(Minghui.org) Soy una practicante que ha practicado Falun Dafa durante más de 20 años. Solo he podido llegar hasta este punto bajo la protección de Shifu y con la ayuda de otros practicantes. Mirando hacia atrás en el camino de la cultivación, me gustaría describir algunas de mis primeras experiencias ayudando a Shifu a salvar a las personas.
Distribuyo materiales de esclarecimiento de la verdad por primera vez
Una mañana de invierno, una practicante de mi aldea llevó una gran caja de cartón a mi casa. Ella dijo: "Encontré esto junto a la puerta cuando me desperté esta mañana. Es una caja de materiales de esclarecimiento de la verdad. Tenía mucho miedo de que la gente lo viera y me denunciara, así que te lo traje cuando no había nadie que me viera".
Me sonrojé y me sentí culpable. La caja de materiales me la había dado otro practicante. No me atreví a salir a repartirlos porque me había mordido un perro. Le había pedido a mi esposo que lo dejara tranquilamente por la noche en la puerta de una compañera practicante.
No le expliqué lo que había pasado y le dije: "¡Tan solo déjala aquí! Eso estará bien". Cuando ella se fue, y pensé que no podía dejarla así. No importa lo difícil que sea, tengo que seguir el camino arreglado por el Shifu.
Encontré a varios practicantes en mi aldea y les dije que, por miedo, había colocado en secreto la caja de materiales en la puerta de la practicante. Admití mi error e hicimos arreglos para distribuir los materiales esa noche.
Alrededor de las 8 p.m., varios practicantes tomaron su parte de folletos y caminaron hasta una aldea a unas cinco millas (8 kilómetros) de distancia. Acordamos que cada uno de nosotros distribuiría los folletos a lo largo de dos calles, saliendo por una calle y regresando por la otra. Luego nos íbamos a casa juntos.
Tomé la primera y la segunda calle del pueblo. Recité la fórmula para enviar pensamientos rectos mientras caminaba. Llegué a una casa de dos pisos sin terminar, donde las puertas y ventanas aún no habían sido instaladas.
El gran hueco de la puerta era oscuro y aterrador. No me atreví a ir más lejos y me fui a la siguiente calle. Sin embargo, descubrí que los practicantes ya habían dejado folletos en las puertas de todas las casas allí. Estaba enojada y comencé a quejarme: "¿Por qué los practicantes no habían seguido las reglas, sino que distribuyeron materiales en la calle que me asignaron?" Tuve que buscar otra calle para distribuir los folletos.
Entonces aparecieron problemas, debido a mis apegos, al resentimiento y al miedo. Un cachorro salió por una puerta y me ladró. Le susurré al perro: "Vete de aquí". Pero no lo hizo, y sus ladridos atrajeron a más cachorros. Me rodeaban y ladraban sin parar. Algunos incluso intentaron morderme.
Rápidamente grité: "Shifu, por favor ayúdeme. Me equivoqué. No debería culpar a los practicantes. No debería tener tantos apegos a la hora de distribuir materiales". Al ver a los perros ladrar, entré en pánico y no supe qué hacer. Los practicantes escucharon los ladridos y corrieron hacia ellos. Todos, menos yo, habían terminado de distribuir sus materiales.
Afortunadamente, ningún residente salió a pesar de que los perros ladraban salvajemente. Gracias, Shifu, por protegernos. De camino a casa, lágrimas de gratitud y culpa corrían por mi rostro.
Impresión de materiales informativos
Muchos practicantes de Dafa fueron arrestados ilegalmente y muchos sitios de producción de materiales fueron destruidos por la policía en esta región. Ya no tenía acceso a los nuevos artículos de Shifu ni a Minghui Semanal, y no había materiales de esclarecimiento de la verdad disponibles. Un practicante vino y me preguntó si me atrevía a montar un sitio de materiales. Estaba un poco asustada, pero pensando que era una practicante de Dafa y que debía asumir esta responsabilidad, acepté valientemente. Con la ayuda de practicantes, se estableció mi sitio de producción de materiales.
Las computadoras en ese tiempo eran grandes y engorrosas y era incómodo usarlas. Para que mi suegra, mi cuñado y mi cuñada, que se quedaban en mi casa, no se enteraran, empaqué la computadora y la impresora en dos cajas y las puse en la letrina durante el día. Cuando todos se iban a dormir por la noche, volvía a mover la computadora y la impresora y comenzaba a imprimir materiales.
