(Minghui.org) Saludos, Shifu. Saludos, compañeros practicantes.
Soy una practicante de Montreal. Obtuve el Fa en Canadá en 2009. En aquel tiempo, me encontré con una señora en internet con quien tuve una conexión profunda. Ella me animó a no creer las mentiras de la "autoinmolación de la Plaza de Tiananmen" y a mirar a Falun Dafa sin prejuicios. Después de leer Zhuan Falun, me di cuenta de que la gente puede cultivarse de verdad y de que existen dioses y budas. Dejé de creer en las mentiras del Partido y emprendí el camino de la cultivación.
Durante la última década de cultivación, he encontrado numerosos desafíos. Por ejemplo, desarrollé una grave afección cutánea poco después de empezar a practicar. Aparecieron por todo el cuerpo y la cara grandes erupciones parecidas a eczemas, que supuraban y causaban picor y dolor intensos, parecidos a los de una quemadura. Estudiando continuamente el Fa y fortaleciendo mis pensamientos rectos, tardé casi un año en superar esta tribulación.
En los últimos años, el reto más importante al que me enfrenté en mi cultivación fueron las dificultades de mi hija durante su crecimiento. Afortunadamente, en el último año, se recuperó gradualmente de un estado en el que apenas podía mantenerse en pie, y recobró la felicidad que debería tener a su edad. También ganó confianza en sí misma, mejoró notablemente su rendimiento académico, llegando incluso a obtener notas superiores a 90, e hizo muchos amigos. Esto era algo que antes no podía imaginar.
Quiero compartir esta experiencia con todos. En primer lugar, expreso mi profunda gratitud por los compasivos arreglos de Shifu y, en segundo lugar, espero que mis experiencias puedan servir de orientación a padres y compañeros con experiencias similares.
Cambios en mi hija
Mi hija es una niña inteligente y adorable desde que era pequeña. Le encanta sonreír y tiene un carácter amable y bondadoso. Es muy compasiva. Cuando era pequeña, estudiaba el Fa, hacía los ejercicios y participaba en diversas actividades relacionadas con Dafa. Siempre se portó bien. En 2019, asistimos a la actividad de formación de caracteres chinos durante el Fahui de Nueva York. Era un día caluroso de verano, y ella tuvo que llevar un impermeable grueso. Estuvo sentada más de dos horas sin moverse de su sitio, a pesar de sudar mucho.
Sin embargo, a partir del tercer grado, empezó a cambiar tras sufrir acoso en la escuela. Recuerdo que me dijo que otros niños la acosaban, pero no me dio muchos detalles. Al principio pensé que era un asunto menor, así que le presté poca atención. Le aconsejé superficialmente que, como cultivadores, no debíamos enfadarnos con la gente y que los acosadores se estaban creando yeli a sí mismos, etcétera. Pensé que, si veía la situación desde la perspectiva de la cultivación, no le afectaría y podría seguir adelante. Sin embargo, pasé por alto su capacidad de tolerancia. Es una niña muy sensible a la que mi esposo y yo hemos protegido desde que era pequeña, y rara vez ha sufrido contratiempos. Confía mucho en los demás.
En quinto grado, mi hija fue aceptada en una escuela privada local conocida por su buena reputación. Había escuchado cosas buenas acerca de esta, me gustaba su excelente prestigio, su estricta gestión y la oportunidad de avanzar directamente a su escuela intermedia. Me sentía más segura con respecto a los estudios y la educación de mi hija en este colegio. Sin embargo, para mi sorpresa, seguía teniendo dificultades para hacer amigos. La experiencia previa de acoso escolar le había hecho perder la confianza en sí misma y dudaba a la hora de iniciar interacciones sociales. Y lo que es peor, se hizo amiga de una niña de una familia problemática que mostraba una conducta inadecuada. Se volvió adicta a los videojuegos en internet, perdió el interés por aprender, no podía concentrarse y sus notas empezaron a bajar. Como consecuencia, los profesores del colegio la trataban de forma diferente, y finalmente nos sugirieron que nos reuniéramos con un neuropsicólogo para concertar una evaluación de nuestra hija.
