vacaciones. Así que fui, y mi marido me acompañó, pero se negó a entrar solo. Me esperó fuera y entramos juntos.
Cuando nos enteramos de que le habían dado el departamento a Wei, también me pareció injusto. Pensé: “¿Por qué nos tratan tan injustamente? Como mínimo, deberían habernos informado. Además, la mujer de Wei tiene un buen trabajo con un buen sueldo al año, y aun así mis suegros les compraron el departamento de tres dormitorios en el que viven actualmente. Wei también tiene un departamento de dos dormitorios que alquilan, mientras que el departamento en el que vivimos lo compramos nosotros pidiendo un préstamo”. El favoritismo de mis suegros era bien conocido por toda la familia.
Antes de esta situación, mis suegros eran reacios a que Wei gastara dinero en ellos. Pasara lo que pasara en casa, Wei no aportaba nada de dinero. Mi suegra le dio a Wei 500 yuanes (69,06 dólares) en 2008 y le pidió que reservara mesa para su cumpleaños, pero acabó equivocándose de fecha. Así que mi suegra me pidió que me hiciera cargo. A partir de 2009, me encargué de reservar las mesas y las tartas para los cumpleaños de mis dos suegros, y salíamos juntos a cenar para celebrar los eventos importantes. En general, nuestra extensa familia hablaba bien de mí, ya que seguía los principios de Dafa y hacía lo que Shifu pedía. Trataba amablemente a todos los integrantes de esta familia y contribuía económicamente y en las labores cuando era necesario.
Con el paso de los meses, el resentimiento de mi marido por el departamento siguió sin resolverse. Puede que mis suegros supieran que no lo habían manejado correctamente, pero temían tocar ese punto sensible de mi marido, así que evitaban hablar del departamento delante de él. Sabía que la situación no debía seguir así y decidí buscar una solución. Mantuve una conversación sincera con mis suegros, contemplando la situación desde su perspectiva y respetando sus deseos. Conociendo el estado de mi marido, mis suegros quizá debieron reflexionar más. Mi suegro sugirió devolver el departamento y escriturarlo, pero yo señalé que ya había sido decorado, y que si hacíamos lo que mi suegro sugería, sólo agravaríamos el conflicto, lo cual no era apropiado. Les dije a mis suegros que estaba dispuesta a ceder la propiedad a Wei, y que no tenían que preocuparse por nosotros. Más tarde supimos que era a la mujer de Wei a quien le gustaba el departamento y tomó la iniciativa de decorarlo.
Seguí persuadiendo a mi marido para que diera prioridad a la armonía familiar y cediera la propiedad a Wei. A pesar de ello, mi marido seguía guardando rencor a su padre, pero poco a poco fue olvidándolo.
Ser amable con mi suegra independientemente de su comportamiento
Mi suegra tiene una buena profesión, ya que es médica. Cuando mi marido y yo estábamos recién casados, sentía un gran respeto por mi familia política. Sin embargo, más tarde descubrí que muchas de las costumbres de mi suegra eran bastante incomprensibles. Al principio no era evidente porque no vivíamos juntos. Cuando nuestro hijo tenía un año y medio, mi marido tuvo que irse a estudiar fuera del pueblo durante un año. Como nuestro hijo era muy pequeño y mis padres no eran de la zona, mi marido me pidió que me quedara con los suyos.
Me sorprendió el comportamiento de mi suegra tras la marcha de mi marido. Cada día que volvía a casa, tenía una expresión sombría y se tumbaba en el sofá en cuanto entraba en el departamento. No hacía nada, no cocinaba en la cocina ni cuidaba de nuestro hijo, algo totalmente inesperado. El entorno en el que crecí no era así, y mis padres no eran así. Yo creía que cuando una familia vivía junta, debían cuidarse mutuamente. Como vivía con ellos, asumía la responsabilidad de preparar la comida y la cena, hacer las compras y lavar los platos, para no causarles problemas. Me preguntaba cómo había podido llegar a ser así.
Más tarde me di cuenta de que mi suegra consideraba que tenernos a mí y al niño con ella perturbaba su vida tranquila, y no quería que viviéramos allí. Su actitud me hizo sentir un gran disgusto, y tenía muchas ganas de irme con el niño. Sin embargo, ocurrió algo que me impidió marcharme.
