(Minghui.org) Tengo 22 años y vivo en una granja de cultivo de verduras con mis padres. Mis padres comenzaron a practicar Falun Dafa cuando yo estaba en la escuela primaria. También leía el Fa y hacía los ejercicios en ese tiempo, pero por alguna razón no podía cultivarme verdaderamente. Era como si algo me bloqueara.
De niño no tenía una inteligencia alta, y a menudo me intimidaban y menospreciaban en la escuela secundaria. Esto hizo que tuviera una autoestima muy baja. También sufría un trastorno de ansiedad social. No quería relacionarme con la gente y dependía de los juegos de realidad virtual para aliviar mi dolor en la vida. Cuando entré en mi primer año de escuela secundaria superior, sentí que ya no me interesaba nada. Dejé la escuela y me fui a casa a trabajar en la granja y esperaba encontrar algo más que hacer.
Me gustaba mucho la animación. Un año después encontré un estudio donde aprendí a dibujar, lo que alivió mi ansiedad social. Sin embargo, mi baja autoestima persistía. Al principio, el dibujo me interesaba y seguí estudiándolo. A medida que mejoraba mi capacidad de disfrutar del arte, empecé a sentir que el tipo de dibujo que estaba aprendiendo no tenía un buen sentido de la belleza y no se ajustaba a mis objetivos artísticos.
No entendía por qué un objeto se dibujaba a menudo de forma oscura, por qué la estructura del objeto era exagerada y por qué las mujeres se dibujaban como hombres, con una estructura facial musculosa. No podía entender estos problemas y me sentía desolado. Quería expresar mis propios pensamientos, pero no sabía cómo hacerlo. Compré libros de dibujo y materiales de dibujo de alta gama, y busqué en Internet para aprender cómo dibujan en el extranjero, pero tuve poco éxito.
Durante ese periodo, el Partido Comunista Chino (PCCh) persiguió a mi familia dos veces. Sufrimos grandes pérdidas y nos endeudamos. Mi salud también empeoró. Sufría de insomnio, acidez, poca fuerza física y me distraía con facilidad. Me sentía cada vez más miserable. No dejaba de pensar que había gastado tanto tiempo, energía y dinero para acabar así. A una edad tan temprana, mi estado físico era como el de una persona de 40 o 50 años. Sentí que el destino era injusto y caí en la desesperación.
Cuando me enteré de que otros padres compraban casas y coches para sus hijos, me enfadé. Sin embargo, no deseaba casarme ni tenía deseos materiales. Nunca me comparé con los demás por las ganancias materiales. Solo me gustaba dibujar. Me sentí triste por no poder conseguir un deseo tan simple. Ni siquiera tenía las condiciones como para inscribirme en una clase de dibujo online.
Acabé estudiando dibujo en un estudio durante tres años; es decir, hasta que el profesor lo dejó. Al quedarme en casa, me volví más ansioso y deprimido. Cada vez me interesaba menos cualquier cosa de este mundo, e incluso dejé de dibujar.
Me puse aún más ansioso cuando estalló la pandemia. Cada vez que tenía algún síntoma, me preocupaba si estaba infectado y, en caso afirmativo, qué le pasaría a mi familia. Una noche, sentí que mi aliento era más caliente de lo normal. Me entró el pánico y les dije a mis padres: "¡Si mañana sigo así, lo denunciaré a las autoridades!". Mi padre me tranquilizó. Me sugirió que practicara los ejercicios de Falun Dafa y dejara de preocuparme. Sentía que mi vida estaba acabada, que nada cambiaría para mí y que no había nada que no pudiera soltar. Afortunadamente, empecé a hacer los ejercicios con mis padres.
Al principio, cuando hacía los ejercicios de pie, elegí empezar con la postura de pie de Falun Dafa, la que más miedo me daba hacer. Pensé: "Tengo que cambiar. No solo haré los ejercicios hoy, sino que los haré todos los días". Mientras hacía la postura, me sentía tan cansado que ni siquiera podía mantenerme erguido. Pero persistí hasta el final de la música.
Hice los ejercicios día tras día. Mi mente se aclaró y dormí mucho mejor. Entonces tuve el pensamiento: "Sería mucho mejor si pudiera tomar la lectura de Zhuan Falun como mi primera prioridad cada día". Sin embargo, algo pareció apoderarse de mi mente, y de repente me volví irritable. En mi mente seguían apareciendo recuerdos de cómo me habían acosado, así como el odio y el resentimiento que sentía por los que me habían acosado. Entonces les conté a mis padres el dolor que tenía desde hacía años y del que me resistía a hablar. Después, mi mente se calmó. Esos recuerdos infelices desaparecieron y dejé de odiar a los que me acosaban. Desde entonces, mi baja autoestima y mi ansiedad social fueron desapareciendo y empecé a hablar con la gente. Aunque todavía no estaba acostumbrado, podía hablar con la gente mirándola a los ojos. También empecé a caminar con la cabeza hacia arriba en lugar de hacia abajo.
