(Minghui.org) Hace más de 10 años, fui perseguida por el Partido Comunista Chino (PCCh) por practicar Falun Dafa (también llamado Falun Gong), lo que me llevó a perder mi trabajo y a una condena de cinco años de prisión. Tras mi puesta en libertad, trabajé como niñera para mantenerme. Cuando conocí a la familia, la mujer llevaba en brazos a una niña de seis meses. La niña estaba muy contenta de verme y no paraba de sonreír, lo que me ayudó a conseguir el trabajo. A la abuela del bebé también le parecí muy amable.
Más tarde supe que la pareja eran funcionarios del gobierno. El marido trabajaba para el Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos y era el jefe de la Oficina 610 local. En la China actual, la gente tiende a desconfiar de los demás, sobre todo de aquellos con los que no tienen relación, como una niñera, por ejemplo. Cuando empecé a trabajar para ellos, estaban nerviosos y desconfiaban. El marido trajo a su madre de otra ciudad para que me ayudara a cuidar del bebé. Tampoco me permitían tener llave de su casa.
Con el tiempo, fuimos conociéndonos y se dieron cuenta de que las palabras y los actos de los practicantes de Dafa eran diferentes de los de la gente corriente; desde luego, no se parecían a lo que la propaganda del PCCh mostraba en la televisión. Nuestras palabras y acciones están llenas de sinceridad, bondad y tolerancia, y siempre ponemos a los demás en primer lugar. Como niñera, era muy frugal cuando compraba la comida, asegurándome de que pudieran comer bien sin gastar demasiado. Cuando encontraba monedas sueltas en los bolsillos de la ropa que lavaba, les devolvía hasta el último céntimo. Cuando me gané su confianza, empezaron a tratarme como a uno de la familia y me dieron las llaves de casa, lo que me permitía entrar y salir sin supervisión.
Es sorprendente que la niña nunca tuviera un accidente mientras yo la cuidaba. Cuando los niños aprenden a andar y correr, es normal que choquen con las cosas y se hagan daño de vez en cuando. Sin embargo, durante nuestras salidas, nunca sufrió ninguna lesión. Hubo dos ocasiones en las que yo no trabajaba y la abuela la cuidaba. Un día, la niña se hizo un corte en la cabeza y al siguiente se raspó la pierna. La abuela comentó: «Llevas varios años cuidándola y nunca se ha hecho daño. Yo la he vigilado sólo dos días, ¡y se ha hecho daño las dos veces! No la vigilaré más».
La madre de la niña añadió: «Cuando la he sacado a jugar, se ha hecho daño varias veces».
Les dije lo que dijo Shifu: “La luz de fo ilumina todo, volviendo todo recto, perfecto y brillante” (Tercera Lección, Zhuan Falun).
Creyeron lo que dije, y toda la familia llegó a comprender la verdad sobre Falun Dafa. Un día, el marido volvió pronto a casa del trabajo debido a una enfermedad. Se había excedido bebiendo con su jefe. Me preguntó inesperadamente: «¿Cuándo crees que los practicantes de Falun Gong derrotarán al PCCh?».
Me reí y respondí: «No queremos derrotar al Partido. El PCCh se destruirá a sí mismo. Los practicantes no nos dedicamos a la política. Sólo queremos ser buenas personas, hacer buenas obras y cultivarnos. No buscamos el poder. El PCCh actúa por su propia voluntad para perseguir a la gente buena que practica Dafa. Viola los principios celestiales, y el cielo se encargará de ello».
Casi lloraba al decir: «Vivimos en una agonía. Tenemos que acompañar a nuestros líderes a beber todos los días, y nos castigan si no lo hacemos bien. Así son las cosas en el sistema del PCCh. Arriesgamos nuestras vidas para complacer a los líderes. Beber todos los días está arruinando mi salud».
Reveló que sufría de gota, que le brotaba cada vez que bebía. Tenía dolores terribles y cojeaba al andar. Sin embargo, para mantener a su familia y avanzar en su carrera, se sentía obligado a adular y ganarse el favor de los líderes a todos los niveles.
Le animé a practicar Falun Gong para mejorar su salud. Me contestó: «¡No puedo! Me encargo de perseguir a los practicantes de Falun Gong». Le aconsejé que se abstuviera de hacer nada en contra de su conciencia y que dejara su trabajo lo antes posible.
Finalmente fue trasladado, y más tarde me llevó a casa de su madre y me pidió que le enseñara a hacer los ejercicios de Falun Gong.