(Minghui.org) A mi marido y a mí nos presentaron otras personas. En aquella época se reclutaba a gente de nuestra aldea para ir a trabajar a la ciudad. Mucha gente dejaba así las zonas rurales y encontraba una vida mejor en la ciudad. A mí me contrataron a través de los contactos de mi familia y trabajé en una fábrica.
A la familia de mi marido también le dieron una cuota de contratación como compensación a los perseguidos durante la Revolución Cultural, ya que el padre de mi marido fue perseguido hasta la muerte durante ese periodo. Mi suegra temía que nuestro matrimonio fracasara si su hijo no podía trabajar en la ciudad conmigo, así que prometió darle la cuota a mi marido.
Era casi fin de año y éramos jóvenes solteros por encima de la media de edad matrimonial. Ambos padres nos instaron a casarnos enseguida. Yo no quería hasta que él fuese contratado como yo. Pero su madre y mis padres nos empujaron a casarnos, así que nos casamos antes de Año Nuevo. Mi cuñada mayor regresó de otro lugar para asistir a nuestra boda. Aconsejó a su madre: «Madre, después confiarás en tus hijas para que te cuiden. Tu hija te dará dinero. ¿Crees que tu hijo te dará dinero más adelante?». Así pues, mi suegra entregó a sus hijas la cuota de contratación, inicialmente prometida a mi marido.
Esto me enfadó tanto que contraje nefritis y no pude trabajar bien. No tenía fuerzas y no podía completar las tareas asignadas por la fábrica. Estaba enferma y tomaba medicinas a todas horas. Mi marido me sugirió que saliera a relajarme, diciendo que me haría bien. Mientras paseaba, vi a practicantes de Falun Dafa haciendo sus ejercicios. Un practicante intentó presentarme Dafa, pero no le creí. Otro día volví a pasear y vi a mucha gente que se dirigía a una vieja casa de la aldea. Sentí curiosidad por lo que hacían, así que hice un agujero en el papel de la ventana para mirar dentro. Vi tres grandes caracteres «Verdad-Benevolencia-Tolerancia» escritos en la pared. Pensé: «Tengo que practicar esta “Benevolencia”. Si practico la Benevolencia, podré vivir más tiempo. Si no practico la Benevolencia, moriré pronto». Así que fui allí todos los días para relajarme, como si fuera a visitar a unos amigos. No entendía lo que era la cultivación, y sólo escuchaba, mientras otros leían el Fa. Después de escucharles leer durante más de un mes, sentí que algo estaba cambiando en mí físicamente, ya que seguía expulsando aire. También me gustaba escuchar la música de los ejercicios. Era muy bonita. Me di cuenta de que un practicante anciano llevaba un emblema de Falun en la camisa. El emblema giraba, capa a capa, ¡era tan hermoso! Más tarde, conseguí los libros de Dafa y empecé a practicar Falun Dafa.
Empecé a sentirme ligera y podía hacer cualquier trabajo que se me pidiera. Me sentía feliz todos los días. ¿Por qué era feliz? No podía explicarlo, ¡pero estaba encantada! A partir de entonces no sentí ningún resentimiento. Sabía que el destino lo determinaba todo y que había venido a esta familia para pagar mis deudas de yeli (kármicas). Así que ya no me sentía agraviada.
Parte de nuestra aldea fue demolida en la primavera de 1999. Mi cuñado mayor y yo fuimos a limpiar la casa de la hermana de mi suegra. Ella había fallecido y sus hijos no vivían cerca. No vivía nadie en la casa. Recogimos todo, vendimos todo lo que pudimos y le dimos el dinero a mi suegra.
Entonces, mi suegra empezó a regañarme cada vez que me veía. Yo ya estaba cultivando Dafa y sabía que esto ocurría porque tenía una relación predestinada con ella. No le contesté nada y sabía que esto ocurría porque estaba pagando mis deudas del yeli. Pensé que dejaría de hacerlo cuando se cansara, pero me insultó durante más de una hora. La vecina que estaba mirando le dijo: «Vamos, tía, llevas más de una hora gritándole. Ella también tiene más de 50 años». Mi suegra entró en casa y siguió maldiciéndome. Al cabo de un tiempo, empezó a maldecir a la mujer de mi cuñado mayor. Pero ella no pudo soportarlo y empezó a maldecirle a su vez. Mi suegra se enfadó y como resultado, desarrolló una enfermedad cardiaca.
