(Minghui.org) Tengo 55 años. Mi ojo celestial estaba abierto cuando era niña, y mientras estaba en la escuela, podía ver escenas que ocurrían en casa.
Antes de empezar a practicar Falun Dafa en 2012, era adicta al mahjong (un juego muy común utilizado para apostar) y jugaba siempre que podía; incluso ignoraba las tareas domésticas. No podía relajarme a menos que jugara ese día. Nadie, ni siquiera mi esposo y mi suegra, podían detenerme.
Tenía mal carácter. Estaba apegada al beneficio personal y utilizaba dinero falso. Una vez le pedí prestada la moto a mi hermana y, cuando la tenía, me la robaron. Me enfadé cuando tuve que pagarle 1.500 yuanes, así que cuando vi una moto sin candado la robé.
Cambios asombrosos después de empezar a practicar Falun Dafa
Un día de 1997, un pariente me dio una copia de Zhuan Falun, el libro principal de Falun Dafa. No lo leí debido a mi limitada educación, así que perdí la oportunidad de empezar a cultivarme.
En 2012, empecé a sentirme incómoda cada vez que jugaba o estaba cerca de una mesa de mahjong, pero seguía obsesionada y continuaba jugando. Un día, cuando me senté en la mesa de juego, sentí una opresión en el pecho y empecé a sudar. También me empezaron a doler las lumbares, así que me fui a casa. Me acosté en la cama, muy incómoda. No podía dormir y empecé a pensar en todas las cosas malas que había hecho. Me sentía triste e incluso pensé en suicidarme.
La enfermedad duró más de un mes. Un día vi un folleto de Falun Dafa y lo tomé. El folleto hablaba de las historias de cultivación de los practicantes, incluyendo cómo cambiaron de ser egoístas a desinteresados después de practicar Dafa.
Recordé la frase auspiciosa que me dijo un pariente: «Falun Dafa es bueno». En cuanto empecé a recitar la frase, sentí que algo me daba vueltas en el pecho, y luego me dio vueltas por todo el cuerpo, incluida la cabeza, la cintura y los brazos. Me sentí cómoda y relajada. «¡Falun Dafa es tan asombroso!». Encontré el libro Zhuan Falun que me regaló mi pariente y empecé a leerlo.
Al día siguiente conté esta experiencia milagrosa a mis compañeros de trabajo y a mis clientes. Todos se quedaron sorprendidos. Justo después del trabajo, fui a ver a una pariente que practicaba Falun Dafa. Estaba contenta y me dijo que ya era hora de que empezara a practicar. Me enseñó las cinco series de ejercicios de Falun Dafa y leí el libro con ella.
Cuando hice el ejercicio de estaca parada Falun, sentí que un Falun giraba dentro de mi cuerpo. Una vez, mientras meditaba, floté hasta el techo. Durante una sesión de ejercicios, vi dragones, unicornios y otros seres en otras dimensiones. También vi un gran ojo que me miraba fijamente, como describe Shifu en Zhuan Falun. Pocos días después de empezar a practicar, me liberé de la enfermedad y me sentí ligera.
Seguí los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia en mi vida diaria. Abandoné mi apego al mahjong y rechacé todas las invitaciones a jugar.
Tuve varios accidentes de tráfico, pero no sufrí ningún daño. Los accidentes incluyeron ser atropellada por un automóvil, salir despedida de un coche, quedar atrapado entre dos autos y otros. Agradecí a Shifu su protección.
Cuidar de mi suegra
Mi esposo tiene dos hermanos. En 2016, mi suegro enfermó, y mis cuñados y sus cónyuges se negaron a cuidar de él. Cuidé de él durante dos años antes de que muriera.
Después, mi suegra sufrió un ictus (trombosis cerebral). Estaba en estado vegetativo y había que atenderla las veinticuatro horas del día. Había que alimentarla a través de una sonda nasal tres veces al día, necesitaba una sonda para orinar y había que ayudarla cuando defecaba. No pudimos encontrar un cuidador que estuviera dispuesto a aceptar el trabajo. Mis cuñadas no querían cuidar de ella y decían que ni siquiera cuidaban de sus propias madres.
Me puse a la altura de una cultivadora y la traje a mi casa. Pedí un permiso en el trabajo sin sueldo y la cuidé durante cuatro años, hasta que falleció.
Si no fuera cultivadora, nunca habría podido hacerlo.
Cultivarme en medio de conflictos
Mi hija se portaba bien y era sensata incluso de niña. Fue admitida en una universidad importante y estudió en su escuela de posgrado. Tras graduarse, la contrataron en una empresa pública. Trabajó en una ciudad pequeña y luego la trasladaron a otra más grande.
Cuando tenía 27 años, empecé a preocuparme de que se casara, porque no tenía novio. Salió con varios hombres, pero ninguno le convencía. También tuvo citas a ciegas, pero no encontró a nadie que le gustara.
A los 30 años conoció a un hombre alto y con talento. Era licenciado en una buena universidad y tenía un trabajo mejor que el de mi hija. Sus padres eran funcionarios y tenían tres casas. Les gustaba mi hija.
Más tarde supe que el padre de este hombre trabajaba en la Oficina 610 y su madre en un departamento similar. Me sentí incómoda y no apoyé su relación. Sin embargo, algunos compañeros me dijeron que debía aclararles los hechos si estábamos destinados a formar una familia.
Un día, mi hija llegó a casa alterada. Resultó que el padre del hombre se había enterado de que yo practicaba Falun Dafa. Aunque él no se opuso a que continuaran su relación, mi hija se sintió muy presionada y se comportó como una persona diferente. Dijo que, como yo practicaba Dafa, no volvería a salir con nadie si rompían. Cada vez que me veía estudiando los libros de Dafa o haciendo los ejercicios, intentaba convencerme de que lo dejara. Nuestra relación se volvió tensa.
Me sentía triste por ella. Hice todo lo posible por desprenderme de mi apego a ella y dejar que las cosas se desarrollaran con naturalidad. Por otra parte, era muy consciente de que con quien se casara lo había dispuesto la divinidad y yo no tenía nada que ver. Poco a poco me fui desprendiendo de mis sentimientos.
Al cabo de un tiempo, mi hija me contó que había roto con su novio porque había descubierto que padecía un grave trastorno de ansiedad. Su familia gastó mucho dinero en ayudarle, pero fue en vano. Era muy inestable emocionalmente y era difícil tratar con él.
Ahora a mi hija le va bien. Por fin ha conocido a la persona ideal y está a punto de casarse. Este incidente me ayudó a comprender la disposición divina de las cosas y a manejar todo con dignidad y pensamientos rectos.