Durante ese tiempo, el estado de cultivación de mi hija también llegó a un punto bajo, ya que apenas podía estudiar el Fa o hacer los ejercicios. Además, se volvió rebelde, vestía a la moda, llevaba el pelo desordenado y le disgustaba la limpieza. Su problemática amiga le decía: "No escuches a tus padres; tienes tu propia vida". Así que, cada vez que le decía lo que debía o no debía hacer, ella respondía: "No me obligues; tengo mi propia vida".
Enfrentada a su situación, me sentía ansiosa y mi temperamento se ponía de mal humor. A menudo no podía controlar mi ira y gritaba a mi hija. Cuando me calmé, recordé lo que dijo Shifu:
"Hay personas que cuando educan a los hijos también se enfadan, los regañan haciendo tanto ruido que casi voltean el cielo; cuando educas a tus hijos no tienes que actuar de esa manera, no debes enfadarte realmente, debes educar a tus hijos con más racionalidad, así podrás educarlos verdaderamente bien" (Novena Lección, Zhuan Falun).
Mirando hacia dentro, sabía que, como cultivadora, no debía enfadarme. Debía comunicarme pacientemente con mi hija, pero a menudo no podía hacerlo cuando surgían conflictos.
De vez en cuando, mi hija tenía momentos de claridad y se sentía infeliz por cómo estaba actuando. Decía: "Mamá, necesito muchos ánimos" y "Mamá, quiero cultivarme, pero es muy difícil". Oír esto me entristeció mucho.
En tales circunstancias, en julio del año pasado, traje a mi hija a Toronto por primera vez para que pudiera asistir aquí al Campamento de Verano Minghui. Previamente, un practicante de nuestra zona sugirió que mi hija asistiera al campamento de verano en Toronto, diciendo que una joven practicante que asistió durante tres semanas experimentó cambios positivos. La idea no me entusiasmó. Sin embargo, como veía que el estado de mi hija era cada vez más preocupante y me daba cuenta de que no tenía una buena solución para cambiarlo todo, decidí probar el campamento de verano y ver cómo iba.
Al principio, mi hija no quería ir a Toronto. Sabía que el campamento de verano de la Escuela Minghui implicaría estudiar el Fa y hacer los ejercicios todos los días, y se resistía a la idea porque creía que no podría hacerlo. Le dije que lo intentara durante una semana. Sin embargo, el primer día ya estaba disfrutando. Cuando le pregunté por qué, me dijo que allí no se sentía excluida, que se llevaba bien con muchos de los niños del campamento de verano, lo que la hacía mucho más feliz.
Al final, mi hija me dijo: "Quiero ir a la escuela primaria aquí". Luché en mi corazón. Dudaba porque yo era una vendedora clave en The Epoch Times y mi marcha acarrearía pérdidas para la empresa. Contemplé y valoré repetidamente las mejores opciones: Mi esposo y yo ya habíamos enviado a nuestra hija a la que se consideraba la "mejor" escuela, pero ella había acabado como había acabado. Además, parecía que estaba a punto de ser etiquetada como una niña con "necesidades especiales". Es mi hija, pero lo más importante es que es una joven discípula que vino a obtener el Fa. Shifu me la confió, y soy responsable de su cultivación y crecimiento sano.
Sentí firmemente que mi hija solo podría encontrar su camino de regreso y mejorar su comportamiento en un ambiente puro y recto. Afortunadamente, cuando mi esposo comprendió la situación, también confió en la escuela. Apoyó el deseo de nuestra hija de asistir a ella.
Así que decidí mudarme a Toronto para que mi hija pudiera asistir a la Escuela Primaria Minghui de esa ciudad. Al mismo tiempo, estaba decidida a cumplir con mis responsabilidades en el proyecto. Planeaba volver a Montreal una semana cada mes, además de trabajar a distancia. Creía que era factible.
