(Minghui.org) Mi infancia fue muy dura. Mis padres eran agricultores y mi madre quería un hijo varón, pero acabó teniendo siete niñas. Yo era la segunda y nací en 1949. Mi madre estaba agotada y no tenía ni paciencia ni amor hacia ninguna de nosotras.
Éramos pobres y no teníamos ni edredón ni colchón para dormir; yo llevaba la ropa y los zapatos gastados de mi hermana. De joven, paleaba carbón o iba a la montaña a recolectar hierbas para mantener a mi familia.
Después de casarme, trabajé como electricista e hice trabajos eventuales en unos baños públicos. Desarrollé varias enfermedades debido a los años de duro trabajo. Tuve enfermedades en el corazón y en el hígado, úlceras de estómago, problemas ginecológicos y depresión. Tuve que jubilarme después de trabajar durante sólo ocho años.
Peor aún fue cuando me detectaron un cáncer en el recto. El oncólogo sugirió una intervención quirúrgica para extirpar el tumor, que incluía una intervención que me obligaba a utilizar una bolsa de colostomía externa después de la operación. No quise sufrir más y rechacé la operación.
La práctica de Dafa me salvó la vida
Justo cuando había perdido toda esperanza, en otoño de 1995 mi vecino me recomendó la práctica de Falun Dafa. Decidí intentarlo.
Fui miembro del Partido Comunista Chino y me adoctrinaron en la teoría del ateísmo. Después de leer las primeras páginas de Zhuan Falun no creí en la cultivación espiritual. Sin embargo, acudía diariamente al lugar de práctica de Falun Dafa para realizar los ejercicios. La instructora me dijo que debía estudiar el libro con ellos; yo puse la excusa de que no podía sentarme mucho tiempo debido al dolor ya que no quería estudiar el libro. Me dijo que leyera todo el tiempo que pudiera aguantar.
Sin otra excusa para decir que no, un día me quedé con el grupo de estudio. Sorprendentemente, mientras estudiaba el Fa, no sentí dolor alguno a causa del cáncer rectal, que normalmente sentía como si me rociaran el recto con una guindilla.
Después de un mes de estudiar el Fa, mi ateísmo desapareció completamente y decidí aprender Falun Dafa. En aquel tiempo, habíamos planeado construir un garaje. Como yo sabía albañilería, mi marido se convirtió en mi ayudante y empecé a construir el garaje. Cuando mi hijo llegó a casa, se sorprendió de que yo pudiera hacer ese trabajo. También me di cuenta de que todas mis enfermedades habían desaparecido. Shifu me concedió una segunda vida; mi gratitud era indescriptible. Fui con otros practicantes a promover Dafa por todas partes. Mi historia personal conmovió a mucha gente.
Leucemia congénita curada
Mi primer nieto tenía leucemia congénita. Cuando tenía cinco años, mi nuera lo abandonó y se fue de casa. Cuando él tenía siete años, empecé a practicar Dafa y comprendí la relación entre el yeli y la enfermedad.
Mi nieto era un niño bueno y obediente. Se levantaba todas las mañanas para hacer los ejercicios conmigo. También respetaba los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. De vez en cuando me decía que cuando otros le pegaban en el colegio, él no se defendía.
Pero las cosas empeoraron en la escuela. No sólo le acosaban, sino que también le robaban los bolígrafos y los lápices. Yo le compraba más material escolar. También fue una prueba para mí ver cómo le acosaban tan duramente, pero ambos creíamos en Dafa y en Shifu; nada ocurría por casualidad. Siguió soportando el acoso sin defenderse.
A los 11 años, su enfermedad había desaparecido. Cuando se caía y se hacía un corte, se le curaba en un santiamén, ¡y un reconocimiento en el hospital demostró que ya no tenía leucemia! ¡Gracias, Shifu, por salvar a mi nieto!
Fractura y luxación se curan en un mes
En la primavera de 2013 mientras caminaba, una motocicleta me golpeó. Intenté levantarme, ¡pero el hueso de la parte inferior de mi pierna derecha sobresalía! El conductor se asustó. ¡Volvió a subirse a la moto y se marchó!
Mi familia me llevó al hospital. Me encontraron una fractura y una luxación en la parte inferior de la pierna. El médico dijo que quedaría inválida si no me operaban. Pero yo quería irme a casa y, aunque mi familia no entendía mi decisión, me llevaron a regañadientes.
Dos días después, mi hijo consultó a un prestigioso traumatólogo. Miró la radiografía y estuvo de acuerdo en que me quedaría inválida si me negaba a operarme. Pero yo seguía negándome a ir al hospital. Mi hijo estaba furioso y no sabía cómo convencerme. Le dije que no se preocupara y le recordé que en el pasado me curé de un cáncer sin ningún tratamiento. Le pedí que me diera un mes y que vería como estaría mejor.
Mi pierna estaba negra, morada e hinchada. En cuanto hice la meditación de Falun Dafa, sentí una corriente cálida que me recorría el cuerpo desde la parte superior de la cabeza. Me sentí cómoda y relajada, y eso me animó mucho.
Sentí que Shifu estaba uniendo mis huesos dislocados. Mientras hacía los ejercicios me apoyé en la pared. También estudiaba de cinco a seis lecturas de Zhuan Falun cada día. Un mes después, ¡podía caminar de nuevo!
Mi marido gritó incrédulo: "¡Un milagro, es un milagro!". Y le gritó a mi hijo: "¡Tu madre ya puede andar, y sólo ha pasado un mes!". ¡Mis hermanas y mis suegros estaban profundamente impresionados! ¡Algunos incluso quisieron aprender Falun Dafa!