(Minghui.org) ¡Saludos, venerado Maestro! ¡Saludos, compañeros practicantes!
A menudo envío pensamientos rectos para eliminar cualquier cosa negativa durante nuestras actividades de esclarecimiento de la verdad y deseo que todas las personas con las que hablamos entiendan la verdad y sean salvados. Siempre me recuerdo, que estoy ahí por el bien de los seres conscientes y que mi compasión puede derretir el corazón de la gente.
Siempre intento hablar con la gente en un tono amistoso y compasivo. Les escucho para poder aclarar la verdad desde su perspectiva, lo que les facilita la comprensión.
Siempre hablo con sinceridad para conmover de verdad a la gente. He notado que sus tonos se suavizan, escuchan atentamente y comprenden realmente, la verdadera historia de Falun Dafa. A menudo me sorprende su sincero agradecimiento. En esos momentos mi corazón se llena del indescriptible poder de Falun Dafa.
Con los años me he dado cuenta de que el éxito o el fracaso de nuestras actividades de esclarecimiento de la verdad son reflejos de nuestro estado de cultivación y son grandes oportunidades para que nosotros mejoremos.
Me gustaría compartir una de mis experiencias recientes.
Elimino mi apego a validar mi opinión
Un día, en un evento para esclarecer la verdad, hablé con un hombre ebrio. Causó problemas en otro estand donde se hablaba de la Biblia. Cuando se fijó en nosotros, se acercó y puso agresivamente su cara junto a la de un practicante. Intenté ayudar a mi compañero y empecé a hablar con él. En cuanto empecé a hablar trató de iniciar una discusión en ruso.
Le hablé con sinceridad, pero pronto me di cuenta de que estaba demasiado borracho para entender lo que le decía. Lo único que él quería, era provocar una discusión. Seguía acercando su cara a la mía. Intenté explicarle lo que estábamos haciendo, pero no sirvió de nada. Intenté responder amablemente a sus preguntas. No sirvió de nada. Cuando me alejé, me siguió y no se iba.
Pensé que tenía que alejarlo del centro de nuestro evento para que no molestara a los demás. Empecé a enviarle pensamientos rectos y lo llevé detrás de la carpa. Pedí ayuda a Shifu en silencio, pero me di cuenta de que era una prueba para elevarme.
No podía entender muchas de las cosas que murmuraba, pero intenté encontrar la manera de llegar a él. Envié fuertes pensamientos rectos para desintegrar lo que fuera que lo controlaba. Mientras hablaba con él, miré en mi interior y descubrí mi apego a la competencia, mi apego a demostrar que yo tenía razón y mi indiferencia tras ver lo testarudo que era.
Después de liberar estos apegos, sentí una gran compasión por él. Recordé que había venido aquí para salvarse y que yo tenía que despertarlo. Continué enviando pensamientos rectos y lo hice mientras le miraba directamente a los ojos. Me di cuenta de que se había vuelto más lúcido. Le escuché con atención y dejé de apegarme a demostrar mi punto de vista. Estaba allí sólo para él, y eliminé todo lo que bloqueaba el despertar de su espíritu.
Cuando terminó de argumentar su punto de vista, me preguntó qué quería. Le respondí: "¡Quiero ayudarte!". Lo dije de todo corazón, sinceramente y sin ninguna duda, porque era exactamente lo que sentía. Vi que estaba perdido en este mundo confuso, ¡y no pude evitar simpatizar profundamente con él!
Parecía aturdido. Probablemente pensaba que iba a discutir con él para demostrarle mi punto de vista. Nuestra conversación se hizo más amistosa. Seguí hablándole con compasión. Le repetía mentalmente que estaba ahí para él, sólo para él.
De repente, se veía con la mente más clara. Me di cuenta de que ya no estaba borracho.
Le dije que no hiciera nada malo, que todo lo que decía era su verdad y que lo que estábamos haciendo hoy también era decirle la verdad a la gente. Le dije que intentábamos atraer la atención de la gente sobre la injusticia en China. "Veo que tú también estás en contra de la injusticia", le dije: "porque defiendes firmemente la verdad".
Cambió por completo y me dijo que yo lo había hecho bien. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Se dio la vuelta y se fue, pero no abandonó nuestro lugar del evento.
Compartí mi experiencia con otros practicantes y les sugerí que no discutieran con él. Habló brevemente con otro practicante, pero se marchó al poco rato. Este practicante me dijo más tarde que también había hecho llorar a este hombre.
Más tarde, el hombre volvió a acercarse a mí y esta vez habló en letón (Letonia). Me dijo que no tocara a su gente, los letones. Seguí hablándole amablemente. Al final me dijo que yo era el mejor. Me dio las gracias sinceramente y se marchó.
Esta experiencia me enseñó la importancia de despertar a la gente con compasión y de no sucumbir nunca, por muy difíciles que parezcan algunas personas. Vi mi mentalidad de pelea y mi indiferencia, por la forma en la que, al principio, discutí con él. Luego me di por vencido cuando no pude convencerle.
Solo cuando envié pensamientos rectos, me di cuenta de que era una prueba para mí. La situación cambió cuando deseé de verdad salvarle y despertarle. El altruismo y la compasión me llevaron paso a paso a despertar la bondad de su corazón.
Esta experiencia conmovedora validó el poder de la Dafa, de los pensamientos rectos y de la cultivación. Nada de lo que encontramos en la cultivación es accidental. Estamos aquí por el bien de los seres conscientes. No realizamos actividades de esclarecimiento de la verdad sólo para distribuir folletos rutinariamente y luego abandonar a la gente si se niega a escuchar. Este es un lugar donde reafirmamos nuestros pensamientos rectos y nuestra compasión, y ayudamos verdaderamente a Shifu, a salvar a los seres conscientes.
Gracias, Shifu. ¡Gracias, compañeros practicantes!
(Presentado en el Fahui de Europea 2023)