(Minghui.org) ¡Saludos Shifu y compañeros practicantes!
Siempre se me consideró una niña dócil. Era callada, reservada y obediente. Ayudaba en casa, hacía los deberes sin que me lo dijeran, sacaba buenas notas y cuidaba de mi hermano pequeño. Por eso, a menudo me elogiaban en mi casa y en la escuela.
Me sentía muy cercana a mi abuela materna. Ahora, cuando mirando hacia atrás, me doy cuenta de que me mimaba. A veces mis padres discutían y se peleaban, pero el ambiente en la casa de mis abuelos era tranquilo y agradable. Frecuentaban buenos restaurantes, organizaban fiestas, compraban en tiendas exclusivas, viajaban y pasaban tiempo en el club de campo. Disfrutaba de las comodidades de la vida cuando estaba con ellos.
Mis padres se divorciaron cuando yo tenía seis años. Cuando mi madre se volvió a casar dos años después y planeó mudarse, le dije que quería irme a vivir con mis abuelos. Mientras mi mamá estaba pensando en cómo manejar las cosas, mi abuela contrajo cáncer. Murió poco antes de mi décimo cumpleaños. Mi madre comenzó a malcriarme cuando nos dejó mi abuela.
A medida que crecí, permanecí callada y tímida hasta bastante después de haber entrado a la escuela secundaria. Aunque la vida no era perfecta, en general transcurría en calma. La familia de mi mejor amiga era acomodada y me incluían en su cómodo estilo de vida. La escuela me resultaba fácil, incluso me acostumbré a no tener que esforzarme mucho para lograr buenos resultados. También me acostumbré a escuchar que se dijeran cosas buenas sobre mí.
Antes de comenzar a practicar Falun Dafa, recordaba esos momentos con cariño. Pero después de que comencé a practicar, mi comprensión cambió. Quizás cambié algo de “de” (virtud) por estas cosas. Ahora me doy cuenta de que algunas cosas fueron arregladas por las viejas fuerzas o que se aprovecharon de ellas.
Descubriendo mis apegos
Los primeros meses después de empezar a practicar, no sabía cómo mirar hacia dentro. Podía ver fácilmente los apegos de los demás, pero no podía ver los míos. Incluso parecía haber olvidado el principio que aprendí como persona común de que “lo que veo en los demás es un reflejo de mí mismo”. Shifu vio mi deseo de mejorar y me ayudó a ver un apego que incluso me jactaba de no tener: la mentalidad competitiva. Me sorprendió tanto que le conté a un amigo que no practica que había descubierto mi competitividad, a lo que él se rió y dijo: "¡Eso podría habértelo dicho yo!". Me sorprendí otra vez. Me mostró cómo los demás a veces pueden ver lo que para nosotros mismos parece profundamente oculto.
Me preguntaba por qué no había podido mirar hacia dentro. ¿Qué me bloqueó? Me acordé de una practicante que hablaba de algunos de sus apegos. Pensé: “¿Cómo le cuenta a los demás estas cosas tan fácilmente? Si tuviera estas cosas malas, no estoy segura de que pudiera hablar de ellas”. Me di cuenta de que la razón por la que no podía mirar hacia dentro se debía a otro fuerte apego: defender mi reputación. No podía soportar pensar en mí de mala manera, y mucho menos arriesgarme a que otros me vieran de mala manera. Era algo tan fuerte y tan bien escondido que casi me impedía cultivarme.
Ahora veo que mis primeros años prepararon el escenario para que desarrollara apegos como la reputación, la competitividad y el deseo de escuchar cosas buenas. Estos comenzaron a desarrollarse desde una edad tan temprana que parecían ser una parte tan natural de mí que ni siquiera podía verlos. A medida que crecí y me convertí en médica, estos apegos se hicieron más fuertes. También me gustaba presumir y menospreciar a los demás.
Según tengo entendido, los apegos como la ostentación, la competitividad, el fanatismo, la reputación y la fama tienen sus raíces en la envidia. Y todos sabemos lo que dijo Shifu sobre la envidia en Zhuan Falun.
