(Minghui.org) Conocí Falun Dafa por casualidad a principios de 1999. Me sorprendí mucho cuando vi por primera vez la foto de Shifu, en el libro Zhuan Falun, porque tenía la sensación de haberlo visto en alguna parte en el pasado. Me sentí tan asombrada por la alegría que las lágrimas no dejaban de correr por mi rostro. Era un sentimiento indescriptible, como si una niña perdida hubiera encontrado por fin a sus padres y regresado a casa. Me sentía la persona más feliz del mundo. Más tarde comprendí que se debía a mi relación predestinada con Dafa y Shifu desde mis vidas anteriores.
Solo tres meses después tuvo lugar la Apelación Pacífica del 25 de Abril. Alrededor de 10.000 personas nos reunimos pacíficamente en Beijing para pedir la liberación de los practicantes detenidos por las autoridades en la cercana ciudad de Tianjin; Varios meses después, el 20 de julio de 1999, el entonces jefe del Partido Comunista Chino (PCCh), Jiang Zemin, inició la persecución a Falun Dafa.
Fue una época muy oscura, y toda China estaba envuelta en nubes negras, con todos los medios de comunicación compitiendo entre sí para calumniar y atacar a Falun Dafa.
Dada la presión, los miembros de mi familia me aconsejaron que dejara de practicar, diciendo que la situación era demasiado aterradora. Pero yo no tuve miedo ni vacilé en mi fe. Por el contrario, me decidí aún más a seguir el camino de la cultivación del período de la rectificación del Fa.
En aquella época, iba a trabajar durante el día, distribuía materiales de aclaración de la verdad a la hora del almuerzo y, junto con otros practicantes, producía más materiales por la tarde. A veces, nos desplazábamos a los pueblos cercanos de la zona rural para distribuir esos materiales. Más tarde organicé un grupo de estudio del Fa en mi casa. Acudían más de una decena de practicantes.
En 2013, me mudé a una gran ciudad del sur de China para vivir con mi hija y ayudar a cuidar de mi nieta. Con la ayuda de un practicante de mi ciudad natal, conocí a los practicantes locales con bastante rapidez y me uní a un nuevo grupo de estudio y continué haciendo lo que se espera de un practicante de Dafa.
Hace tres años, me denunciaron a la policía mientras colocaba material de aclaración de la verdad en un edificio residencial. Seguí enviando pensamientos rectos y pedí ayuda a Shifu.
Sin embargo, debido a mi inestable estado mental en ese momento y a mi ansiedad por no poder recoger a mi nieta de la escuela, los elementos viciosos se aprovecharon de mis apegos y me llevaron a un centro de detención.
Shifu dijo:
"Bajo las tribulaciones diabólicas forzadas por las viejas fuerzas es aun más difícil caminar rectamente; especialmente los Dafa dizi de China continental, cada pensamiento, cada intención durante la diabólica persecución son todos muy cruciales. Si lo haces bien o no, si vas a ser perseguido o no, si lo que haces es recto o no, a qué grado te persiguen, todo tiene relación directa con el camino que transitas por ti mismo y con los asuntos que consideraste con tus pensamientos" (Qué es un Dafa dizi, Colección de Enseñanzas del Fa, Vol. XI).
En el centro de detención, los guardias intentaron obligarme a recitar las reglas de la prisión. "No cometí ningún delito, así que no las recitaré", dije con firmeza. Luego me dijeron que no se me permitiría hacer los ejercicios de Falun Dafa. De nuevo me negué y dije que tenía que hacer los ejercicios.
Al ver que estaba muy decidida, me dijeron: "De acuerdo, puedes meditar donde duermas, pero no debes hacerlo en el suelo. Tenemos cámaras de vigilancia por todas partes".
Efectivamente, había dispositivos de vigilancia por todas partes, pero me di cuenta de que había un punto ciego en la esquina del retrete. Así que me levantaba dos horas antes por la mañana y hacía los ejercicios allí. Los ejercicios, además de recitar las enseñanzas de Dafa en voz baja y enviar pensamientos rectos, fueron mi rutina diaria mientras estuve detenida.
Shifu nos dijo que debíamos hacer bien las tres cosas dondequiera que estuviéramos y que salvar a los seres conscientes era nuestra misión. Era bastante difícil hacer esas cosas en un centro de detención, donde siempre estábamos vigiladas y no se nos permitía pasear ni hablar con nadie.
Le pedí a Shifu que me ayudara a acercarme a la gente. Cuando tuve ese pensamiento, la situación a mi alrededor empezó a cambiar. El centro de detención me colocó en un lugar muy cercano al retrete, de modo que todas las que lo utilizaban tenían la oportunidad de acercarse a mí. Algunas también se comunicaban conmigo a través del contacto visual.
Les decía en voz baja: "Por favor, recuerden: 'Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno'. Se beneficiarán recitando estas frases en su corazón". También logré ayudar a varias detenidas a renunciar al PCCh y a sus organizaciones juveniles afiliadas.
Un día, una joven se acercó y me dijo muy desesperada: "Tía, cuando te vi por primera vez, supe que eras una persona muy buena. Por favor, ayúdame. No puedo aguantar más. Quiero irme a casa".
