(Minghui.org) ¡Saludos, Maestro! ¡Saludos, compañeros practicantes!
Me gustaría compartir sobre mi tiempo en New Tang Dynasty TV. Pero para dar una visión más profunda de lo que mi experiencia me ha dado, también debo compartir sobre mi camino anterior en la vida.
Cuando nací, mi madre miró a mi padre y vio que parecía dieciséis años mayor, con canas y arrugas. Ella sentía que antes de que yo cumpliera diecisiete años, algo cambiaría mi vida, y temía que eso significara que mi padre fallecería. A lo largo de esos años Oró pidiendo a Dios que no permitiera que eso sucediera.
Cuando tenía 16 años, mi bisabuela visitó a mi madre en un sueño. Le dijo que todo iba a salir bien. Poco después se produjo el acontecimiento que cambió mi vida. Le dije a mi madre que mi novia estaba embarazada.
Mi hijo nació cuando yo tenía diecisiete años. Mi novia y yo rompimos antes de que él cumpliera un año. Yo era un irresponsable y había perdido el rumbo de mi vida. Todo terminó con una gran discusión entre mi madre y yo en la que sacamos a relucir muchas heridas de la infancia, y ella me echó de su casa. En los días siguientes, pensé en quitarme la vida, creyendo que no le importaba a nadie. Pensaba que ni siquiera a mi hijo, que sólo tenía un año, pero comprendí que cuando fuera mayor le afectaría mucho. Mi única opción era convertirme en una persona mejor. Así que mi hijo me salvó la vida.
Por alguna razón, pensé: "Dentro de seis meses, seré mejor persona". Entonces, seis meses después, conocí a una amiga que me habló de esta práctica asombrosa llamada Falun Gong. Me dijo: "Te enseña a sanar enfermedades, a soltar apegos, habilidades sobrenaturales, cómo ser una buena persona...". ¡Cómo ser una buena persona! Eso es lo que yo buscaba.
Le pedí prestado su copia de Falun Gong e inmediatamente lo leí. Cuando terminé, mi siguiente pensamiento fue "esto es exactamente lo que estoy buscando". Y así comenzó mi viaje de cultivación. Descargué todos los textos que pude y empecé a leerlos exhaustivamente.
A lo largo de mi cultivación, pude soltar numerosas capas de apegos. Dos de las primeras pruebas importantes fueron el miedo y los celos. Sin embargo, aunque había hecho progresos visibles, periódicamente me encontraba con pruebas que me desconcertaban. Atacaban mi autoestima y mi amor propio. En estos aspectos, era bastante inestable y no sabía cómo manejar estos problemas. No me valoraba.
Tenía pocos años cultivándome, cuando tuve una seria tribulación con un practicante con el que trabajaba. El señaló muy directamente muchos apegos fundamentales que yo tenía, apegos que tocaban las mismas heridas de la infancia que surgieron en la discusión con mi madre. Fue demasiado para mí. Di un paso atrás en el estudio del Fa y pude ver cómo mi nivel descendía rápidamente.
Vi dos viejas fuerzas que me enviaban pensamientos para ponerme a prueba. Llegaba un pensamiento y yo intentaba desviarlo. Pero no podía mantenerme firme, y caí de nivel. Entonces me enviaban otro pensamiento.
Después de haber caído muy profundo, sentí que las dos viejas fuerzas cambiaban el tono de lo que estaban haciendo. Este siguiente pensamiento fue significativo. Cuando llegó a mi mente, era un pensamiento que condenaba al Maestro y a Dafa. Me dijo: "Si este practicante te trata tan mal, ¿cómo se refleja esto en Falun Dafa? ¿Es realmente una buena práctica, y es Li Hongzhi verdaderamente bueno?".
Luché contra este pensamiento, y sabía lo que me esperaba si me mantenía en este pensamiento incorrecto. Quería salvarme. Las viejas fuerzas contraatacaron astutamente: "Salvarte a ti mismo, ¿no es un pensamiento egoísta? No deberías ser egoísta". Pero me negué a aceptar sus artimañas. Siguieron poniéndome a prueba hasta que vieron que no podían hacerme caer más.
