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Integrarme en el grupo me ayuda a mirar hacia dentro y a mejorar mi carácter

Mar. 26, 2023 |   Por una practicante de Falun Dafa en la provincia de Hebei, China

(Minghui.org) Empecé a practicar Falun Dafa para curar una grave enfermedad. Había estado leyendo Zhuan Falun durante un tiempo cuando me encontré con la frase:

"...siendo una persona que refina gong, hay que llegar a no devolver el golpe ni los insultos".(Cuarta Lección, Zhuan Falun).

Sentí que era un objetivo imposible y quise rendirme. Practiqué la quinta serie de los ejercicios solo durante media hora, y estaba tan agotada que me quedé dormida. Cuando abrí los ojos, ya había amanecido. Hacía tres años que no dormía tan bien.

En ese momento, sólo pensaba en "ser una buena persona y practicar con diligencia". Solo quería dormir bien cada noche. Distribuía materiales de esclarecimiento de la verdad en las casas de los aldeanos por la noche, y supuse que esto sería suficiente para cumplir con el estándar de un practicante. Aun así, el Maestro Misericordioso purificó mi cuerpo y recuperé la salud.

Esto ocurría en plena persecución del Partido Comunista Chino (PCCh), y yo practicaba sola. Solo prestaba atención a la práctica de los ejercicios y no me daba cuenta de la importancia de estudiar el Fa. Tampoco sabía cómo priorizar mi cultivación, y me pasaba el día dedicándome al campo, cocinando y yendo a trabajar. Más tarde tuve que cuidar de mi nieto y nieta. Poco a poco me integré en la sociedad común y adopté comportamientos contrarios a las enseñanzas de Dafa.

Perdí mucho peso en 2019, me sentía mareada y sufría dolores en todo el cuerpo. Acudí a una tienda de fisioterapia para que me dieran un masaje en el cuero cabelludo. Después del tratamiento, mi visión se volvió borrosa y empecé a perder el conocimiento. Tenía palpitaciones y la garganta y los ojos increíblemente secos. Mi cuerpo se debilitó y empecé a temblar. Era como si me cubriera una sustancia terrible e invisible que me hacía perder el control. En mi cabeza flotaba la idea de suicidarme. No podía comer y seguía vomitando un líquido agrio, negro y sanguinolento. Estaba mareada y débil.

Mi comprensión del Fa era escasa, así que no intenté salir de esta situación utilizando los principios del Fa. En lugar de eso, intensifiqué mi régimen de ejercicios. Los síntomas disminuían y volvían a aparecer. Fui al hospital cuando el dolor era insoportable. Los médicos me convencieron para que abandonara el hospital. Durante un tiempo recurrí a la medicina china para aliviar los síntomas. No obstante, al cabo de unos días volvía a empeorar.

Durante todo este tiempo, las enseñanzas del Maestro aparecían a menudo en mi mente. Un día, de repente me di cuenta: "¿No está el Maestro tratando de iluminarme? No estoy enferma, así que ¿por qué estoy tomando medicinas? Soy una practicante de Dafa, y los practicantes de Dafa no se enferman. Quiero considerarme como un cultivador, ¡quiero cultivarme!".

Integrarme en un grupo de estudio del Fa, cultivarme verdaderamente con seriedad

Empecé a asistir a un grupo de estudio de Fa cerca de la casa de mi hijo. Como no había conocido antes a otros practicantes, pensaba que mi nivel de cultivación era pasable. Sin embargo, pronto me sentí avergonzada. Una simple palabra o acción de estos compañeros practicantes era a veces suficiente para sentirme avergonzada.

Antes de practicar Dafa, tenía una mala relación con mi suegra. Después de aprender Dafa, supe que nuestra mala relación provenía de deudas de ye del pasado, aunque sólo lo traté superficialmente y no resolví el problema en mi corazón. Un día oí a una practicante que decía: "No te preocupes. Aunque nadie esté dispuesto a cuidar de mi suegra, compartiré todo lo que tengo, aunque sea un solo cuenco de arroz". Esta frase sencilla y desinteresada me conmovió mucho.

Empecé a cambiar activamente mis pensamientos y acciones, eliminando mi resentimiento hacia mi suegra y sustituyéndolo por piedad filial. Invité a mi suegra a vivir con nosotros. Como mi marido es un hijo muy filial de su madre, intenté escucharlo y seguirlo. Yo era una persona egocéntrica y rebelde, sin embargo, me volví más despierta y aprendí a ampliar mi capacidad para acoger a los demás. También empecé a ser más cariñosa con mi marido.

A partir de esta experiencia descubrí muchos apegos, como el resentimiento, la lujuria, la búsqueda de venganza, el arrebato de beneficios, la estrechez de pensamiento, el egoísmo y otros. Aunque me sentía como una persona agotada intentando subir una escalera empinada, estaba decidida a seguir las enseñanzas del Maestro y avanzar en la cultivación, a pesar de las dificultades.

Aprendí a buscar en mi interior según los principios del Fa y a fortalecer mis pensamientos rectos. A través del estudio del Fa en grupo y escuchando artículos de experiencias de cultivación, comprendí gradualmente los requisitos de la práctica de cultivación y empecé a aplicarlos a mi vida diaria.

Una practicante habló de su sufrimiento extremo cuando la torturaron en la cárcel. A pesar de su dolor, su fe en el Maestro y en el Fa permaneció firme mientras se adhería a las enseñanzas de Dafa. Su fe sacudió el mal enormemente y demostró la fuerza de los pensamientos rectos.