A medida que mi estado mental mejoraba, seguía dibujando. Sin embargo, sentí que mi progreso había llegado de nuevo a su fin y no sabía cómo seguir avanzando. Entonces, tuve algunas reflexiones después de leer las enseñanzas del Fa del Maestro:
"La ostentación en sí misma es un corazón de apego muy fuerte, un corazón realmente no bueno, un corazón que un cultivador tiene que eliminar. Si quieres usarlos para ganar dinero, hacer fortuna o alcanzar tus metas entre la gente común en tu lucha personal, eso aún menos puede ser. Eso es usar cosas de alto nivel para interferir y dañar a la sociedad de la gente común, y tal intención es aún peor" (La cuestión de perseguir, Segunda Lección, Zhuan Falun).
Pensé en el motivo por el que deseaba dibujar bien, y me di cuenta de que quería una vida mejor. Quería disfrutar de una vía de escape para no sentirme mal, y quería ser capaz de levantar la cabeza ante los demás. Pero estaba persiguiendo. Llegué a comprender que la cultivación de Dafa me había llevado a un estado mental de bienestar completamente nuevo. Me di cuenta de que debía dejar de buscar la fama y el beneficio y abandonar mi mentalidad de búsqueda.
Descubrí que la raíz de mi sufrimiento era mi búsqueda de un éxito rápido y fácil, una mentalidad de querer conseguirlo sin trabajar duro para ello. Siempre quise que mi vida fuera como yo quería. Cuando no lo hacía, me quejaba de todo lo que no iba de acuerdo con mis expectativas.
Me preguntaba: "¿Qué he hecho por los demás desde mi infancia?". "¿Por qué no puedo hacer algo dentro de mis posibilidades? ¿Y hacerlo bien con pasos sólidos?". También me dije que no tenía que depender de mis habilidades de dibujo para ganarme la vida; podía tratarlo como un hobby. Mi presión mental desapareció de repente y me sentí relajado. Pensé que sería una buena idea hacer algo para ayudar a mi familia.
Empecé a ayudar en las tareas de la granja. Trabajé en la granja desde la mañana, después de terminar de hacer los ejercicios de Falun Dafa, hasta la noche. El trabajo era duro, pero no me cansaba en absoluto después de un día entero de trabajo. También hacía las tareas domésticas y cocinaba para mi familia cuando tenía tiempo. Un aldeano le dijo a mi madre: "Te envidio mucho por la buena relación que tienes con tu hijo. Mis hijos me contestan en cuanto les digo algo". Durante este tiempo, las hortalizas de nuestra granja crecieron bien, y los pedidos de nuestras cosechas siguieron llegando. Pagamos nuestras deudas en menos de dos meses.
Después de la cosecha de otoño, empecé a dibujar de nuevo. Me di cuenta de que, tras la larga pausa, mi dibujo no había retrocedido, sino que mejoraba. Podía comprender fácilmente las secciones de Zhuan Falun que antes me resultaban difíciles de entender, y era capaz de resolver cualquier problema que encontrara. Llegué a comprender que la razón fundamental de mi largo estancamiento en el dibujo era que no tenía un corazón puro. Era egoísta y perseguía la fama y el beneficio. Había buscado en el exterior formas de mejorar.
Aunque mis habilidades mejoraron, sentí que mi dibujo aún no era lo suficientemente bueno como para obtener un empleo; solo podía tratarlo como un pasatiempo. Volví a perder el interés y me sentí exasperado.
Entonces tuve un sueño en el que mi madre y yo entrábamos en una habitación del segundo piso de un edificio. Muchas personas de mi edad estaban sentadas en pupitres y aprendían a dibujar. El maestro les enseñaba. Encontré un pupitre y me senté. Mi madre le hizo una pregunta al Maestro. El Maestro sonrió pero no habló. Era muy amable y me sentí muy cómodo y relajado. Sin embargo, no me atreví a hablar con el Maestro. Me limité a sentarme y a dibujar. Entonces sentí que alguien estaba detrás mío. Miré hacia atrás... El Maestro estaba allí. Me sorprendí y dije "Maestro". Entonces me desperté. Sabía que el Maestro me estaba animando a no rendirme.
Al cabo de un mes, alguien se me acercó y me pidió que enseñara a sus hijos a dibujar. Este fue mi primer trabajo desde que empecé a dibujar.
Estoy agradecido a Dafa por haberme ayudado a salir de mi situación desesperada y por haberme dado un camino para volver a mi origen. ¡Gracias, Maestro!
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