De hecho, ¿no se debe el comportamiento del Partido Comunista Chino (PCCh) a la envidia? ¿No están también las acciones de las viejas fuerzas arraigadas en la envidia?
La envidia y todos los apegos que la alimentan deberían tomarse muy en serio.
Si bien he progresado un poco, estas cosas todavía me aparecen a veces. Cuando lo hacen, trato de recordar que esos pensamientos no son mi verdadero yo, sino entidades malignas en otras dimensiones que intentan controlarme. Cuanto más permito estos pensamientos, más fuerte se vuelven y más difícil es deshacerme de ellos. Ahora, intento verlos como cosas muy pequeñas y eliminarlos en cuanto aparecen.
Los apegos pueden ser astutos
He notado que los apegos pueden ser bastante astutos. Por ejemplo, el apego a la comodidad me parece que debería ser algo fácil de reconocer y eliminar; pero, en realidad, es bastante astuto y puede manifestarse de diferentes maneras. El apego a la comodidad, que para mí quizás se remonta incluso a otras vidas, es uno de estos.
Por ejemplo, a veces, cuando estoy trabajando en algo, si disfruto lo que estoy haciendo, el apego a la comodidad puede hacer que tarde más y trabaje más lentamente, perdiendo un tiempo precioso. O, cuando hago lo que debo hacer sin pensar ni quejarme, es posible que más tarde piense: “He estado haciendo esto y aquello recientemente, así que está bien descansar un poco”.
Cuando se desarrolla la complacencia, esta alimenta los apegos al ego y la comodidad. En cuanto siento que he hecho algo bien y me tengo en alta estima, me viene el pensamiento de que está bien tomarme un descanso. Por eso que Shifu siempre nos dice que nos esforcemos diligentemente hacia adelante. La complacencia es una gran brecha que las viejas fuerzas pueden aprovechar.
También me di cuenta de que no sólo tengo apego a la comodidad física, sino también a la comodidad mental. Este deseo de bienestar mental puede impedir que uno sea responsable consigo mismo y con los demás, que sea diligente, que mire hacia adentro y que temple la voluntad, entre otras cosas.
De hecho, ¿las cosas que templan la mente no son parte del proceso de cultivación? ¿Cómo puedo mejorar si evito las molestias? Si bien en algunos escenarios puede que me vaya bien, todavía hay casos en los que quiero evitar cosas que me hacen sentir incómoda. Por ejemplo, nunca me ha gustado pagar las facturas (ni siquiera me gusta hablar de ello), así que mi esposo amablemente lo ha hecho a lo largo de los años. Tampoco es que le guste pagar las facturas y, a veces, se siente frustrado o estresado. Sin embargo, lo hace porque sabe que a mí no me gusta. ¿Por qué no puedo tolerar esa tarea? Es porque el estrés causa malestar mental y, en lugar de sentirme incómoda, lo evito.
A través del estudio del Fa, entiendo que el apego a la comodidad es muy peligroso. Es muy ladino y astuto. Puede fácilmente poner en nuestra mente el pensamiento de hacer esto o no hacer aquello, y parece un pensamiento natural que proviene de nosotros mismos. Actúa como una cálida manta que nos envuelve por dentro, haciéndonos tan relajados y adormecidos en la pereza que no podemos liberarnos de los apegos a cosas como las emociones, el miedo, la fama y las ganancias. Puede impedirnos ser responsables de nosotros mismos y de aquellos a quienes hemos prometido ayudar a salvar, por lo que debemos ser siempre conscientes de nuestros pensamientos y hábitos. Siento que el apego a la comodidad es una de las principales cosas que las viejas fuerzas usan para arruinar a los practicantes.
Otro apego que puede colarse fácilmente es el resentimiento. Experimenté esto el año pasado cuando comencé a sentir que las cosas eran injustas en mi trabajo. Estaba trabajando por contrato y estaba obligada a una jornada laboral de 8 horas según las reglas de la empresa. Entonces, mi supervisor me asignó una de las mayores tareas y con los plazos más exigentes. Era mucha presión mental y tuve que trabajar muchas horas no remuneradas para mantener el ritmo. Al principio, estaba feliz de tener el trabajo y estaba dispuesta a soportar las dificultades, hasta que puso al límite mi resistencia. Y a medida que el contrato se prorrogaba una y otra vez, surgió la complacencia y comencé a sentir resentimiento por el trato injusto. Finalmente, tuve algunos pensamientos vagos acerca de que realmente no me importaba si el trabajo se terminara porque era muy difícil. Varias semanas después, de la nada, la compañía puso fin a todos los puestos de contratista, a pesar de que habían anunciado que los habían extendido por al menos otros cinco meses.
