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​¡Gracias, Shifu!

Oct. 8, 2024 |   Por Xiaofali, una practicante de Falun Dafa en China

(Minghui.org) Nací en la década de los ochenta y empecé a practicar Falun Dafa hace 17 años. Me inspiré tras leer historias conmovedoras de otros practicantes. Cuando llegó el momento de enviar mi propio artículo para compartir experiencias, pensé que mi experiencia de cultivación era normal y que no valdría la pena escribir sobre ella.

Sin embargo, durante los dos últimos días de revisión y presentación de artículos para otros practicantes, me di cuenta de que debía participar en la conferencia en línea y presentar mi propio artículo. Aunque mi participación sea corta o sencilla, sería mi testimonio como practicante de Dafa, como discípulo de Shifu, durante el período de la rectificación del Fa.

Relación predestinada con el Fa

He creído en dioses y diosas desde la infancia. Cada vez que miraba el cielo estrellado, pensaba en lo grandioso que sería si yo también viviera en el cielo. Pensaba que el mundo humano no es un lugar para mí porque tarde o temprano la gente muere. Pero, ¿adónde irán después de la muerte? Estos sentimientos y preguntas me acercaban a la lectura de cuentos de hadas, y me imaginaba que podría ser como una diosa y regresar algún día a mi hogar celestial.

Antes de empezar a practicar Falun Dafa, un practicante local de Dafa me habló de la persecución generalizada y brutal a los practicantes y me pidió que renunciara al Partido Comunista Chino (PCCh) y sus organizaciones afiliadas. Me sentí algo confusa por esta información, ya que no había oído nada parecido antes, y no respondí a este practicante.

Aquella noche soñé que me perdía en medio de una espesa niebla. Cansada y asustada, caminaba lentamente sin saber cuánto tiempo había pasado. Finalmente, vi una luz brillante procedente de una casa, así que aceleré el paso. Cuando llegué a la casa, el practicante que me había hablado de Falun Dafa me abrió la puerta. Estaba sorprendida y feliz en el sueño, sintiendo que había encontrado mi verdadero hogar.

Al despertar, decidí practicar Falun Dafa. Con la ayuda de aquel practicante empecé a aprender los ejercicios de Dafa y estudié Zhuan Falun (el texto principal de la práctica). Pude hacer los ejercicios continuamente, excepto que sólo podía hacer la posición de una sola pierna doblada (y no la posición de doble loto) durante la meditación. Me sentía renovada después de hacer los ejercicios, como si mi cerebro tuviera un interruptor que se encendía por primera vez después de tantos años.

En los meses siguientes, mejoraron mis estudios y mi memoria. Aprobé el examen de acceso a la universidad y me admitieron en ella.

Aunque nunca fui testigo de las sagradas hazañas de la difusión de Dafa antes de 1999 ni experimenté la malvada persecución que comenzó en 1999, sabía que Shifu es el más recto y que Dafa es el gran Fa del universo. Creo que hice la elección más correcta de mi vida, convertirme en discípulo de Shifu. Cada vez que leo las experiencias de los practicantes que comparten artículos en los que recuerdan la gracia de Shifu, siento lo mismo, como si estuviera allí personalmente, llorando de alegría, así como animándose y ayudándose unos a otros. Es una oportunidad extremadamente única de obtener un Fa recto.

¡Qué honor es para mí convertirme en practicante de Falun Dafa!

Protección compasiva de Shifu

Después de regresar a casa de la universidad, durante unas vacaciones, mi hermana y yo salimos a recoger tomates silvestres. El camino estaba lleno de grava y arena. Yo iba en bicicleta por una pendiente con mi hermana a cuestas. La bicicleta derrapó y se dirigió hacia un gran agujero, lleno de piedras. Tuve que frenar de golpe y me di un buen golpe contra el suelo. La arena y la grava me arañaron la cara y el pecho golpeó contra el manillar de la bicicleta. Mi hermana se asustó al verme la cara llena de sangre y llamó a mis padres. Mientras consolaba a mi hermana para que supiera que estaba bien, recité «Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno» y le pedí a mi hermana que recitara las palabras conmigo.

Ni dolor ni miedo sentí. Me acerqué tranquilamente a un charco de agua para lavarme la sangre de la cara. Mis padres vinieron corriendo y me llevaron al hospital. El médico me dijo que necesitaba puntos para la herida de la frente, pero ya no tenía anestesia.

Le dije al médico: «No pasa nada, puedo soportarlo». Así que el médico me suturó la herida, y aunque podía sentir claramente la aguja atravesando mi carne, no sentí ningún dolor.

Los médicos se sorprendieron y me elogiaron por tolerar el dolor. También me dijeron que había tenido suerte de no haberme hecho daño en los ojos. Me dijeron que las heridas de la cara sólo podrían desinfectarse y curarse lentamente cuando volviera a casa. Nunca vi la gravedad de las heridas, pero oí decir a los médicos que me dejarían muchas cicatrices.

Sin embargo, para sorpresa de todos, mi cara volvió a la normalidad al cabo de una semana, quedando sólo una pequeña marca de los puntos. El dolor en el pecho también desapareció.