"No te preocupes", la animé. "Por favor, sigue recitando 'Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno'. Si tienes fe sincera en lo que recitas, Shifu sin duda te ayudará".
"Creo lo que dice", respondió ella. De hecho, recitó estas frases todos los días y también renunció a la Liga Juvenil Comunista del PCCh y a los Jóvenes Pioneros a los que se había unido una vez. Milagrosamente, fue liberada tres días después. Incluso los guardias se sorprendieron de su rápida liberación.
Me alegré mucho por ella y le agradecí mucho a Shifu su inmensa compasión por los seres conscientes que conocen la verdad. Empecé a contar a otros presos el milagroso incidente, lo que les convenció del poder de Dafa y empezaron a tener fe en Dafa. También renunciaron al PCCh y a sus organizaciones afiliadas, a las que se habían unido antes.
Varias de las detenidas me dijeron que creían que una razón más profunda por la que habían acabado en el centro de detención era para conocer Dafa. Muchas dijeron que estudiarían Falun Dafa y aprenderían los ejercicios conmigo tras nuestra liberación.
Pasaron tres meses y yo seguía detenida. Empecé a sentirme un poco inquieta. Una mañana, vi el carácter de "iluminación" (悟) en la luz de la ventana. Al principio no entendí muy bien qué significaba.
Pronto, parte del carácter "吾" desapareció y solo quedó "忄", la parte del corazón. De repente comprendí que Shifu me estaba animando a aumentar mi confianza y a mantener un corazón tranquilo en lugar de sentirme ansiosa e impaciente.
Me sentí profundamente conmovida y le dije a Shifu en mi corazón: "Shifu, si todavía hay personas que salvar aquí, por favor, ayúdame a traerlas. No me rendiré por muy difícil que sea. Recorreré bien mi camino de cultivación".
Efectivamente, cada vez que llegaba una recién llegada al centro de detención, me la traían a mí. Así que siempre había gente nueva a mi alrededor. Sabía que se había dispuesto que vinieran a mí para aprender sobre Dafa. Les expliqué los beneficios de Falun Dafa y también les dije que el PCCh perseguía la práctica. Cada vez más gente se enteraba de los hechos.
Me preocupaba no ser capaz de recordar el nombre de todas las personas con las que había hablado, así que le pedí a Shifu que me ayudara a recordarlos. Gracias a la ayuda de Shifu, pude recordar todos los nombres de las personas a las que ayudé a renunciar a las organizaciones del PCCh.
Un día, mientras meditaba, aparecieron dos visiones ante mis ojos. En la primera, había un grupo de seres malignos, todos mirándome con caras feroces y mostrando los dientes. La segunda escena mostraba un gran estanque con un hermoso loto grande floreciendo en el agua, y a su alrededor brillaban hojas verdes. También había algunas hojas sueltas esparcidas por aquí y por allá.
Comprendí que, aunque el PCCh me persiguiera, nunca debía vacilar en mi determinación de salvar a los seres conscientes. Esa era mi misión. Las hojas verdes representaban a los seres conscientes, y donde las hojas estaban esparcidas significaba que todavía había zonas en las que tenía que hacer más para salvar a la gente.
Le dije a Shifu en mi corazón: "No me importa soportar más penurias y sufrimientos aquí mientras pueda salvar a más gente". Yo era la reclusa de más edad en nuestra celda, pero siempre insistí en hacer mi parte para mantener el lugar en buen orden.
Cuando me daba cuenta de que algunas reclusas no tenían dinero en su cuenta del centro de detención, les compraba los artículos de primera necesidad (como papel higiénico, fruta, etc.) con mi propio dinero. Nunca acepté nada de lo que me ofrecían a cambio.
Todos decían que yo era la mejor persona que habían conocido. Yo siempre les decía que Shifu nos dijo que "...deberás primero pensar en otros, y así cultivarte e iluminarte recta y altruistamente" (La naturaleza fo no tiene ningún punto débil, Escrituras esenciales para mayor avance). Todos recordaron esta frase de las enseñanzas de Shifu y también mejoraron su conducta. Me sentí muy feliz por ellos, pues se habían salvado gracias a su actitud positiva hacia Dafa.
Me di cuenta de que cuando hacemos bien la cultivación, ya estamos salvando a los seres conscientes. Porque solo cultivándonos bien podemos salvar eficazmente a los seres conscientes.
Seguí aclarando la verdad sobre Falun Dafa a la gente mientras estaba detenida ilegalmente, y me aseguré de no perder a nadie que se cruzara en mi camino. Durante ese año, 124 personas conocieron la verdad y renunciaron a las organizaciones del PCCh, y recuerdo todos sus nombres.
Por supuesto, no habría podido hacer nada de esto sin la ayuda de Shifu y la sabiduría que nos dio. De hecho, es Shifu quien estaba salvando a esas personas con el poder de Dafa. Todo lo que hice fue hablarles.
Cuanto más nos elevamos en la cultivación, más estrictos son los requisitos para nosotros. Durante el tiempo limitado que queda en la última fase de la rectificación del Fa, debemos apresurarnos y salvar a más seres conscientes con pensamientos rectos y acciones rectas.