(Minghui.org) En 2014, en la acera cercana al mercado, durante la mañana, se pegaron carteles difamando a Falun Dafa. Los practicantes de nuestro grupo de estudio del Fa decidieron retirarlos.
Fue la primera vez que trabajamos juntos para limpiar el área. Éramos siete. Formamos grupos de dos practicantes y un practicante mayor enviaba pensamientos rectos. Eliminamos mensajes difamatorios sobre Dafa en más de 20 tableros de anuncios.
Unos días después, cuando fui a hacer la compra, me di cuenta de que en los paneles se habían pegado nuevos mensajes de odio. Esta vez, le pedí a la practicante Ding que me ayudara a limpiar el área esa noche después del trabajo. Cuando me estaba preparando para irme, Ding me dijo que no podía ir.
Me pregunté si podría limpiar el área yo sola. Me quejé, estaba preocupada y no tenía ganas de ir. Pero luego recordé que tenía un acuerdo con Shifu y él dispuso las cosas en otras dimensiones. Entonces, ¿cómo podría renunciar en el último minuto? Debía ir incluso si tenía que hacerlo sola.
Esta vez, las autoridades colocaron más carteles que ocupaban más espacio en la acera. También instalaron cuatro cámaras de vigilancia adicionales en los postes a ambos lados de la calle, después de que limpiamos los carteles hacís unos días. Le pedí a Shifu que hiciera que lloviera, porque así podría usar un paraguas para cubrirme.
Llevé un paraguas conmigo y envié pensamientos rectos mientras caminaba hacia el lugar. Comenzó a llover cuando llegué y le agradecí a Shifu. Sostenía el paraguas en una mano y una lata de pintura en aerosol en la otra. Rocié las tablas con pintura negra mientras caminaba por la acera.
Cuando estaba a punto de terminar, quedaban seis tablas y una camioneta se detuvo a unos 10 metros de mí. Las luces apuntaban hacia mí y mi corazón se detuvo. Inmediatamente envié pensamientos rectos y agarré el paraguas con fuerza. Mi mente se quedó en blanco. Pensé que, si no me movía, el vehículo no se movería.
Después de lo que pareció un largo rato, las luces de la camioneta finalmente se apagaron. El vehículo dio la vuelta y se fue, y la calle volvió a quedar en silencio. Era como si nada hubiera pasado.
Estaba muy nerviosa y me preguntaba si debía terminar de pintar con aerosol el resto de las tablas. Sabía que tenía que completar mi tarea, aunque tuviera miedo. Era una oportunidad para eliminar mi apego al miedo. Con este pensamiento recto, terminé de pintar con aerosol el resto de las tablas.