(Minghui.org) La muerte es parte de la ley cósmica de nacimiento, envejecimiento, enfermedad y muerte. Cada familia y cada persona se encontrará con ella más de una vez en su vida.
El Maestro nos dijo:
"Cuando una persona muere, solamente la capa de moléculas más grandes –la caparazón o la capa de moléculas en la superficie– muere y decae en esta dimensión. ¿Cómo podría morir tu cuerpo real, que está compuesto de sustancias microscópicas?" (Exponiendo el Fa en el Fahui para asistentes en Changchun).
Pero descubrí que algunos compañeros practicantes que se han cultivado durante muchos años todavía no tienen una comprensión clara de la muerte. Por eso, cuando muere un familiar, no pueden evitar sentirse extremadamente tristes, nostálgicos, arrepentidos y otras emociones de las que les resulta difícil desprenderse.
De hecho, se cultiven o no, conservar los recuerdos del pasado, madurar y vivir una buena vida es la mejor elección que se puede hacer.
La cultura asiática parece poner más énfasis en la pérdida de los seres queridos, mientras que la cultura occidental no tiene un concepto claro de la reencarnación: valora la belleza del difunto durante su vida, la paz después luego de la muerte y el reencuentro con el difunto en el futuro.
Para los cultivadores, realmente tenemos que evaluar las cosas desde el punto de vista de la cultivación. Seguimos cultivándonos en el mundo humano y seguimos teniendo sentimentalismos y apegos humanos. La muerte nos afecta a cada uno de manera diferente. Aunque sea difícil, tenemos que recordar que somos cultivadores y no debemos dejar que la muerte de un familiar afecte nuestra vida diaria o nuestra cultivación.
Una vez conocí a una anciana practicante que estaba destrozada por la muerte de su esposo y su nieta. Se negaba a aceptar la realidad. Pasó muchos años preguntando a la gente de su entorno "¿Por qué, por qué?". Se atormentaba hasta quedar demacrada y exhausta.
Cuando falleció un familiar de otro practicante, puso la foto del difunto en el lugar más prominente de la casa, le ofreció comida y le puso música de Dafa. Nunca pensó si hacer eso sería pecaminoso para el difunto.
También hubo casos de personas que se sintieron intranquilas o perdidas en su dolor tras la muerte de su cónyuge, hijos o padres. Si los vivos no se desprenden, los difuntos apenas están en paz y también pueden sufrir.
Cuando mi padre, también practicante de Dafa, fue perseguido hasta la muerte, pasé por intensos periodos de pena y dolor, con altibajos a lo largo de los años. Aunque sabía muy bien que su fallecimiento no era una muerte real, seguía siendo insoportablemente doloroso.
Más tarde me di cuenta de que estaba resentida por no haber podido vivir con mi padre debido a la persecución cuando era niña y que la posibilidad de un futuro con él nunca iba a existir. Solo después de dejarlo ir me sentí aliviada y ya no me perturbaba. Si los sentimientos y deseos humanos pueden compararse al agua, al soltarlos de verdad no volverán a interferirnos.
Sin la muerte, no tendríamos la oportunidad de reencarnarnos como seres humanos, nacidos durante este tiempo precioso en que el Maestro está enseñando personalmente el Fa en el mundo. Como cultivadores, debemos mirar la vida y la muerte por lo que son. Si no podemos dejar de lado el sentimentalismo o la pena, eso angustiará tanto a los difuntos como a los vivos.
El Maestro nos dijo:
"Al enfrentarse con tribulaciones, la naturaleza verdadera de uno se revela" (Verdadera naturaleza revelada, Escrituras esenciales para mayor avance (II)).
Recordemos la enseñanza del Maestro y saquemos nuestra verdadera naturaleza para afrontar cualquier prueba que se nos presente en la vida y en la cultivación. De hecho, después de aceptar la vida y la muerte, ya no serán una prueba para nosotros.
Esto es lo que entiendo a mi nivel. Por favor, tengan la amabilidad de señalar cualquier cosa inapropiada.