Ahora, sin trabajo y sin haber visto mi apego al resentimiento, a medida que pasaba el tiempo, me irritaba cada vez más por pequeñas cosas, como que mi hijo me interrumpiera si estaba trabajando en algo, o que alguien me pidiera que hiciera algo más para ayudarlos. Como no eliminé estos pensamientos, comenzó a formarse una entidad enorme. Mi paciencia disminuyó y mi resentimiento aumentó. Finalmente fue necesario un incidente –que casi me arruina– para despertarme y ver este terrible apego.
El resentimiento surge cuando sentimos que hemos sido agraviados o tratados injustamente. El igualitarismo del comunismo dice que todos deben ser tratados por igual. Sin embargo, nosotros, los cultivadores, sabemos que no es posible que todos sean tratados de la misma manera, y aunque a veces las cosas puedan parecer injustas, en realidad no lo son.
Este apego puede verse fácilmente reforzado si otros dicen que alguien nos ha hecho daño. Es posible que incluso queramos aferrarnos al resentimiento porque nos sentimos justificados para hacerlo. Sin embargo, somos practicantes. Incluso si alguien nos ha hecho daño y todos los que nos rodean dicen que alguien nos ha hecho daño, debemos mirar las cosas como cultivadores. Ya sea que tenga una deuda de yeli (kármica) o sea la interferencia de las viejas fuerzas, todo se debe a un apego que debo abandonar. ¿No es esta una oportunidad para elevar mi xinxing? Por eso debo agradecérselo sinceramente a esa persona, porque si no hubiera creado esa situación, no podría mejorarme. Como señaló otro practicante, tal vez alguien incluso se haya sacrificado para ayudarme a mejorar.
He visto de primera mano la gravedad del resentimiento. Es tan astuto e insidioso que debo estar atenta. Ahora que puedo reconocerlo más fácilmente cuando aparece, no debería dejarlo pasar sin exponerlo y eliminarlo.
Hacerlo mejor en el tiempo que queda
El fin del fin ha llegado y queda muy poco tiempo. Sin embargo, no lo he hecho lo suficientemente bien y muchos seres conscientes todavía están esperando salvarse.
Tendremos oportunidades de mejorar hasta el final. Por tanto, tendremos pruebas y dificultades. Algunas situaciones realmente no son fáciles. Pero creo que a veces lo que queremos mejorar es la situación, en lugar de mejorarnos a nosotros mismos.
Una forma de seguir mejorando es recordar preguntarme periódicamente: "¿Cuál es tu motivo?" (Cuarta Lección, Zhuan Falun). Me ayuda a ver si mis motivos son puros, pero debo cavar debajo de la superficie. A veces parece que estoy haciendo algo bueno, como llevar a mi madre al supermercado, pero si miro más profundamente, puedo encontrar el egoísmo de no querer que me moleste después cuando estoy ocupada. O cuando ayudo a alguien, puede estar involucrado el apego de querer presumir y escuchar cosas bonitas.
Preguntarme cuáles son mis verdaderos motivos me ayuda a descubrir y eliminar lo que no debería estar ahí: eliminar el pensamiento humano y el egoísmo y mantener mis pensamientos rectos.
He llegado a ver cuán importantes son mis pensamientos. ¿Y por qué no lo serían? También tienen existencia material. Recientemente, cuando de repente experimenté un pequeño aumento en el número de personas que seguían mi pequeño canal Ganjing World, pensé que no debería crecer demasiado rápido. Claramente no fue mi pensamiento, pero no lo eliminé. El canal no sólo no creció, sino que al día siguiente algunas personas incluso lo dejaron de seguir. En otra ocasión, cuando empezó a crecer un poco de nuevo, me sentí satisfecha. Algunas personas volvieron a dejar de seguir el canal. Esto muestra que debo recordar el propósito detrás de lo que estoy haciendo: ayudar a salvar seres conscientes, no validarme. Incluso los pensamientos aparentemente insignificantes importan y deben alinearse con el pensamiento divino.