Otra practicante contó que la habían perseguido y alimentado a la fuerza en prisión hasta que su boca sangró abundantemente. Sin embargo, se negó a ceder a las exigencias del mal y siguió protegiendo a un practicante. Los firmes pensamientos rectos de estos practicantes, su altruismo y su fuerza de fe ante la muerte me conmovieron profundamente.

Comparado con sus experiencias, mi yeli de enfermedad parecía relativamente menor. Juré superar mi miedo a la muerte, rechazar este arreglo de las viejas fuerzas y vivir mi vida normalmente, poniendo mi fe en el Maestro y en el Fa.

Volví a comer y pude retener la comida, aunque sentí un ligero malestar. Poco a poco recuperé la capacidad de comer con normalidad. Tras siete u ocho meses sin comer, había perdido más de 20 kilos. Ahora, con 55 kilos, estoy recuperando mi peso original.

Fusionarme en el todo y cultivarme en el periodo de la Rectificación del Fa

Compañeros practicantes me ayudaron a recopilar un conjunto completo de enseñanzas del Maestro alrededor del mundo, me ayudaron a corregir las palabras de los libros e incluso me ayudaron a configurar mi ordenador para que pudiera acceder y descargar artículos de experiencias de cultivación del sitio web de Minghui. También aprendí a enviar oficialmente los nombres de las personas que querían renunciar al PCCh. Me gustaría expresar mi gratitud por su ayuda desinteresada.

A través de las sesiones de estudio del Fa, las discusiones de experiencias de cultivación y escuchar los artículos de experiencias de cultivación de Minghui, obtuve una comprensión más clara sobre los principios del Fa, cómo buscar en mi interior y cómo considerar los diversos problemas de la vida como oportunidades para mejorar mi carácter. Empecé a medir mis pensamientos y acciones con el Fa y a rectificar cualquier error. A pesar de las deficiencias, estoy decidida a eliminarlas y a cultivarlas con diligencia.

En el pasado, limitaba mi aclaración de la verdad a familiares, amigos y conocidos cercanos. A veces visitaba los pueblos cercanos para distribuir materiales de esclarecimiento de la verdad, poner pegatinas, colgar pancartas o pintar eslóganes. Después de ver a los practicantes de mi grupo de estudio del Fa esclarecer la verdad cara a cara, empecé a anhelar hacer lo mismo. El Maestro debió de ver mi determinación y me puso en contacto con una practicante mayor, entusiasta y diligente, que me enseñó el camino. De carácter tímido e introvertido, tuve que aprender a entablar conversaciones con desconocidos, al tiempo que eliminaba mis apegos al orgullo y al miedo.

Al principio era selectiva con la gente a la que intentaba acercarme, sin embargo, poco a poco fui adquiriendo destreza para hablar con cualquiera en la calle. Recuerdo la primera vez que intenté aclarar los hechos en un supermercado. En cuanto vi a la multitud de clientes, mi corazón dio un vuelco de miedo. Con tanta gente presente, me pregunté cómo podría acercarme a ellos para aclarar los hechos. Otros practicantes lo habían hecho con éxito, así que superé mi miedo e intenté acercarme a la gente. Las dos personas a las que me acerqué se negaron a aceptar lo que les decía. Una de ellas incluso armó un escándalo y atrajo la atención del personal del supermercado. No tuve miedo y me despedí de ella con calma antes de marcharme.

Me di cuenta de que mi impaciencia había obstaculizado mis esfuerzos. Ante el supermercado abarrotado, había surgido el deseo de ayudarles a todos a renunciar al PCCh lo antes posible. Sin embargo, con el tiempo adquirí mucha perspicacia y experiencia. La bondad puede formar un campo de energía que corrige los desequilibrios, al tiempo que influye y cambia la actitud de las personas. Esta benevolencia puede ser percibida por los demás, y muchas veces la gente ha aceptado mis palabras y expresado su sincera gratitud.

Integrarme en el grupo y cultivarme bien

Nuestro grupo de practicantes realiza la práctica de los ejercicios a las 3 a. m. todos los días, envía pensamientos rectos cuatro veces al día, aclara la verdad a los seres conscientes todas las mañanas y estudia el Fa todas las tardes. El grupo ha seguido este programa durante más de diez años, lo que me ha inspirado para ponerme al día y hacerlo mejor.

Presto atención a las pequeñas cosas de la vida cotidiana, asegurándome de que cada pensamiento siga siendo desinteresado. Antes intentaba regatear unos céntimos de descuento en cada lugar donde compraba. Ahora llevo conmigo las monedas que me sobran e intento dar la cantidad íntegra en la medida de lo posible, ya que para estos vendedores tampoco es fácil ganarse la vida. Ya no controlo nuestros ahorros familiares, y nuestros gastos se divulgan abiertamente.

Nuestro hogar es un buen entorno para cultivarse y mejorar de nivel. En una ocasión, mi nuera empezó a regañar a mi hijo en mi presencia, y yo mantuve la calma. En otra ocasión, volví de visitar mi pueblo natal y me encontré con que habían tirado mis toallas y sandalias. Aun así, mantuve la calma. Nuestra relación ha mejorado. Mi nuera ha empezado a llamarme "mamá", e incluso me llama para comer durante las comidas.

El Maestro me rescató de las profundidades del infierno, me tomó de la mano y me dio una nueva vida. Me propongo seguir las enseñanzas del Maestro, hacer bien las tres cosas y cultivarme de verdad.