A partir de ahí, recordé nuestra misión en este mundo. Hay muchas personas a las que he aclarado la verdad que quizá no tengan otra oportunidad de llegar al futuro; su futuro dependen de mí. El practicante que estuvo a punto de empujarme al otro lado también tendría que cargar con ese yeli (karma). No quería que él sufriera eso, así que tenía que recuperar el terreno que había perdido y volver a Dafa, de alguna manera.
Analicé todas las críticas que el practicante había hecho sobre mí y las anoté en una hoja de papel. Partiendo de la idea de que "El que tiene la razón es él. El que está equivocado soy yo", miré hacia mi interior para comprender a fondo la raíz de cada uno de los apegos.
Como todo error tiene un acierto, y todo problema una solución, evalué lo que necesitaba corregir y tracé un camino que me hiciera enfrentarme a esos apegos y dejarlos ir. Tenía que ponerme en situaciones que me pusieran a prueba para poder mejorar.
Dice el Maestro:
“Cuando hay bondad en la cultivación, el hombre puede tener un estándar; cuando hay maldad, los cultivadores saben cómo alcanzar el estándar” (“Enseñanza del Fa en Gran Nueva York 2013”).
Me fui a vivir con un practicante para estudiar juntos y a hacer más los ejercicios.
Ser muy pasivo es uno de mis defectos, mientras que este practicante era muy asertivo. Aunque me pareció que rozaba la agresividad y nos enfrentamos a numerosos conflictos, me enseñó a defenderme más y a negociar los desacuerdos difíciles.
Señaló que yo era muy pesado cuando hablaba. Decía que le hacía sentir que la vida era una lucha y que las cosas siempre eran difíciles. Así que empecé a cultivar el sentido de alegría por la vida, y a soltar mucho resentimiento y tristeza que me habían impedido experimentar esa alegría.
Un día, en el trabajo, una serie de conversaciones que no tenía relación y aparentemente al azar me dejaron con la sensación de que debía explorar nuevas oportunidades. Un practicante me llamó después del trabajo. Había pensado en mí. Recientemente habían establecido New Tang Dynasty TV en Reino Unido y buscaban un nuevo reportero. ¿Quería trabajar con ellos?
Me di cuenta de que el Maestro había arreglado las conversaciones de ese día para esta llamada telefónica, y acepté la oferta del practicante. Eso fue en diciembre de 2020. Asuntos familiares y laborales me tenían atado hasta septiembre de 2021, así que aproveché el tiempo para trabajar duro en mis apegos para poder empezar en NTD en el mejor estado posible.
Empezar como reportero fue todo un reto. Cada pocos días tenía que aprender una nueva tarea, hacerlo rápidamente y, cuando creía que ya la tenía dominada, se añadía otra nueva y tenía que aprender a hacer todas las tareas al mismo tiempo. Sentía que nunca lo hacía lo suficientemente bien. Pero también veía progresos.
Frente a todos mis defectos, hubo oportunidades para desarrollar y regular un sentimiento de autoestima. ¿Podría seguir respetándome a pesar de mis errores? ¿Podría seguir valorando mi progreso aunque viera más errores? ¿Podría permanecer estable e impasible ante las críticas bien merecidas?
Tras un escándalo de corrupción un político británico presentó su renuncia, y me asignaron la tarea de ir a ese condado e informar sobre las repentinas elecciones que siguieron. Eran muy importantes, un símbolo del apoyo popular que tenía nuestro primer ministro. No podía dejar de cubrirla.
Aquella mañana me levanté, estudié el Fa, escribí parte del guion para el paquete de noticias y conduje una hora hasta el lugar. Nunca antes había rodado mis propias secuencias de video, y siempre había contado con la ayuda de un camarógrafo para las entrevistas, así que me encontraba en un terreno completamente nuevo. No presté atención a los pensamientos de preocupación o fracaso, y me mantuve enfocado en conseguir entrevistas con los votantes y filmar imágenes relacionadas con la noticia. Incluso encontré a un analista de apuestas políticas que había viajado varias horas para llegar al recinto electoral y que me concedió una buena entrevista.