Como Shifu señala en su artículo reciente, también debemos ayudarnos unos a otros, ya sea una persona común, un compañero practicante o alguien que no se está cultivando verdaderamente pero que está entre practicantes. Todos ellos son nuestra responsabilidad colectiva y debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para manejar las cosas con pensamientos rectos. A veces podemos pensar que estamos ayudando, pero en realidad puede que no sea así.
Por ejemplo, pensar que un practicante anciano no es capaz de hacer esto o aquello, o aceptar que alguien debería quedarse en casa si no se siente bien en lugar de alentarlo a venir a estudiar el Fa, estas cosas pueden parecer reflexivas o compasivas en un sentido superficial, pero esto en realidad es utilizar el pensamiento humano. Debemos ver las cosas desde la perspectiva de un practicante y recordar que tales cosas alientan al practicante a tomar el camino equivocado. En cambio, deberíamos ayudarnos unos a otros a ver las cosas desde la perspectiva del Fa cuando surja la oportunidad y hacerlo de una manera amable, compasiva y racional. Por supuesto, lo que un ser elige en última instancia depende de él, y no podemos presionarle ni insistir. Sólo podemos hacer una sugerencia. Pero si nuestro propio pensamiento es más humano que recto, ¿a qué estamos contribuyendo?
Al mismo tiempo, ¿no es también una prueba para nosotros? ¿No es para ver cuáles son nuestros propios pensamientos y respuestas, y si podemos dejar de lado cualquier apego o noción que aparezca? Debido al apego a la reputación y a escuchar cosas buenas, a veces permanecí en silencio incluso en una situación grave, porque no quería correr el riesgo de molestar a alguien o que pensaran mal de mí. Ahora lo lamento porque algunas personas han fallecido.
También debemos reconocer el bien y el mal y no limitarnos a seguir a los demás. El reciente artículo de Shifu incluso advierte sobre algunos que se han desviado mucho del rumbo y han causado graves daños. Pero ya sean verdaderos practicantes o gente común, no debemos menospreciarlos. De hecho, aquellos que están más perdidos son los más lamentables y los que corren mayor peligro. Las cosas en la sociedad ahora están patas arriba. Los jóvenes se han visto especialmente afectados y realmente les resulta difícil distinguir el bien del mal. Es difícil imaginar la dificultad de resistir todos los factores negativos sin conocer el Fa. Ahora se aceptan todo tipo de cosas e incluso se elogian. Puede conmover el corazón de un practicante si no nos recordamos el panorama general y por qué estamos aquí.
Un ejemplo reciente de esto ocurrió cuando viajaba a Virginia Occidental y me detuve para repostar gasolina y comer algo. Detrás del mostrador había tres jóvenes. Uno tenía barba, llevaba mucho maquillaje y aretes, y tenía el cabello de colores brillantes. Al principio tuve un mal pensamiento. Pero me corregí y pensé: “Tengo que intentar ayudar a todas las personas con las que me cruzo. Nada es casualidad”. Otro de los jóvenes vino a tomarme el pedido. Le ofrecí una flor de loto y un folleto de Dafa, que estuvo feliz de recibir. El joven de la barba escuchó lo que estaba diciendo y se acercó para escucharme. También le ofrecí una flor y un folleto. Estaba muy feliz, incluso más feliz que el otro joven, y estuvo de acuerdo con los principios de Dafa.
Fue otro recordatorio para no tener malos pensamientos. Si no hubiera corregido mi pensamiento, es posible que el hombre no se hubiera acercado a mí o hubiera rechazado lo que dije. Él y todos los seres conscientes que representa podrían haber sido destruidos por mi culpa. Si los practicantes en China pueden ayudar a salvar incluso a aquellos controlados por el mal, que los han tratado tan horrible y cruelmente, ¿cómo podría yo no mirar más allá de estas pequeñas cosas que encuentro?