Mi hija retomó la cultivación y los pensamientos rectos en la Escuela Minghui
Mi hija y yo nos trasladamos a Toronto, y ella comenzó el sexto grado en la división elemental de la Escuela Minghui. Mientras tanto, mi esposo se quedó en Montreal debido a su trabajo. Recuerdo que llamó y preguntó a nuestra hija cómo se sentía después de su primer día en la escuela. Dijo que estaba muy contenta. Mi esposo se rió alegremente y se sintió aliviado.
En aquella época, como la escuela primaria de Minghui solo llevaba un año establecida, solo había dos clases: senior y junior. Aunque las edades y capacidades de los niños variaban, los profesores tomaban las medidas oportunas y hacían todo lo posible para que la enseñanza se ajustara a sus niveles. Los libros de matemáticas utilizados eran de Singapur, más exigentes que los de las escuelas occidentales. El plan de estudios de ciencias no incluía la evolución, protegiendo así a los niños de la contaminación del ateísmo a una edad temprana. Los profesores elaboraban el plan de estudios en chino, que orientaba a los niños en la cultura tradicional y los principios morales. Por supuesto, lo mejor era que se aseguraban de que los alumnos estudiaran el Fa y realizaran los ejercicios en la escuela.
Al principio, esto fue muy difícil para mi hija y supuso un reto importante. Sabía que, cuando estaba en casa, solo podía hacer una serie de ejercicios y no podía sentarse quieta a meditar. Estudiar el Fa también era un reto porque su mente no estaba en calma, y se impacientaba después de leer durante un rato. Enviar pensamientos rectos era aún más difícil.
Tras un año de esfuerzos de mi hija y la paciente ayuda de los profesores, pudo sentarse a meditar durante una hora con los ojos cerrados. Decía que sentía dolor al cabo de media hora, pero que podía persistir durante una hora entera.
La forma en que los profesores trataban los conflictos entre los niños también me inspiró. Mi hija es una niña sensible y emocionalmente vulnerable que se apoya mucho en sus amigos íntimos. Cuando surgían conflictos o sus amigos la trataban mal, se quedaba destrozada, lloraba desconsoladamente y pedía consuelo al director. Al principio, los profesores la consolaban y calmaban su corazón herido. Pero poco a poco, al darse cuenta de su dependencia, cambiaron de actitud. Le enseñaron a afrontar los conflictos racionalmente, a encontrar soluciones, a ser fuerte y a no depender tanto de los demás. La animaron a expresar sus sentimientos con valentía y a no hacer cosas que no le gustaban por miedo a perder a sus amigos. Los profesores le enseñaron lo que significa la verdadera amistad y cómo hacer amigos de verdad. Con el tiempo, mi hija pasó por repetidas pruebas de carácter y poco a poco fue capaz de afrontar los retos con fortaleza.
En mayo de este año, durante un acto de Falun Dafa, participó en el baile coreográfico de la clase e incluso tuvo el valor de actuar ante un numeroso público. Reflexionando sobre dónde estaba hace solo un año, su transformación parece realmente increíble.
Persistir en hacer el bien con el Proyecto Epoch Times
Soy la principal vendedora de The Epoch Times en Montreal. Durante el año que pasé acompañando a mi hija al colegio, me propuse volver a Montreal una semana al mes para reunirme con los clientes y minimizar las posibles pérdidas por no poder verlos mientras trabajaba a distancia en Toronto.
Esto supuso un reto para mí. Antes de esto, mi viaje en automóvil más largo a solas había sido de Montreal a Quebec, un trayecto de tres horas que me dejaba exhausta. Sin embargo, el trayecto de Toronto a Montreal dura casi seis horas. Por el camino, escucho el intercambio de cultivación en Radio Minghui, la música sinfónica de Shen Yun y las conferencias de Shifu. Poco a poco me fui familiarizando con la ruta y el tiempo se me hizo más corto. Los días en Montreal también eran bastante ajetreados, y buscaba la manera de reunirme con el mayor número posible de clientes en el menor tiempo posible.