A las cuatro de la tarde, tuve que buscar una cafetería con WiFi para subir todo el metraje, terminar el resto del guion para narrarlo y pasar el paquete al editor de video. Todo el mundo en la cafetería estaba usando el WiFi, y el tiempo estimado de carga fue de dieciséis horas. Pero no podía fallar. Me puse manos a la obra con el guion, buscando citas apropiadas de las entrevistas. Después de hacer pensamientos rectos, la cafetería se vació y todo el material terminó de cargarse. Para la narración, tuve que buscar un callejón tranquilo de la ciudad para grabar mi voz.
Envié la grabación a mi editor de video cuarenta y cinco minutos antes del límite de tiempo. Faltando cinco minutos, se la entregaron a nuestro director, que la aceptó para su emisión. Me sentí muy aliviado. Aunque muy estresado y con poco tiempo, había sido capaz de mantenerme calmado y tolerante frente a todo.
Mientras conducía a casa esa noche, reflexioné sobre mi camino de cultivación recorrido hasta ese momento. Aunque no era perfecto y había cometido muchos errores, veía potencial y reconocía una fuerte voluntad de mejorar. Aquella noche desarrollé el deseo de convertirme en uno de los mejores reporteros de New Tang Dynasty TV del Reino Unido. Para conseguirlo, comprendí que tendría que apuntar muy alto y cumplir con muchos requisitos. No sería de la noche a la mañana, pero me comprometí a cumplir ese deseo.
Al mes siguiente fui a Nueva York para ingresar en la Epoch Media Academy. La experiencia fue fenomenal. Sentí que el camino que había trazado unos años antes, para eliminar muchos apegos fundamentales, llegaba a su término al final de mi estancia en Estados Unidos. Fue como un pasaje misterioso. Me separé de Inglaterra para desarrollar un sistema de cosas que me ayudaran en mi cultivación futura.
Sentí verdaderamente la compasión de los discípulos de Dafa. Desarrollé un vínculo y una amistad únicos con mis compañeros practicantes que me sirven de ejemplo para seguir adelante. Mientras aprendía habilidades para la elaboración de información, las lecciones también fueron sólidas experiencias de cultivación. El tiempo que pasé allí resolvió muchos problemas profundos y sutiles a los que me había enfrentado. Las deficiencias se revelaron con gran compasión, entre risas y aceptación, y me ayudaron a orientarme en la dirección correcta. También aprendí de todas las personas con las que pasé tiempo, por mucho o poco que fuera.
La mayor lección que aprendí fue esta: El Maestro nos aprecia más de lo que creemos. Si quiero creer de verdad en él, también debo apreciarme a mí mismo. Creo que mi estancia en Nueva York me ayudó a desarrollar la capacidad de apreciarme a mí mismo.
Estos cambios se reflejaron en mi trabajo a mi regreso a Reino Unido. Mientras que antes sentía el peso de los fracasos presionando mi mente y arrastrándome durante días, Ahora podía evaluar con calma y sin una sensación de pavor existencial las nociones concretas que me hacían quedarme corto.
Me viene a la memoria un pasaje del Fa del Maestro:
“Algunos estudiantes dicen: “yo sí soporto, aguanto”. ¡¿Qué soportas?! En la situación aún más difícil tienes que hacer bien las tres cosas. Salven a las multitudes de seres, ¡esta es la responsabilidad de los Dafa dizi!!” (“Enseñanza del Fa en Gran Nueva York 2013”).
¿Tenemos que soportar el sufrimiento de no querernos? Yo digo que ya basta de soportarlo. Podemos desprendernos de esa carga autoimpuesta. Y al hacerlo, seremos más eficaces en el cumplimiento de nuestra misión en este mundo.
El Maestro dice:
“¿No sabes atesorarlo? ¡Incluso yo te atesoro! ¡Incluso los dioses te atesoran! (La multitud de dizi aplaude calurosamente). Por eso, tú mismo aún más debes atesorarte a ti mismo” (“Explicando el Fa en Washington D. C. 2018”).
Doy las gracias a todos mis compañeros y al Maestro por su infinita benevolencia.
¡Gracias, Maestro! ¡Gracias, compañeros practicantes!
(Experiencia presentada en el Fahui de Europa de 2022)
Nota del Editor: El artículo representa únicamente la opinión o el entendimiento del autor.