(Minghui.org) En el invierno de 2010, varios policías y agentes de la Oficina 610 irrumpieron en mi casa, saquearon el lugar y me arrestaron. Parecían muy satisfechos consigo mismos, bromeando y riendo. Después de encerrarme en una celda, se fueron a una comida de celebración.
El director de la comisaría y el director de la Oficina 610 de la ciudad formaban parte del grupo que me detuvo. Más tarde supe que se habían dedicado a reunir "pruebas" para inculparme. Más de una docena de personas habían estado trabajando en mi caso durante más de 10 días.
Intentaron obtener mis huellas dactilares en el patio trasero de la comisaría. Les llevó mucho tiempo, porque me negué a cooperar. Después me pincharon en el dedo para hacerme un análisis de sangre, me hicieron fotos y firmaron algunos documentos, ya que me negué a firmar nada.
Me llevaron a un centro de detención y me negué a llevar el uniforme de detenida. Todos los días limpiaba las zonas comunes y el despacho del director. Independientemente de que fueran hombres o mujeres, directivos o empleados, les aclaraba la verdad e intentaba convencerles de que renunciaran al Partido Comunista Chino (PCCh) y sus organizaciones juveniles. A los que nunca se habían afiliado al PCCh, les dije que recordaran: "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno".
Durante unos días arrojé sangre en las heces y perdí el apetito. Solo nos daban bollos al vapor para comer, y tenía que pagar si necesitaba algo más. Sin embargo, le dijeron a mi familia que pagara 500 yuanes por los gastos de "alojamiento".
Una anciana y yo éramos las únicas que quedábamos en nuestra celda una mañana, y ella se marchaba después de haber estado detenida cinco días. Cuando terminé mi trabajo, me senté en el patio e hice la meditación sentada. Sentí que alguien me observaba. Cuando abrí los ojos, vi a varios hombres de pie junto a las celdas masculinas observándome.
El patio no es grande. Hay dos filas de casas (celdas) al norte y al sur y un pequeño patio compartido en medio. Hay un pequeño pasillo en un lado que lleva al despacho del director y al patio más grande. Cuando terminé de meditar, me levanté y dos hombres se acercaron y me susurraron: "¿Podría enseñarnos a hacer los ejercicios?".
"¡Seguro!" respondí.
Los dos parecían temerosos, pero se daban cuenta de que yo no lo estaba, ya que no llevaba el uniforme de detenida ni informaba de mi número como era el requisito, me mostré confiada y optimista.
Me dirigí al centro del patio, donde unos 30 hombres, de entre 20 y 60 años, me rodearon en silencio. Todos los detenidos varones estaban fuera de sus celdas. Les dije: "Hay cinco ejercicios de Falun Dafa. Empezaré por el primero". Les expliqué los requisitos de los ejercicios, les dije el verso antes de hacer cada uno y los nombres de cada movimiento mientras se los demostraba. Ninguno habló, se quedaron inmóviles.
Todos parecían concentrados y contenían la respiración. Cuando terminé de enseñarles los cuatro primeros ejercicios, dije: "El quinto ejercicio, la meditación, requiere sentarse en posición de loto completo". Cuando estaba a punto de sentarme en el suelo, me dijeron en voz baja y educadamente: "¡No hace falta!". Me habían visto hacerlo antes. También se acercaba la hora de comer, así que todos volvieron a sus celdas.
Al día siguiente se instaló una cámara en el patio.