(Minghui.org) En 1981, recibí una carta de mi hermano menor de la provincia de Hebei. El escribió: “Nuestro padre falleció. Estaba muy enfadado con los integrantes de la familia de nuestra abuela (por parte de nuestra madre), y murió de estrés. Fue porque los 20 yuanes (2,81 dólares) que el segundo de mis tíos (hermano de mi madre) quería darle a la abuela se perdieron. Dijeron que tú te habías encargado del asunto y que habías enviado el dinero a la abuela. La abuela pensó que habías enviado el dinero a nuestra familia. Así que vino a nuestra casa y exigió a nuestro padre que le diera el dinero. Él lo negó, diciendo que no existía tal cosa”.
“Pero la abuela montó un gran escándalo, gritando y maldiciendo en el patio. Nuestro padre ya estaba delicado de salud. Era un hombre tranquilo y honesto, incapaz de hablar por sí mismo, y se preocupaba por su dignidad. Temía hacer el ridículo. Después de cavilar durante unos días, sucumbió a la depresión y murió. El menor de mis tíos (por parte de nuestra madre) vino a causar problemas, y luego las familias del mayor de mi tío y tía (por parte de mi madre) también vinieron a causar problemas. Nuestra madre se enfadó tanto que se puso enferma”.
Después de leer la carta, estaba tan enfadada y disgustada que no podía respirar. El segundo de mis tíos vivía lejos, en Urumqi, Región Autónoma de Xinjiang, y yo vivía en Kashgar, Xinjiang, a 1.500 kilómetros. ¿Cómo podía tener algo que ver conmigo el dinero que el segundo de mis tíos quería darle a la abuela? No podía entenderlo. Pasé la noche en vela y escribí una carta al segundo de mis tíos pidiéndole que aclarara la situación con la familia. Era antes de que existieran los teléfonos móviles y fijos.
También escribí una carta al menor de mis tíos, ya que la abuela estaba en su casa. Le dije que yo no tenía nada que ver y que esperaba que dejaran de causar problemas. Pasaron los meses, pero el asunto seguía sin resolverse. Mi hermano menor dijo que la abuela había dejado de venir, pero nuestro tío menor seguía viniendo a pedirle el dinero a mi madre. Tanto el mayor de mis tíos como mi tía pensaron que nos aprovechábamos de la situación y se enfadaron mucho. Mi hermano menor me preguntó: «¿Qué podemos hacer?».
¿Qué podía hacer yo? No tenía ni idea. No podía explicárselo claramente, ni podía hacérselo entender. Como el segundo de mis tíos no dijo nada, nadie podía hacer nada. La única opción era ignorarles. Al fin y al cabo, no habíamos hecho nada malo, así que no teníamos nada que temer. Y así, la guerra fría en nuestra familia continuó durante muchos años. Mi madre también cortó todo contacto con ellos.
En 2017, mi hermano menor llamó y dijo que nuestra madre estaba gravemente enferma y me pidió que volviera a casa inmediatamente. Mis hijos se apresuraron a reservarme un billete. Mientras hacía la maleta me recordé: Soy practicante de Falun Dafa. Mi misión es salvar a la gente. Todos los seres vinieron aquí por el Fa, y han pasado décadas. No puedo dejar que los rencores personales les impidan tener la oportunidad de escuchar la verdad sobre Falun Dafa.
Después de llegar, lo primero que hice fue hablar con mi hermano para ir a casa de la abuela a recoger al menor de mis tíos (la abuela, el mayor de los tíos, el segundo de los tíos y la mayor de las tías habían fallecido). El menor de los tíos vino, y nuestra madre pudo verle por última vez. Después de comer le hablé de Falun Dafa y de la persecución y le ayudé a renunciar a las organizaciones del Partido Comunista Chino (PCCh).
Aunque me reuní con él, el resentimiento de hace décadas seguía agitándose en mi interior. La muerte de mi padre, el sufrimiento de mi madre, la acusación injusta de la que fui objeto y los insultos que me lanzaron... todo eso volvía a mi mente. En ese momento, recordé lo que dijo Shifu: «La deuda debe ser pagada» (Tercera Lección, Zhuan Falun). Este es el principio de causa y efecto. Lo que debes, debes pagarlo, y no depende de los humanos decidirlo. Pensé que tal vez la acusación injusta que me hacía el segundo de mis tíos era algo que yo le debía de una vida pasada. Tal vez la implacable exigencia de pago de mis padres por parte de la abuela y del menor de mis tíos era también algo que les debíamos. La respuesta se hizo más clara.
Hoy en día, 20 yuanes (2,81 dólares) no es mucho dinero, pero en aquella época, los campesinos estaban empobrecidos y oprimidos. Ni siquiera se les permitía criar gallinas o patos. Trabajaban todo el año, pero sólo podían ganar puntos: nunca veían un céntimo. Para ellos, 20 yuanes era una cantidad astronómica. No es de extrañar que fueran despiadados, abandonaran todos los lazos familiares y exigieran desesperadamente el dinero. Cuando lo comprendí, dejé de odiarles.
Mi madre falleció tres días después. Inspirados por el menor de mis tíos, vinieron todos los familiares de la abuela. Uno a uno, les hablé de Falun Dafa y les ayudé a renunciar a las organizaciones del PCCh. Al sentarnos juntos, todos sonreían. Los agravios de décadas se habían resuelto por fin.
Shifu nos pide que tengamos compasión por todos. Sé que aún no he hecho lo suficiente, pero me esforzaré por cumplir los requisitos de Shifu y recorrer el camino de cultivación que dispuso para mí hasta que alcance la perfección y regrese a casa con Shifu.