(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1995, tengo 60 años.
Durante los últimos 28 años de mi viaje espiritual, mi familia y yo hemos sido testigos de muchas maravillas asombrosas de Dafa y de la gracia salvadora del Maestro. No hay palabras humanas que puedan expresar mi gratitud a Dafa y al Maestro.
Ileso durante una explosión química tóxica
En el año 2000, la dirección del hospital me degradó de mi puesto de médico a trabajador de la sala de suministros debido a mi práctica de Falun Dafa.
La sala de suministros utilizaba óxido de etileno (un gas inflamable e incoloro) para desinfectar los guantes médicos. Se informó que el esterilizador tenía fugas de gas y que el personal implicado sufría intoxicaciones crónicas e incluso sus periodos menstruales se veían alterados. Sin embargo, la alta dirección no tomó medidas para detener la fuga y se limitó a disponer que trabajaran por turnos.
Mi primera tarea en la sala de suministros fue desinfectar guantes médicos. El instructor me enseñó a añadir lentamente gas de óxido de etileno al esterilizador. Una vez hecho esto, salió y me pidió que vigilara el esterilizador. Yo estaba en la mesa delante del esterilizador de desinfección, a medio metro de distancia.
De repente, se oyó un fuerte estruendo y sentí como si el aire de la habitación se expandiera al instante. Levanté la vista y vi que el esterilizador de 1,5 metros cuadrados había explotado, y su parte trasera estaba ardiendo.
Debido a la explosión, los grandes ventiladores de gran potencia instalados en las ventanas salieron volando por los aires. La puerta quedó destrozada. La ventana, el cristal de la puerta y el cristal de las lámparas se esparcieron por todas partes. Intenté con todas mis fuerzas apartar la puerta que se derrumbaba y salí.
Fue realmente un milagro que saliera ileso. En el hospital me dijeron que había tenido mucha suerte y que ni siquiera me había arañado la piel. Comentaban que yo era realmente una persona extraordinaria, protegida por lo divino. Sabía que el Maestro estaba a mi lado en todo momento.
Rápida recuperación de mi hermana tras una grave lesión
Mi hermana es cinco años menor que yo. Ella no es cultivadora, pero reconoce y respeta Dafa. Ella me defendía y hacía todo lo posible para protegerme y condenar a la gente malvada por sus acciones ilegales de perseguirme.
Después de que me detuvieran y me enviaran a prisión por defender mi fe, mi hermana hizo un largo viaje en tren para verme, exigió mi liberación y advirtió a los guardias de la prisión que no me torturaran. Su acción alivió la persecución contra mí.
Una noche de verano, mi hermana terminó su turno a medianoche. Sin nadie más en la carretera, conducía su motocicleta a toda velocidad. De repente, una persona saltó de la orilla de la carretera y le lanzó piedras. Debido a la gran velocidad de su moto, salió despedida por los aires y cayó en el suelo a unos metros de distancia. Perdió el conocimiento y entró en coma. La encontraron sus compañeros de trabajo, que la alcanzaron después de sus turnos y la enviaron al hospital.
Al día siguiente fui corriendo a ver a mi hermana. Acababa de despertarse y tenía la cabeza muy hinchada. Tenía los ojos y labios muy hinchados, toda la cara llena de moretones, incluso sus brazos y piernas estaban terribles. Afortunadamente para ella, el médico no encontró fracturas ni otras lesiones graves tras examinarla a fondo.
Su recuperación fue excepcionalmente rápida. Mejoraba día a día y ya no le quedaban cicatrices en la cara. Tras la restauración de sus dientes, estaba aún más hermosa.
Los increíbles encuentros de un excapitán de policía
Una vez me encontré con un capitán de policía jubilado. Él entendió la verdad sobre Dafa y renunció al PCCh (Partido Comunista Chino) y sus organizaciones juveniles. Estaba muy de acuerdo con Dafa y trataba amablemente a los discípulos de Dafa. Él creía que estaba bendecido y protegido por Dafa.
Dijo que cuando el PCCh empezó a perseguir a Falun Dafa en julio de 1999, muchos practicantes fueron detenidos en el centro de detención de su jurisdicción, y algunos policías los torturaron y maltrataron arbitrariamente. Dijo a sus subordinados que no torturaran así a la gente buena y que fueran amables con ellos.
Una vez se ocupó de una practicante anciana de Falun Dafa que vomitaba y no podía retener la comida. Salió a comprarle avena caliente para aliviarle el estómago, y ella mejoró.
Cuando se rompió el fregadero de cerámica que tenía en casa, fue al mercado mayorista de las afueras de la ciudad y compró otro. Lo puso en la moto, lo ató con una cuerda y se fue rebotando hasta casa. Al llegar a casa, se quedó atónito: la cuerda había desaparecido, pero el fregadero de cerámica estaba bien después del accidentado viaje.
En otra ocasión, un amigo lo llevó a comer. Cuando salieron, se dio cuenta de que el cordón de su zapato estaba suelto. Se agachó para arreglarlo, y su amigo estaba a su lado esperando. De repente, un camión volquete lleno de arena pasó a toda velocidad y perdió el control. La carga completa de arena fue a parar a los escalones justo delante de ellos dos. Si no se hubieran detenido a atarse los cordones, ambos habrían quedado sepultados bajo la arena y las consecuencias habrían sido inimaginables.