(Minghui.org) Al recordar mis 27 años de cultivación, veo que Falun Dafa ha cambiado completamente mi comportamiento, mi actitud y mi forma de pensar. Dafa renovó mi vida y mi corazón está lleno de gratitud hacia Shifu.
Después de que el Partido Comunista Chino (PCCh) iniciara la persecución, fui tres veces a la Plaza Tiananmen de Beijing para hablar en favor de Falun Dafa. Perdí mi trabajo y mi cómodo entorno de vida. Me llevaron a un centro de lavado de cerebro en abril de 2002. Como me negué a renunciar a Falun Dafa, me sentenciaron a tres años de prisión y me llevaron al campo de trabajos forzados de Mansanjia.
En el momento en que entré al campo de trabajo, me pregunté: “¿Por qué estás aquí?”. Respondí: “Estoy aquí porque estoy recorriendo el camino hacia lo divino”. Me relajé. Sentí que mis vínculos con este mundo humano estaban muy lejos, que ya no extrañaba a mi familia y que me importaba menos mi carrera.
Cuando la policía local me interrogó, me exigieron que les dijera dónde había conseguido los materiales informativos sobre Falun Dafa. Dijeron que una practicante que había sido transformada en un centro de lavado de cerebro dijo que yo le había dado algunos materiales. Dijeron que, si me negaba a decírselo, me enviarían inmediatamente a la Prisión de mujeres de Liaoning.
Recordé lo que dijo Shifu:
“Dafa les ha conferido la misión de salvar a todos los seres conscientes; en la historia futura, todo lo suyo que sea puro y recto, será lo que asegure que el colosal firmamento tenga formación y duración, mas no destrucción” (Anuncio de felicitación para el Fahui de Nueva York).
Pensé que, dado que los practicantes de Dafa se estaban alineando con los principios del nuevo universo, ¿cómo podría yo alinearme con el viejo universo, que es egoísta y decadente? Debo ser responsable ante el universo futuro y la seguridad de los compañeros practicantes. Así que dije: “No puedo decírselo y dejar que se destruyan a sí mismos cometiendo más crímenes contra Dafa”.
Su hostilidad se desvaneció. Dijeron algunas palabras y luego se marcharon.
Soy perseguida
Los días siguientes fueron cada vez más difíciles. Los guardias del campo de trabajo no me dejaban dormir. Varios expracticantes que habían sido “transformados” me rodearon y trataron de convencerme de que renunciara a la práctica.
“¿Crees que puedo ser transformada?”, dije, “¡Cada gota de mi sangre e incluso mis huesos fueron hechos por Dafa!”
Comenzaron a torturarme. Me encerraron en una celda pequeña, me congelaron, me colgaron y no me permitieron dormir. Cuando me obligaron a realizar trabajos esclavos, me negué.
Una guardia me llevó a su oficina y me dijo: “Tu condena es de tres años. Por cada día que te niegues a trabajar, se añadirá un día más a tu condena. ¿Cuándo terminará esto? Tu hijo ni siquiera te reconocerá cuando salgas”.
La miré a los ojos y le dije: “Tres años, treinta años o trescientos años, son lo mismo. Son solo un instante”. En ese momento, me puse de pie, orgullosa, y el mal me pareció insignificante.
Un día, las reclusas fueron enviadas a trabajar a otro lugar. Durante el recuento, me negué a decir mi número, ya que no era una delincuente. Cuando regresamos esa noche, un guardia ordenó a las reclusas que me envolvieran una cuerda desde los antebrazos hasta las manos, apretándola contra mi cuerpo. Luego me colgaron por detrás, atada a la barandilla de la litera superior con los dedos de los pies apenas tocando el suelo.
El dolor era intenso y casi me desmayo. Mi sudor goteaba hasta el suelo, pero mi mente estaba muy clara: “Si me rindo, otros practicantes que se nieguen a trabajar en el futuro sufrirán la misma tortura. No permitiré que esto suceda. Lo peor que me podría pasar es la muerte. No pasa nada”.
El guardia tenía la intención de mantenerme colgada en esa posición durante la noche. Después de que dejé de apegarme a la vida y la muerte, los elementos malignos que estaban detrás del guardia se disolvieron. Me soltaron después de una hora. Mis brazos y manos se pusieron negros (y perdí la sensibilidad en mi dedo anular derecho durante más de un mes). Cuando me encerraron en un baño hice las cinco series de ejercicios.
Durante ese tiempo difícil, logré memorizar la mayoría de las lecciones de Escrituras esenciales para mayor avance II y recité Hong Yin todos los días. Podía sentir que mi vida estaba siendo renovada por Dafa.
Los campos de trabajos forzados de Zhangshi, Longshan y Masanjia intensificaron la persecución contra aquellos practicantes que se negaban a renunciar a su creencia en Dafa. Una vez me pusieron las piernas en la posición de doble loto y las ataron con una cuerda. Me ataron las manos detrás de la espalda y ataron la cuerda desde los hombros hasta las piernas. Estaba atada como una pelota.
