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​El poder de los pensamientos rectos me ayuda a superar una tribulación

Jun. 17, 2023 |   Por un practicante de Falun Dafa en la provincia de Sichuan, China

(Minghui.org) Un día de 2019, sentí un fuerte zumbido en mi oído derecho. Durante dos semanas, se iba y volvía, hasta que se volvió continuo. Poco después, me empezó a pitar el otro oído también.

Me entró tanto miedo que el corazón se me aceleró. No he hecho nada malo, ¿por qué me pasa esto? No creía que fuera un síntoma de ninguna enfermedad, porque sabía que el Shifu había limpiado mi cuerpo tras 26 años de cultivación. El Shifu me había señalado, a través de tribulaciones previas, que mi falso yo –compuesto de yeli– ya se había disuelto.

Algunos días después, sentí un dolor sordo en el corazón que se convirtió en un dolor punzante. Sentía molestias en el costado derecho, donde está el hígado. Dormir sobre ese lado me resultaba imposible. Había sufrido hepatitis B en mi juventud. Así que un pensamiento de preocupación pasó por mi mente, porque se parecía a aquella lesión original. Entonces, negué rápidamente esta falsa apariencia de las viejas fuerzas. Comprendí que el dolor era una ilusión, y que aparecía para poner a prueba tanto mi xinxing como mi fe en el Shifu y el Fa.

Salía todos los días, sin descanso, con otros practicantes para hablar a la gente de Falun Dafa y pedirles que renunciaran a las organizaciones del Partido Comunista Chino (PCCh), si se habían unido. Probablemente, tenía un aspecto frágil debido al dolor, así que el resto de practicantes me preguntaban por mi salud. Como no quería añadir pensamientos negativos en las mentes de mis compañeros practicantes, me guardé lo que me pasaba. Y empleé todo mi tiempo libre en estudiar el Fa y buscar en mi interior.

Recitar las enseñanzas del Maestro fortaleció mi creencia en el Fa y alivió la sensación de dolor.

"Quienes refinan gong tampoco van a sentirse cómodos físicamente en su futuro xiulian, porque en sus cuerpos aparecerán muchos gong; todas son cosas muy poderosas que se mueven de aquí para allá dentro de tu cuerpo, causando que te sientas así y asá de incómodo" (Sexta Lección, de Zhuan Falun).

Pasaron unos días, y sentí como si mi corazón creciera mucho. Al punto de sentir, como si mi estómago se levantara y empujara el aire a través de mi garganta, provocándome eructos.

Cada día miraba hacia dentro y encontraba muchas obsesiones humanas. Odiaba muchísimo a mi marido. Y sentí que el hipo y los eructos eran un reflejo de ese resentimiento. Y que cuando acumulaba demasiado resentimiento, tenía que descargarlo de esa forma. También poseía una mente envidiosa, exhibicionista y combativa, y cuando veía que el comportamiento de la gente corriente que no se ajustaba a mis propias ideas, me indignaba. Tampoco prestaba atención a "cultivar el habla". Hablaba mal de los demás a sus espaldas y sacaba conclusiones precipitadas sobre ellos. Los despreciaba. Con una mente astuta, me unía a los compañero para aclarar la verdad, pero siempre creía que lo hacía todo mejor que los demás. Incluso trataba de imponerles mis opiniones, lo cual es propio de la nociva mentalidad del PCCh.

La forma en la que trataba a los demás me hacía sentir mal. Así que envié pensamientos rectos para eliminar los apegos que me llevaban a actuar así. Al mismo tiempo, le pedía ayuda al Maestro. Sin embargo, los síntomas no acababan de remitir por completo. Se prolongaron durante más de un mes.

Un día, mientras leía la 'Colocación del Paso Misterioso' de la Cuarta Lección de Zhuan Falun, me di cuenta de repente de que el malestar que sentía ¡se debía a que el paso misterioso había ascendido a mi punto tanzhong! ¡Qué maravilla! y antes de que mi cuerpo se transformara en material de alta energía, debían producirse algunas manifestaciones incómodas. Ahora, ¡tenía que mejorar mi xinxing rápidamente para poder ascender al siguiente nivel!

En menos de tres días, todas mis molestias físicas desaparecieron. Sentí mi cuerpo más ligero, y con más energía. Caminé y trabajé sin fatigarme en absoluto. Y sentí que mi corazón se había vuelto más compasivo que nunca. No encuentro palabras con las que agradecerle al compasivo Shifu todo lo que ha hecho por mí.