Recuerdo que una vez conseguí visitar a 20 clientes en solo cuatro días y me reuní con casi todos los clientes que había planeado ver, algunos de los cuales llevaba varios años intentando conocer. Antes de reunirme con los clientes, le pedía en silencio a Shifu: "Shifu, por favor, permíteme conocerlos. Vine hasta aquí y espero que no sea en vano". Y milagrosamente, ese cliente en particular salió a mi encuentro, aunque hacía años que no nos veíamos. Estoy agradecida por los compasivos arreglos de Shifu y estoy decidida a trabajar aún más y a hacerlo bien en las ventas de Epoch Times.
A lo largo del año, mi esposo y los practicantes de Montreal y Toronto me brindaron un enorme apoyo y aliento. Cuando dejé temporalmente Montreal, mis colegas de The Epoch Times en Montreal me ayudaron a entregar los periódicos a mis clientes y se reunieron con ellos en mi nombre. Del mismo modo, cuando dejé temporalmente Toronto, los practicantes de Toronto se hicieron cargo de mi hija, o mi esposo viajó desde Montreal. Mi esposo es agente inmobiliario y también necesita reunirse con clientes, pero hacía todo lo posible por organizar su agenda para que yo pudiera volver a Montreal a reunirme con los clientes de The Epoch Times. Y así, cada mes, íbamos y veníamos entre las dos ciudades como un carrusel.
Recuerdo lo que dijo Shifu:
"Cualquier cosa que hagas, hazla bien. Durante el proceso, lo que miran es tu corazón humano, y no se fijan en tu éxito en sí mismo. ¡Durante el proceso estás salvando a la gente! En el proceso de hacer algo, está el proceso de la elevación de tu xiulian, ¡y al mismo tiempo se está generando el efecto de salvar a los seres conscientes!". (Fahui de Nueva York 2016)
Animado por esto, me dije que lo daría todo, independientemente de si al final firmaba contratos o no. Comprendí que el proceso en sí estaba salvando a personas. Así que, a pesar de las dificultades de trabajar a distancia y vivir en dos casas, seguí cumpliendo mis objetivos de ventas en su mayor parte.
Fortalecer el estudio del Fa y cultivar el corazón
Este año, como trabajaba a distancia y vivía la mayor parte del tiempo en un alojamiento temporal, la vida se simplificó y tuve tiempo a mi disposición. Aproveché la oportunidad para aumentar mi estudio del Fa, escuchar la experiencia de cultivación de los compañeros practicantes, reflexionar sobre los problemas y dificultades que encontré en mi camino de cultivación e identificar mis apegos y tratar de eliminarlos.
Me di cuenta de que mi hija es una pequeña discípula que vino por el Fa; la relación de yeli entre nosotras como madre e hija es para nuestro crecimiento mutuo en el Fa. También me di cuenta de que en el pasado empleaba inconscientemente un enfoque coercitivo y orientado a los resultados, influido por la cultura del Partido, a la hora de educar a mi hija. Ahora, puedo empatizar con ella como niña y apreciar los retos a los que se enfrenta en su crecimiento y sus esfuerzos por mejorar y cultivarse. Mi hija también mencionó que mi temperamento mejoró y que ya no soy impaciente ni me enfado.
También me di cuenta del profundo resentimiento que sentía hacia mi esposo y que debía eliminar mediante la cultivación. Así que empecé a ocuparme de él todo lo posible. Incluso cuando tenía una mala actitud, intentaba tratarlo con amabilidad y ya no albergaba quejas. Podía sentir cómo se derretía parte del hielo que había entre mi esposo y yo. Al mismo tiempo, su actitud hacia la cultivación de nuestra hija también experimentó un cambio positivo.
Reflexionando sobre este camino, estoy llena de emociones. Estoy agradecida de que Shifu haya estado siempre a nuestro lado, guiándonos por el camino de la cultivación. Aunque nunca vi nada en otras dimensiones, puedo sentir las bendiciones y la protección omnipresente de Shifu y sus arreglos ordenados e ingeniosos.
Gracias, Shifu. Gracias, compañeros practicantes.
Por favor, amablemente corríjanme con compasión si algo no está en el Fa.
(Presentado en la Conferencia de Intercambio de Experiencias de Cultivación de Falun Dafa de Canadá 2023)