(Minghui.org) A lo largo de la historia, todos los sistemas de creencias rectos, tanto dentro como fuera de China, han sido perseguidos. Las persecuciones a menudo ponían a prueba la fe de los seguidores de estas creencias. Independientemente de la legitimidad de las persecuciones, ninguna pudo destruir los métodos de creencia rectos o impedir que los verdaderos creyentes alcanzaran la perfección. En cambio, las tribulaciones mostraron la firme determinación de los seguidores en medio de la oscuridad, inspirando a más personas a unirse en el camino de la búsqueda de la verdad y a encontrar su hogar espiritual.
He aquí algunos ejemplos.
Erradicación del budismo
El budismo fue perseguido varias veces a lo largo de la historia de china. La primera comenzó con Tuoba Tao, el emperador Taiwu de Wei del Norte. En el año 438, ordenó a todos los monjes menores de 50 años que volvieran a la vida secular. Siguiendo una recomendación de Cui Hao, un alto funcionario, el emperador mató a los monjes, destruyó las estatuas de Buda y demolió los templos en el año 446.
Ambos se enfrentaron después a las consecuencias. El emperador fue asesinado por eunucos, y también sus dos hijos. Dos años antes de la muerte del emperador, este impuso a Cui múltiples castigos, entre ellos los azotes, el encarcelamiento, el exilio y la ejecución.
La historia se repitió 130 años después. Yuwen Yong, el emperador Wu de Zhou del Norte, emitió una orden en el año 574 para prohibir tanto el budismo como el taoísmo. Con las escrituras y las estatuas arruinadas, obligó a monjes y taoístas a volver a la vida secular. El emperador falleció al año siguiente, a la edad de 36 años, a causa de una enfermedad infecciosa que le supuraba todo el cuerpo.
Li Yan, el emperador Wuzong de Tang, lanzó la tercera oleada de persecución en el 574. Solo permitió cuatro templos en Chang'an, dos en Luoyang y uno en cada una de las 34 provincias. No se permitió ningún otro templo. Como resultado, se destruyeron más de 4.600 templos grandes y se demolieron más de 40.000 templos pequeños. Además, se quemaron las escrituras, se fundieron las estatuas de Buda para producir dinero y más de 260.000 monjes se convirtieron en laicos. Este emperador también encontró su destino. Debido a una extraña enfermedad, su cabeza se hinchó como la de una vaca. Con úlceras por todo el cuerpo, los ojos desorbitados y la boca sangrando, sufría un dolor extremo y gritaba día y noche. Al final, murió a los 32 años.
Chai Rong, el emperador Shizhong de Zhou posterior, también restringió el budismo. Solo se podía conservar un templo en cada condado y todos los demás fueron eliminados. Solo se les permitía ser monjes a aquellos que pudieran recitar las escrituras de Buda requeridas y cumplieran otras condiciones; de lo contrario, serían castigados. Se demolieron más de 30.000 templos y se destruyeron las estatuas de Buda. Casi un millón de monjes y monjas se convirtieron en personas seculares. Una estatua de Bodhisattva (Pusa) en la ciudad de Zhenzhou, provincia de Henan, era muy respetada. Los que fueron enviados a dañar la estatua acabaron con los brazos rotos y murieron. Chai fue allí en persona para demoler la estatua golpeando el pecho de la estatua con una gran hacha.
Cuatro años después, Chai enfermó repentinamente de úlceras en el pecho. Poco después, las úlceras se agravaron y murió miserablemente a los 39 años.
En estas cuatro oleadas de persecución descritas, la más larga duró menos de seis años y la más corta solo ocho meses. En cada ocasión, después de la persecución, los sucesores siempre revivieron el budismo, recuperando la tradición y continuando la civilización.
La persecución en el Imperio Romano
En los primeros trescientos años tras la llegada del cristianismo, este también fue brutalmente reprimido. Nerón, el quinto emperador romano, provocó un incendio de una semana de duración en el año 64 d. C., que destruyó dos tercios de Roma. Culpando a los cristianos del incendio, inició la primera tanda de persecuciones del imperio.