Por las malas condiciones en mi casa, en invierno, solo calentábamos la habitación donde vivían mi suegra y los demás. Casi no había calefacción en mi habitación, y solo dormía con una cobija eléctrica. Era la estación más fría en el noreste de China, pero pude soportar las dificultades.
Cuando los practicantes traían una copia de algún artículo de Shifu, yo lo escribía palabra por palabra en la computadora. No sabía cómo escribir los signos de puntuación, así que dejé los espacios vacíos y luego los rellenaba con un bolígrafo. Entonces lo revisaba frase por frase para asegurarme de su precisión antes de dárselo a otros practicantes.
En ese tiempo, no sabía mucho sobre esta tecnología y tenía miedo de que pudiera dañarse después de imprimir por mucho tiempo. Así que puse una alarma cada quince minutos y lo detenía y verificaba si se estaba sobrecalentando. Si la impresora se calentara, yo prendía el ventilador de la impresora. Con el ventilador soplando y sin calefacción en la habitación, mis manos estaban tan frías que todo mi cuerpo temblaba. Así que sostuve los materiales impresos cerca de mi pecho para mantener mi calor. El calor residual del papel evitaba que me congelara.
Reanudaba el trabajo después de que la impresora se enfriaba. Me sentía somnolienta a medida que avanzaba la noche, y dormía durante 15 minutos cuando el ventilador enfriaba la impresora, luego me despertaba y comenzaba a imprimir de nuevo. Ni siquiera así sentía que fuera difícil. Me sentía bien cuando pensaba que los compañeros practicantes podrían leer los artículos de Shifu y tener materiales de aclaración de la verdad para distribuir.
Una vez, le dije a la impresora: "Nos resulta demasiado lento que trabajemos así. Sería genial si pudieras continuar trabajando". Mientras decía esto, miré la computadora y sucedió un milagro. Las grandes palabras "Sigue adelante" aparecieron en la pantalla. Me quedé en shock. Shifu me estaba animando. De esta manera terminé de imprimir todos los materiales necesarios a las 3 a.m. para distribuirlos en las zonas rurales. Le dije a la impresora: "¡Gracias! ¡Eres extraordinaria!"
Colgando carteles
Un practicante de la ciudad me envió 45 carteles para esclarecer la verdad. Al ver la gran cantidad, me asusté un poco y no me atreví a dejarlos en casa. Le pregunté a una practicante cercana qué hacer y cuándo colgarlos. Decidimos colgarlos esa noche.
Sacamos todos los carteles y nos pusimos en marcha al anochecer bajo la luz de la luna. Partimos desde el borde de la última calle del pueblo, enviando pensamientos rectos mientras colgábamos los carteles. Vi dos coches que se acercaban con las luces encendidas. Entré en pánico. El cartel que sostenía cayó al suelo y no pude encontrarlo en la oscuridad. Me olvidé de la otra practicante y salté a una zanja, deseando poder meterme en un agujero. Tenía miedo de levantar la cabeza. Escuché pasos y pensé que venían del auto.
Justo cuando estaba tan asustada, escuché la voz de la practicante decir: "¡Levántate! No hay nadie aquí". Los pasos que escuché pertenecían a la practicante. Después de que pude calmarme, seguimos colgando carteles. Los colgamos todos y nos fuimos a casa.
A la mañana siguiente, una practicante veterana llamó a mi puerta mientras yo hacía los ejercicios. Ella no estaba contenta y me dijo: "No sé quién vino aquí a colgar carteles. Incluso pusieron uno en mi casa". No le dije que habíamos sido nosotras.
Recordé las escenas vergonzosas en las que un perro me mordió mientras entregaba materiales y me escondí en una zanja mientras colgaba carteles. Me reí mientras pensaba en ello. Me reí de mí misma por no comportarme como una discipula de Dafa en los momentos críticos. Me llené de lágrimas mientras le decía a Shifu: "¡Cultivaré este miedo! ¡Por favor, quédate seguro de ello!"
Esclareciendo la verdad cara a cara
Una mañana de invierno, un practicante y yo fuimos a la ciudad para hablar con la gente sobre Falun Dafa. Antes de partir hablamos de cómo contarle a la gente los hechos sobre Dafa. Revisamos el contenido una y otra vez, y enviamos pensamientos rectos durante mucho tiempo. Tras tener todo listo, nos subimos al autobús hacia la ciudad.