Pensé: “Para poder difundir el Fa a los seres conscientes, Shifu soportó todas las dificultades del universo. En comparación, lo que yo estoy sufriendo no es nada. Seguiré a Dafa pase lo que pase”. Shifu vio mi corazón y soportó la mayor parte del sufrimiento, y me dejó solo la parte que podía soportar, de modo que pude soportarlo. Sin embargo, en la superficie, comencé a vomitar sangre. La sangre en mi estómago era marrón. Vomité sangre durante la mitad de la noche. Me desataron a la mañana siguiente, después de haber estado atada durante más de doce horas. Mis piernas estaban hinchadas y no podía caminar. Luego, me colgaron de una tubería de calefacción con solo los dedos de los pies tocando el suelo. Cada noche, contaba los segundos, y cada segundo parecía un año.
Después de pasar esta prueba, desistieron de “transformarme” con tortura física.
Usando mi apego sentimental hacia mi familia
Posteriormente utilizaron a miembros de mi familia para perseguirme. Mi padre me visitó y me dijo que mi esposo me estaba engañando. Intentó convencerme de que escribiera una declaración de garantía para que me liberaran.
En ese momento recordé lo que dijo Shifu:
“Cientos de penalidades caen a la vez” (Templando la mente y el corazón de uno”, Hong Yin).
Le dije a mi padre: “Si mi esposo insiste en el divorcio, por favor quédate con el niño, ya que el niño está aquí por el Fa”.
Resultó que mi padre lo había inventado. Quería utilizarlo para que yo volviera a casa.
Cuando me perseguían hasta el borde de la muerte, comprendí lo que significaba “dejar ir la vida y la muerte”. Dejamos ir el apego a la “vida”, ya que no tememos a la muerte. Mientras tanto, debemos dejar ir el apego a la “muerte” y mantenernos vivos para que podamos validar el Fa.
Como me detuvieron, no sabía que Shifu había dicho: “Negando completamente el arreglo de las viejas fuerzas”. Simplemente repetí el poema de Shifu:
“El interminable viaje se acerca a su fin,
Y la densa neblina paulatinamente se disipa;
Mientras pensamientos rectos despliegan el poder de los dioses,
El regreso al Cielo deja de ser tan sólo añoranzas”
(Saludos del Shifu por Año Nuevo).
Comprendí que no debía seguir los arreglos de las viejas fuerzas. Necesitaba que me liberaran para poder salvar a la gente. Si continuaba detenida, no podría hacer las tres cosas que Shifu nos pidió que hiciéramos.
Recité el poema repetidamente toda la noche y sentí que cada palabra se grababa en mi corazón. Creí firmemente que podía salir de la prisión usando pensamientos rectos.
Escribí una declaración a los guardias del campo de trabajo. Me declaré en huelga de hambre y pedí que me absolvieran.
Después de otros cuatro meses y medio de brutal tortura, incluyendo innumerables alimentaciones forzadas e inyecciones, y cuando estaba al borde de la muerte, finalmente salí del campo de trabajo donde había sido perseguida durante dieciséis meses.
Durante este período, debido al tremendo dolor mental y físico que sufrí, desarrollé odio hacia los guardias. Los odiaba por ser tan inhumanos. Pensé que no tenían redención. Esperaba que fueran al infierno y fueran castigados. Tan pronto como pensé esto, me di cuenta de que estaba equivocada. Esto no era lo que Shifu quería. Los practicantes deben salvar a los seres conscientes, no destruirlos. Incluso si eligieron el lado equivocado, yo debería ser compasiva. Debo eliminar los elementos malignos detrás de ellos y despertar sus lados conscientes. ¡Todos están esperando ser salvados!
Cuando pensé en esto, mi corazón se llenó de compasión y de pensamientos rectos. Sabía que el campo de trabajo ya no podría retenerme, pues ya había salido del reino del egoísmo.
Cuando me sacaron del campo de trabajo, pesaba menos de 30 kilos. Estaba tan débil que no podía caminar y mi voz era casi inaudible. Un practicante de Dafa no debería tener ese aspecto, pensé. De camino a casa, seguí enviando pensamientos rectos. Sentí un Falun, tan grande como mi cuerpo, girando, dando nueve vueltas en el sentido de las agujas del reloj y nueve en el sentido contrario, y corrigiendo todo lo que estaba mal. Cuando llegamos a casa, subí al quinto piso yo sola.
Al regresar a casa, me sentí como una planta joven que había encontrado el dulce rocío después de una larga sequía. Mi deseo de leer el Fa era tan fuerte que solo dejaba el libro cuando iba al baño. Leía y leía, y solo dormía dos horas al día.
En tres días, Shifu expulsó más de cien botellas de líquido que me habían inyectado en el campo de trabajo a través de la piel, que me picaba muchísimo. En un mes, engordé 15 kg-
Una vez más me sumergí en la validación de Dafa.