(Minghui.org) Una mujer de 68 años de la ciudad de Tieling, provincia de Liaoning, pasó casi 12 años entre rejas durante las últimas dos décadas por practicar Falun Gong, una disciplina espiritual perseguida por el Partido Comunista Chino desde julio de 1999.
Liu Qingxiang empezó a practicar Falun Gong en 1996 y pronto se recuperó de una úlcera gástrica, artritis, psoriasis y traqueítis. Cuando comenzó la persecución, tres años después, fue objeto de repetidos ataques por mantenerse firme en su fe.
Poco después de su arresto, en octubre de 1999, le impusieron un año de trabajos forzados. Los guardias del ahora cerrado campo de trabajos forzados de Masanjia la torturaron tan brutalmente que sufrió un colapso mental. Fue puesta en libertad antes de cumplir su condena.
Liu fue arrestada de nuevo el 18 de marzo de 2002 y fué condenada a cinco años retenida en la Prisión de Mujeres de la provincia de Liaoning. Su empleador dedujo los cinco años que pasó en prisión de los años de servicio utilizados para calcular su futura pensión.
Liu ya estaba jubilada cuando fue arrestada el 1 de noviembre de 2014. Fue condenada a tres años y enviada a la Prisión de Mujeres de la provincia de Liaoning. Su pensión quedó suspendida durante los tres años de condena.
El último arresto de Liu tuvo lugar el 11 de mayo de 2020 y fue condenada a tres años de prisión. Su pensión se interrumpió de nuevo durante esos tres años y no se reanudó hasta el día siguiente a su puesta en libertad, el 11 de mayo de 2023.
Véanse en los informes relacionados los detalles del sufrimiento de Liu en el campo de trabajos forzados de Masanjia y cada una de sus arrestos y posteriores juicios y condenas. En el resto de este artículo se relata su calvario en la Prisión de Mujeres de la provincia de Liaoning, donde cumplió las tres condenas.
Torturada durante la primera condena (18/3/2002 - 18/3/2007)
Liu ingresó en la Novena División de la Prisión de Mujeres de la Provincia de Liaoning el 10 de octubre de 2002, tras ser condenada a cinco años. El jefe de la división, Wu Li, y el instructor, Li Hong, la obligaron a realizar trabajos forzados durante largas horas sin remuneración. También instigaron a guardias y reclusas para que la maltrataran verbalmente y la torturaran físicamente.
La Sra. Liu se negó a firmar su informe de rendimiento laboral y Na Dongfang agarró una barra de metal de un metro de largo y le golpeó la cara. Se le hinchó la cara.
Un invierno, Liu se sentó a meditar y fue denunciada a Guo, jefe del equipo. Guo le dio una fuerte patada en la caja toráxica izquierda. Sintió un dolor agudo y su mano izquierda se debilitó hasta el punto de no poder sujetar nada. Guo no sólo no buscó atención médica para la Sra. Liu, sino que le prohibió usar cobertores de cama por la noche o comprar artículos de primera necesidad. También la obligó a estar de pie todo el día y a realizar trabajos forzados al día siguiente.
La Sra. Liu no fue la única practicante de Falun Gong maltratada por Guo. La Sra. Sun Shuzhen, que cumplía una condena de cinco años, también fue obligada a realizar trabajos forzados y no se le permitió comprar ningún artículo de primera necesidad durante largos periodos de tiempo. Tenía que usar papel de envolver para limpiarse cuando iba al baño. En una ocasión, la Sra. Liu le dio en secreto papel higiénico y otros artículos de primera necesidad cuando las reclusas no estaban mirando. La Sra. Sun desarrolló posteriormente síntomas de apoplejía y fue puesta en libertad condicional.
Otra practicante, Liu Xia, residente en la ciudad de Dalian, provincia de Liaoning, fue condenada a 12 años. Por la noche la esposaban a un tubo de calefacción, le tapaban la boca con cinta adhesiva y le aplicaban descargas eléctricas. Los guardias tampoco la dejaban dormir.
Liu Qingxiang también fue testigo de los malos tratos infligidos a su compañera de celda, Wang Jie, residente en la ciudad de Shenyang, provincia de Liaoning, que cumplía condena de siete años por practicar Falun Gong. La Sra. Wang nunca se recuperó de las lesiones sufridas en prisión tras ser puesta en libertad. Murió el 21 de abril de 2012, a la edad de 48 años.
Torturada durante su segunda condena (1/11/2014 - 1/11/2017)
La Sra. Liu ingresó de nuevo en la División Nueve de la Prisión de Mujeres de la Provincia de Liaoning tras ser condenada a tres años tras su arresto en noviembre de 2014.
Tras su ingreso, la Sra. Liu se enteró de que la Sra. Wang Chunxiang, una practicante a la que conoció mientras cumplía su primera condena, fue golpeada hasta la muerte. La Sra. Wang fue condenada a ocho años tras ser arrestada el 31 de octubre de 2006 y enviada a la prisión en 2007. Los guardias instigaron a un recluso a golpearla en la cabeza con la suela de un zapato y a darle patadas en la parte inferior del cuerpo. También la metieron en un almacén frío y sin calefacción. Le diagnosticaron cardiopatía, hipertensión, insuficiencia renal y derrame cerebral. Su familia solicitó su puesta en libertad condicional, pero el recurso fue denegado. Murió en prisión el 25 de septiembre de 2011, a la edad de 55 años. La Sra. Liu recordó que en una ocasión vio moratones por todas partes en el cuerpo de la Sra. Wang.
La Sra. Liu se negó a escribir declaraciones para renunciar a Falun Gong y fue amenazada con el aislamiento.
Torturada durante su tercer encarcelamiento (5/11/2020 - 5/11/2023)
La Sra. Liu cumplió su tercera condena de nuevo en la División Nueve de la Prisión de Mujeres de la Provincia de Liaoning. Ingresó allí varios meses después de ser condenada a tres años tras su último arresto, el 11 de mayo de 2020.
Ding Xiaomei, jefe del equipo de la División Nueve, ordenó a Liu que confeccionara ropa en el taller durante más de diez horas diarias. A veces ni siquiera tenía tiempo para comer. El duro trabajo a largo plazo hizo mella en su salud, sufrió un derrame cerebral y fue trasladada de urgencia al hospital.
En cuanto mejoró, la volvieron a llevar a la prisión y la sometieron de nuevo a torturas y trabajos forzados. Un día, después de trabajar durante horas, su cuerpo se estremeció de repente y vomitó. No podía hablar ni abrir los ojos. La enviaron a un hospital para que recibiera oxígeno. Mejoró dos días después y la volvieron a llevar a la cárcel para realizar trabajos forzados.
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