"En primer lugar, se arrestó a los miembros confesos de este movimiento; a continuación, al ser delatados, se condenó a un gran número de ellos, no tanto por el delito de incendio como por su odio a la raza humana", escribió el historiador Tácito en los Anales. "Y la burla acompañó su final: fueron cubiertos con pieles de bestias salvajes y desgarrados hasta la muerte por los perros; o fueron amarrados en cruces y, cuando la luz del día faltaba, eran quemados para que sirvieran como lámparas durante la noche".
"Nerón había ofrecido sus Jardines para el espectáculo, y dio una exhibición en su Circo, mezclándose con la multitud con el hábito de un auriga, o montado en su carro", continuó Tácito.
Los cristianos también fueron perseguidos en el reinado de Marco Aurelio, que fue emperador romano entre los años 161 y 180, y un filósofo estoico. "Las crueldades empleadas en esta persecución eran tales que muchos de los espectadores se estremecían de horror al verlas, y se asombraban de la entereza de los que las sufrían", escribió John Foxe en Book of Martyrs, (Libro de los Mártires)"Algunos de los mártires fueron obligados a pasar, con sus pies ya heridos, sobre las puntas de espinas, clavos, conchas afiladas, etc., otros fueron azotados hasta que sus tendones y venas quedaron al descubierto, y después de sufrir las torturas más insoportables que se podían idear, fueron destruidos por las muertes más terribles. "Germánico, por ejemplo, fue entregado a las fieras por su fe en el cristianismo.
La persecución de Diocleciano que comenzó en el año 303 fue la última y más severa persecución a los cristianos durante el Imperio Romano. Se promulgaron una serie de edictos para anular los derechos legales de los cristianos y ordenarles que cumplieran con otras prácticas religiosas.
En Book of Martyrs, Foxe registró diez persecuciones durante el Imperio Romano. Sin embargo, en lugar de ser eliminada, la práctica atrajo a más y más gente. El número de cristianos era de unos 7.500 en el año 100 d. C., que aumentó a unos 200.000 a finales del siglo II, con 7.000 cristianos solo en Roma. El número aumentó a cerca de un millón en el año 250 d. C., y a más de seis millones en el 300 d. C., con más de 1.800 iglesias.
En el año 313, Constantino el Grande y su coemperador Licinio promulgaron el Edicto de Milán. Esto dio al cristianismo un estatus legal y puso fin a la persecución.
La libertad de creencia
Han pasado más de 1.000 años desde la última oleada de represión contra del budismo y el cristianismo mencionadas anteriormente. Aunque fueron brutales en su momento, los episodios de persecución fueron como ondas en el largo río de la historia. No obstante, aportaron lecciones para nuestra sociedad moderna y establecieron ejemplos de cómo las personas se mantuvieron firmes en la fe recta cuando se enfrentaron a la adversidad.
La Declaración de Independencia aprobada por el Congreso de los EE. UU. en 1776 escribió: "Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador con ciertos Derechos inalienables, que entre ellos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad". Esto muestra cómo la libertad de creencia es la base de nuestro mundo moderno.
Pero las cosas cambiaron drásticamente tras la aparición del comunismo. "La religión es el opio del pueblo. Es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado y el alma de nuestras condiciones desalmadas", escribió Karl Marx. Vladimir Lenin creía lo mismo. "La religión es el opio de las masas", dijo.
Después de causar terror, sangre y hambruna, el comunismo se introdujo en China, donde la maquinaria de brutalidad, asesinatos y mentiras se amplió y funcionó de manera más sofisticada.
La Constitución china especifica que "los ciudadanos de la República Popular China gozan de libertad de expresión, de prensa, de reunión, de asociación, de procesión y de manifestación". (Artículo 35) y "Los ciudadanos de la República Popular China gozan de libertad de creencia religiosa". (Artículo 36) Sin embargo, en la realidad, los derechos de las personas no están protegidos. El Partido Comunista Chino suprimió a los propietarios de tierras y a los empresarios en la década de los cincuenta, y eliminó las tradiciones en la Revolución Cultural de la década de los sesenta. Del mismo modo, la Constitución no protegió a los estudiantes y a los defensores de la democracia en la masacre de la plaza de Tiananmen de 1989, ni a los practicantes de Falun Gong cuando empezaron a ser perseguidos en 1999.
(Continuará)
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