(Minghui.org) Estoy en el último año de secundaria y en poco tiempo me presentaré a los exámenes de acceso a la universidad. Me gustaría compartir una experiencia personal para mostrar la naturaleza extraordinaria y milagrosa de Falun Dafa.
Tengo la suerte de que mi madre sea practicante de Dafa. En mi tiempo libre, estudiaba y me cultivaba con ella. Después de empezar la escuela secundaria, como no podía ir a casa todos los días, le pregunté a mi madre si podía llevar a la escuela el libro principal de Falun Dafa, Zhuan Falun. Después de pensarlo, me dijo: “Te descargaré música de practicantes de Dafa en un pequeño reproductor. Puedes escucharla un rato después de las clases de la tarde. También puedes leer Zhuan Falun cuando vengas a casa durante las vacaciones”.
Mi madre descargó la música, y metió el pequeño reproductor en un termo (como la escuela prohibía cualquier aparato electrónico, el termo podía ayudar a que pasara el control de seguridad de la escuela) y me lo envió por correo. Cuando recibí el paquete, me acerqué nervioso a la puerta de control de dispositivos electrónicos del colegio. El portero me dijo: “No necesita revisar eso, solo hay que pasarlo”.
Sentí un inmenso alivio y alegría al darme cuenta que Shifu me había ayudado. Se me llenaron los ojos de lágrimas de gratitud hacia Shifu, mientras una sonrisa de felicidad se dibujaba en mi rostro.
De esta manera, mi pequeño reproductor me acompañó durante todo el semestre. Cada noche, por muy tarde que fuera, lo encendía con cuidado, me ponía los auriculares y escuchaba la música compuesta por los practicantes de Dafa. Este era el momento más feliz de mi día durante el semestre, me familiarizaba con cada melodía, como si se hubieran grabado en mi cerebro y fluyeran por mi sangre.
Mi padre siempre ha tenido grandes expectativas para mí, y sus exigencias se hicieron aún más estrictas en mi último año. Como vivía en la escuela, solo podía usar el teléfono los fines de semana para llamar a casa. Durante esas llamadas, mi padre y mi abuela solían expresar sus grandes esperanzas en mí, lo que desafortunadamente ejercía mucha presión sobre mí. A veces, después de llamarlos, me salían dolorosas llagas en los labios por el estrés durante la noche.
Hace poco, la escuela realizó un gran simulacro de examen. Antes del examen, estaba muy nervioso, temía no hacerlo bien y que mi padre y mi abuela me criticaran. Mi miedo a no hacerlo bien era tan abrumador que, incluso cuando empezó el examen, no podía calmarme. Sentía que todo mi cuerpo temblaba y mi mente estaba en blanco. Justo en ese momento, la misma melodía serena que había escuchado a través de mis auriculares resonó de repente en mis oídos, aún más clara y pacífica que antes. Mi estado de ánimo se calmó gradualmente y, escuchando la música compuesta por los practicantes de Dafa, completé sin problemas el examen de matemáticas de dos horas.
En los cinco exámenes siguientes, todo fluyó como la seda. Cuando llegaron los resultados, había obtenido 150 puntos más de lo habitual. Sabía que se debía al apoyo de Shifu. Mi padre estaba feliz con los resultados y dijo que, si seguía así, seguramente entraría a una prestigiosa universidad.
Al comienzo de las vacaciones, mi madre vino a recogerme al colegio. Apenas la vi, le dije entusiasmado: «¡Mamá, tengo que ir deprisa a casa a inclinarme ante Shifu!». Ese día, no podía esperar para inclinarme ante Shifu y expresarle mi gratitud por su protección.