Ese día no hacía mucho frío. Estaba nevando con grandes copos de nieve, así que llevamos paraguas. Cuando nos bajamos del autobús, al ver multitudes de personas en la calle, no sabíamos cómo comenzar la conversación. Fuimos a una parada de autobús, donde solo había un hombre alto de mediana edad esperando el autobús. Me acerqué, levanté el paraguas para cubrirle la cabeza y le dije: "Señor, ¿puedo decirle algo bueno?"
Tuve que ponerme de puntillas para sostener el paraguas sobre su cabeza, lo cual fue difícil. Pero para ayudar a salvarlo, debía hacerlo. El hombre sonrió y me preguntó: "¿Qué cosas buenas?" Le conté lo que había preparado de antemano, incluyendo el por qué renuncié al Partido Comunista Chino (PCCh), la difusión de Dafa por todo el mundo, el incidente de la autoinmolación escenificada en la Plaza de Tiananmen y cómo el PCCh persigue y extrae brutalmente órganos de los practicantes de Dafa.
Cuanto más hablaba, menos nerviosa estaba y más claro se volvía mi pensamiento. También lo ayudé a renunciar al Partido. Finalmente, dijo: "Entiendo, sí es algo bueno. Gracias por decírmelo". Le dije que no necesitaba darme las gracias, y que debía agradecer a nuestro Shifu. Fue Shifu quien nos pidió que lo salváramos. Quería que él y su familia recitaran sinceramente: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".
Esta fue la primera vez que el practicante y yo ayudamos con éxito a una persona a renunciar al PCCh. Ese hombre fue la única persona que esperó en la parada de autobús durante todo el proceso. Nos dimos cuenta de que más personas comenzaron a reunirse después de que nos alejamos. Shifu debe haber visto que teníamos el corazón para salvar a la gente y organizó un entorno adecuado para nosotros.
Esto nos dio más confianza y ya no teníamos miedo. Un hombre caminaba delante de nosotros. Rápidamente lo alcancé y le dije: "Espere un segundo, señor. Tengo algo bueno que decirle. Se detuvo y escuchó mientras yo procedía a hablarle de Falun Dafa y de la persecución. Él renunció al PCCh y me agradeció por haberlo detenido. Le dije que le agradeciera a Shifu en vez de a mí, y que recordara que Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno. El otro practicante nos alcanzó y los tres nos reímos.
Hacer llamadas telefónicas para aclarar la verdad
Un practicante trajo algunos teléfonos celulares para ser usados para aclarar la verdad por teléfono. Tomé uno y otra practicante me enseñó a usarlo. Pero durante varios días seguidos, no me atreví a hacer una llamada ni siquiera a mirar el teléfono. Entonces pensé: "Esto no está bien. No tengo miedo de salir y esclarecer la verdad cara a cara. ¿Por qué debería tener miedo al estar en casa? Nadie lo sabrá ni me verá si digo algo equivocado". Pero aun así no me atreví a hacer la llamada.
Un día, preparé un manuscrito para hablar por teléfono. Encendí el teléfono y seleccioné el número para marcar. Me empezaron a temblar las manos. Tenía la garganta apretada, seca y un poco dolorida. Pero había marcado el número y ya era demasiado tarde para colgar. Tuve que afrontarlo.
La persona al otro lado me preguntó quién era yo. Estaba nerviosa y solo grité: "Hola, señor. Quisiera decirle algo bueno".
El receptor preguntó: "¿Qué está pasando? ¿Qué dices? ¿Eres hombre o mujer?
Grité al teléfono: "Soy una mujer". Me puse ansiosa y ya no sabía lo que decía la otra persona. Empecé a leer el manuscrito que había preparado. Cuando terminé, descubrí que el hombre todavía estaba en el teléfono. Le pregunté: "¿Entiende lo que acabo de decir?" Él dijo que sí, así que continué: "Entonces, ¿por qué no renuncia al PCCh y a sus organizaciones afiliadas a las que se has unido?" Estuvo de acuerdo.
Elegí un buen seudónimo para él y le pedí que recordara: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno". Me calmé un rato después de que colgó el teléfono y ya estuve lista para hacer otra llamada. Entonces, de repente, me di cuenta de que no le había preguntado si se había unido al Partido, a la Liga Juvenil o a los Jóvenes Pioneros. Debería prestar más atención en el futuro.
De esta manera, di mi primer paso y completé mi primera llamada telefónica de esclarecimiento de la verdad con la ayuda de Shifu.
Gracias, Shifu, por protegerme. Gracias compañeros practicantes por su ayuda.