La abuela de mi marido, de unos 80 años, se cayó y se rompió una pierna. La familia la llevó inmediatamente a casa de su hijo (mi suegro) después de que yo llevara dos meses viviendo con ellos. Ahora el hogar estaba aún más revuelto. La anciana abuela, que sufría demencia, tenía dolores y no paraba de gemir. Esto no hacía más que enfadar aún más a mi suegra, cuya cara se alargaba aún más. Viendo todo esto, pensé que sólo ocupándome silenciosamente de todo lo de casa y compartiendo algunas responsabilidades con mi suegro podría aliviar los conflictos.
Tenía que tener en cuenta la situación general y hacer todo lo posible por ayudar. Así que todos los días preparaba la comida y la servía en platos, y dejaba que la hermana de mi marido diera de comer a su abuela. Mi suegra no se ofrecía a ayudar a cuidar de la abuela, ni preguntaba por su estado. A veces incluso la maldecía, deseando que se muriera. Las acciones de mi suegra disminuían mucho su reputación ante mis ojos, y yo sentía que su comportamiento era incompatible con su profesión de médica, por lo que no sentía ninguna buena predisposición hacia ella. A veces no podía evitar enfadarme, y cuando volvió mi marido, tuve una gran pelea con él para descargar mi ira.
En otra ocasión, vi un bonito suéter rojo oscuro de piel de conejo y se lo compré a mi suegra. Tal vez no era el tipo que ella quería, ya que hizo algunos comentarios hirientes, diciendo: “No me compres ropa en el futuro, tenemos gustos diferentes”. No dije nada, pero me enfadé por dentro. Pensé: “Ni siquiera estaba dispuesta a comprarme una prenda tan bonita, y aquí estaba, comprándosela a ella, para oír palabras tan hirientes. No volveré a comprarle ropa”. Sin embargo, acabó llevando ese suéter todos los días. Aunque había jurado que no le compraría más ropa, toda la ropa bonita que llevaba se la había regalado yo.
Antes de cultivar Dafa, me enfadaba cada vez que recordaba estos incidentes. Sin embargo, desde que cultivo Dafa, soy capaz de olvidarlos con calma, sin albergar resentimiento.
Recordé lo que Shifu nos enseña:
“... y cada una de ellas está comportándose de tal forma que se exige a sí misma ser una buena persona, una mejor persona” (Exponiendo el Fa en el Fahui del Oeste de los Estados Unidos)
Si no fuera por las enseñanzas de Shifu, no lo habría soltado.
Mi suegro renuncia por fin al PCCh
Mi suegro era una persona muy agradable, pero le habían lavado el cerebro con las doctrinas ateas del Partido Comunista Chino (PCCh) y no creía en Dafa. Después de enterarme de la importancia de renunciar el PCCh, les aclaré la verdad. Cuando se lo expliqué a mi suegra, renunció al PCCh, pero mi suegro no lo aceptó y de vez en cuando se enfadaba conmigo. Mantuve mi xinxing, los traté con amabilidad y los visité casi todas las semanas, comprándoles sus comidas favoritas, ropa, artículos de primera necesidad, etcétera. Al final del verano, limpiaba el aire acondicionado y lo guardaba para el año siguiente. Al verano siguiente, lo sacaba, le quitaba el polvo y lo ponía a funcionar. Mi suegra ha sido muy buena conmigo a lo largo de los años. Leyó los materiales de aclaración de la verdad que le di y le compré un reproductor para que pudiera escuchar las enseñanzas de Shifu. Por eso ha gozado de buena salud.
Mi suegro tuvo de repente fiebre alta y le diagnosticaron COVID un día de mayo de 2023, cuando tenía 80 años. Le administraron líquidos por vía intravenosa en el hospital durante varios días y mejoró ligeramente, pero no podía comer. Al noveno día, le volvió la fiebre alta y, al mismo tiempo, la gota, que le hinchaba los pies y le impedía caminar. Al ver todo esto, no pude evitar echarme a llorar. Le aconsejé sinceramente que recitara: “Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno”, y le dije que esas frases tenían propiedades que salvaban la vida. Esta vez aceptó y pedí a Shifu que lo salvara. Inmediatamente después, empezó a sudar frío y la fiebre desapareció. Le ayudé a vestirse y a sentarse en el sofá. Le dije: “Vamos a escuchar las enseñanzas de Shifu”. Aceptó. En aquel momento, ante la vida y la muerte, todos tenemos voluntad de sobrevivir, y él comprendió lo que podía salvarle la vida.
Gracias, Shifu. ¡Cultivar Dafa es verdaderamente grandioso!