La situación es verdaderamente grave. Los seres conscientes cuentan con que no nos distraigamos ni nos conmovamos por lo que sucede en el mundo que nos rodea. Debemos cultivarnos bien y ayudar a salvarlos. Este es nuestro deber sagrado.
Hace varios años, algo que dijo Shifu me recordó una escena de la película “La lista de Schindler”. Abrí la escena en YouTube llamada “No hice lo suficiente” para refrescar mi memoria. En la escena, Schindler está haciendo preparativos para los 1.100 judíos que ayudó a salvar. Luego, Schindler recibe un anillo con la inscripción "Quien salva una vida, salva al mundo entero".
La escena continúa con Schindler diciendo: “Podría haber conseguido más. Si hubiera ganado más dinero... desperdicié mucho dinero. No tienes ni idea". El judío consuela a Schindler diciéndole que hizo mucho, pero Schindler responde: "No hice lo suficiente". Saca un alfiler dorado de su abrigo y dice: "Este alfiler... una persona más está muerta... por esto". Luego rompe a sollozar y dice: "¡Podría haber conseguido una persona más, y no lo hice!". Esto me recuerda mis apegos. Aferrarse a estas pequeñas cosas, ¿vale la pena? ¿Seré como Schindler y romperé a llorar de arrepentimiento porque mis apegos me impidieron salvar a una persona más, que en realidad representa mucho más que una sola persona? ¿Cómo puedo ser tan egoísta cuando me han confiado tanto?
Terminaré con las palabras de Shifu en “La enseñanza del Fa dada en el Fahui de Nueva York 2016”, que siempre me recuerdan la seriedad de la cultivación.
Shifu dijo:
“La clave es que los Dafa dizi tienen que hacer bien lo que deben hacer, incluso ni eres diligente en tu xiulian, y tampoco te cultivas tanto, xiu y no xiu; en los proyectos de Dafa para salvar a la gente, el corazón humano lleva tus apegos, y en tu corazón siempre hay enojo e injusticia. ¡¿Qué tienes que sea injusto?! ¡¿Ni sabes para qué viniste?! ¡¿Ni sabes de qué gran importancia es tu responsabilidad?! Sabes que hay un sinnúmero de seres conscientes esperando que tú los salves, ¡esa es tu responsabilidad! ¡Este fue tu deseo! Que todos juntos salven a la gente es una oportunidad, es crear las condiciones para salvar a la gente, y ni la aprovechas bien. Siendo un Dafa dizi, si no haces bien las cosas que tienes que hacer bien, qué pecado tan grande cometerás, ¡¿sabes?!” (Fahui de Nueva York 2016).
Cuando lo hago mal, esto impacta muchas cosas: desde las personas que puedo ver que están esperando salvarse, hasta mi entorno inmediato, los seres en mi pequeño universo y las vidas que represento, hasta la cantidad de maldad, hasta lo orgánico y cosas aparentemente inorgánicas, a la materia que se recicla, a la vida de la profesión que represento, y mucho más.
El arreglo de Shifu es lo más perfecto. Depende de mí seguirlo. Todo está interconectado y nada es casualidad. Y a medida que ayudamos a salvar a los demás, nos ayudamos a salvarnos a nosotros mismos, a través del proceso de eliminar nuestros apegos, transformar nuestro yeli (karma) y obtener poderosas virtudes, elevando así nuestro nivel.
Recuerdo haber visto una historia en Shen Yun sobre un soldado que abandonó los deseos mundanos para alcanzar el Tao. Incluso siguió a su maestro para saltar por un acantilado sin dudarlo, mientras otros se encogían de miedo. En ese momento, tuve un vago recuerdo de que yo era igual que esa persona del pasado. También recuerdo ser como la persona que siguió a un maestro para saltar a una calabaza sin dudarlo.
Espero no perder ese tipo de fe sólida y determinación durante estos últimos tiempos, cuando más la necesito.
Lo anterior es solo mi comprensión en mi nivel actual. Por favor, tengan la amabilidad de señalar cualquier cosa que no esté en el Fa.
¡Gracias Shifu! ¡Gracias, compañeros practicantes!
(Presentado en el Fahui de Washington D. C. 2023)