Cuando el COVID-19 se propagó, dos de los tres compañeros de mi oficina enfermaron, y más tarde se les diagnosticó Gripe A y se infectaron de nuevo con COVID-19. Yo no enfermé, a pesar de que la gripe A se propagó. Yo no enfermé a pesar de que trabajaba con ellos en la misma oficina todo el día. Otros compañeros de la unidad siguieron infectándose, pero yo permanecí sana. Sé que los practicantes de Dafa pueden superar una tribulación tras otra con la protección compasiva de Shifu.

Tener en cuenta Verdad-Benevolencia-Tolerancia

En el instituto leía muchas novelas románticas y en la universidad veía series coreanas y americanas. Anhelaba vivir experiencias como las de esas historias de amor, así que no pasé la prueba de la lujuria. Me arrepentí y me pregunté por qué no podía recordar las enseñanzas de Shifu en los momentos críticos. Sin embargo, Shifu no me abandonó.

Tras discutirlo con otros practicantes, reduje el tiempo que pasaba navegando por internet y al teléfono. En vez de eso, pasé más tiempo memorizando el Fa, enviando pensamientos rectos y escuchando la edición especial de Radio Minghui sobre la cultivación de la mente y el abandono de los deseos. Poco a poco, mi mente se fue aclarando.

Como soltera, muchas personas me han presentado hombres, pero con el tiempo empezaron a respetar mis deseos y dejaron de intentar conseguirme pareja. Hoy en día, debido a conceptos e influencias materialistas, cada vez menos gente se limita a la pura amistad. Un colega me preguntó una vez: «¿Existe la amistad pura entre hombres y mujeres?».

Le respondí: «¡Sí! Los practicantes de Falun Dafa son los más puros del mundo, y los lugares de práctica de Dafa son la tierra pura de la Tierra».

A menudo pensaba en lo horrible que sería vivir en este mundo inmundo, siempre embrollado, si Shifu no me hubiera levantado y dado la escalera al cielo, al dar a los practicantes el libro más sagrado -Zhuan Falun.

Como practicante de Dafa, no me tienta el beneficio personal. Como profesora, los padres de los alumnos a menudo intentan darme regalos o dinero para los estudios de sus hijos, pero no los acepto. Aclaro a los padres que sigo los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

En los raros casos en que no puedo rechazar un regalo, compro otro del mismo precio y se los doy a mis alumnos en sus cumpleaños o vacaciones. Mi supervisora confía mucho en mí y una vez me pidió que, en lugar de a su hija, guardara unos días el dinero de las condolencias por el funeral de su familia. Cuando terminé de trabajar, le devolví el dinero.

Siempre tengo presentes los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia. A los ojos de mis colegas, soy una persona optimista y sin preocupaciones. Les gusta contarme sus problemas y a menudo se sienten más tranquilos y relajados después de nuestras conversaciones. Como supervisora de nivel medio, he trabajado con muchas personas de la unidad. A medida que he ido conociendo mejor el Fa, he ido mejorando mi actitud laboral: de centrarme únicamente en mis tareas y microgestionarlo todo, he pasado a pensar primero en mis compañeros.

Ahora no huyo cuando me encuentro con problemas. Tengo en cuenta los puntos de vista de los demás, organizo el trabajo de forma razonable, resuelvo los problemas de forma activa y me esfuerzo por hacer las cosas bien, al tiempo que ayudo sinceramente a los demás en el trabajo. Presto atención a lo que digo y tengo cuidado al hacer sugerencias. Los compañeros se sienten cómodos conmigo y están dispuestos a compartir sus ideas. Como resultado, mi trabajo va sobre ruedas y hay armonía entre los distintos grupos de trabajo.

El Maestro siempre está a mi lado para animarme. Una vez, me dirigía a tomar el autobús para hacer unos recados. Cuando vi que el autobús estaba a punto de llegar a la parada, me pareció imposible tomarlo, ya que todavía estaba muy lejos. Pensé que no sería un gran problema llegar tarde si lo perdía. Pero enseguida me di cuenta de que ese pensamiento era erróneo. Debía ser fiel a la puntualidad y cumplir mi promesa. Así que empecé a correr hacia el autobús. El conductor solía tener prisa para cumplir los apretados horarios de la mañana, pero hoy el autobús no se movió hasta que subí.

En otra ocasión, no pude acceder al sitio web de Minghui y pensé que era un problema de la red. Eso significaba que este año tampoco podría ver Shen Yun el día del Año Nuevo Chino. He visto Shen Yun todos los años, así que me entristeció mucho perdérmelo esta vez. Shifu vio mi deseo y me sugirió que viera Shen Yun en otro canal. Me hizo mucha ilusión. Shifu siempre ayuda incondicionalmente a los practicantes. En cuanto al problema de conexión con el sitio web de Minghui, empecé a mirar hacia dentro después de leer las experiencias de los practicantes que compartían artículos sobre problemas de internet. Después de identificar mis problemas, pude acceder a Minghui.org y, finalmente, pude descargar las revistas del Semanario Minghui, las emisiones, etcétera. Me sentí muy feliz.

Estoy muy emocionada mientras escribo este artículo. Yo desempeñaba un papel corriente en la sociedad, sin hazañas épicas ni altibajos dramáticos. Sin embargo, desde el momento en que conocí Falun Dafa, mi vida dejó de ser ordinaria.

¡Gracias, Shifu!