Mi suegra quería ir a Beijing para recibir tratamiento. Su hijo mayor y su segunda hija estaban jubilados. No les pidió que la acompañaran a ver al médico y quiso que yo la llevara en su lugar. No pude controlar mi enfado y le dije: «Deberías confiar en tu hija. Le diste todas las cosas buenas. Sin embargo, tú acudes a mí cuando estás enferma. No iré». Pero ella no dejaba de molestarme. Más tarde, pensé: «Obtuve el Fa, y Shifu me enseñó a ser una buena persona. Tengo que hacerlo aunque no quiera». Así que fui. No sólo me costó dinero, tiempo y esfuerzo acompañarla al tratamiento, sino que también tuve que soportar sus malos tratos. Por el camino, no paraba de insultarme. Seguí pensando en el Fa de Shifu:
“Siendo alguien que refina gong debes, ante todo, ser capaz de no devolver el golpe al ser golpeado ni devolver la injuria al ser injuriado, tienes que ejercer Ren” (Novena Lección, Zhuan Falun).
“El Ren, es la clave para mejorar el xinxing de uno. El aguantar con odio, quejas o lágrimas es el Ren de una persona común que está apegada a sus recelos. Sólo el aguantar completamente sin ningún odio ni queja alguna es el Ren de un cultivador” (Qué es Ren, Escrituras esenciales para mayor avance).
Después de recitar esta parte del Fa de Shifu muchas veces, ya no estaba enfadada ni resentida.
Mi marido tenía tres hermanos. Juntos compraron a mi suegra una casa de retiro y aportaron una cantidad para su pensión. Sin embargo, el hermano menor de mi marido se quedó con la casa y el dinero. Así que mi suegra siguió viviendo en su viejo piso de una planta. Por aquel entonces, compramos y vivimos en un edificio de apartamentos. En el invierno de 2003 nevó mucho, y mi marido dijo que su madre tenía frío, así que quiso acogerla. Desde que practico Falun Dafa, pensé que tenía que ser una buena persona según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, y no podía empañar a Dafa. Así que acepté. Era fácil decirlo, pero sabía que tendría que cuidar de ella si venía a vivir con nosotros. Si no hubiera cultivado Dafa, no la habría dejado mudarse.
Cuando mi suegra estuvo enferma, sus hijas se alejaron de ella. Ya no decían que su madre podía contar con sus hijas cuando fuera vieja, y no le daban dinero. Las mujeres de mis cuñados tampoco se preocupaban por ella. Pensé: «Soy practicante y no puedo ignorarla. Tengo que mostrar a la gente que Dafa es recto y bueno. Como soy practicante, debo usar la amabilidad para resolver nuestros agravios».
Después de que falleciera mi marido, seguí llevándole dumplings y comida a mi suegra. Mi cuñada mayor admitió que yo cuidaba mejor de mi suegra que sus hijas.
Mi suegra tenía cuatro hijas. A menudo causaban problemas cuando venían de visita. Cuando falleció mi suegra, el encargado de la funeraria preguntó: «¿Quién recibirá a sus hijas cuando vengan?». Mis cuñados mayor y segundo dijeron que no las recibirían. El encargado me preguntó si yo me ocuparía de ellas. Le dije: «Pueden venir a cenar a mi casa».
Durante el Festival Qingming, los hermanos se turnaban para hospedar a las hermanas, pero no les daban de comer. Cuando llegó mi turno, dije: «Hoy me encargaré yo de la comida. Vayamos al restaurante».
Cuando falleció mi suegra, nadie se preocupó de mi cuñada mayor cuando vino de visita. Yo soy practicante y trato a los demás con amabilidad. Antes de que se fuera, le pedí que viniera a cenar a mi casa. Lloró y le dijo a mi hija: « A tu madre es a quien más le debo».