(Minghui.org) Dos meses después de que la Sra. Song Jihua empezara a practicar Falun Gong, se levantó y volvió a caminar, después de estar postrada en la cama durante 15 años. Pero debido a su práctica de Falun Gong, fue detenida y ahora se enfrenta a un juicio.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una disciplina espiritual con cinco series de ejercicios de movimientos suaves y lentos. Desde su introducción pública en mayo de 1992, innumerables personas han disfrutado de una mejora de la salud, incluidos pacientes en estado crítico. Debido a la enorme popularidad de Falun Gong y a la recuperación de los valores tradicionales, el Partido Comunista Chino ordenó en julio de 1999 una campaña nacional para erradicar Falun Gong de China. La persecución continúa hoy en día.
La Sra. Song, de 67 años y residente en la ciudad de Jiaozhou, provincia de Shandong, fue detenida en una redada policial de practicantes locales de Falun Gong el 2 de junio de 2021. Posteriormente se confirmó la detención de al menos 40 practicantes el mismo día. Entre ellos, el Sr. Yu Baiqing fue condenado a ocho años y a una multa de 50.000 yuanes(7.550 dólares) en abril de 2022.
Aunque la Sra. Song fue puesta en libertad bajo fianza debido a su estado físico, la policía presentó su caso a la Procuraduría. Ha sido acusada y ahora se enfrenta a un juicio en el Tribunal del Distrito de Huangdao, el mismo Tribunal que condenó al Sr. Yu.
Yang Haigang, secretario del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos de la ciudad de Jiaozhou, un organismo extrajudicial que supervisa las ramas de Seguridad Pública y Judicial, firmó el acuerdo de la acusación a la Sra. Song.
A continuación se incluye la carta escrita por la segunda hija de la Sra. Song, en la que se detalla el sufrimiento de la familia.
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Cuando mi madre tenía cuatro años, estalló una hambruna en su región. Escapó al noreste del país con sus padres. Comía cortezas y hojas de árboles para sobrevivir. Se casó con mi padre a los 26 años. Después de dar a luz a mi hermana mayor a los 29 años, enfermó.
Al principio, tenía dolores de estómago y de cabeza. Más tarde, empezó a tener dolores generalizados en los huesos. Tras el nacimiento de mi hermano menor, en 1990, su salud empeoró aún más. Tenía reumatismo. Sentía como si los insectos corrían por sus vasos sanguíneos. Perdió la sensibilidad en la pierna izquierda y no podía levantar el brazo derecho. También tenía graves problemas de estómago, pulmones y corazón.
Una vez consiguió salir, pero se desmayó en la calle, cerca de nuestra casa. Cuando la llevaron a una clínica, fui a verla. Pensé que estaba muerta y lloré mucho. Mis hermanos y yo vivimos con miedo esos días. Temíamos perder a nuestra madre en cualquier momento, nos sentíamos impotentes.
Nuestro padre llevó a nuestra madre a ver a muchos médicos. Probó varios tratamientos. Pero después de gastar una fortuna, su estado seguía sin mejorar. Un médico de un famoso hospital dijo que la mayoría de las enfermedades que tenía mi madre eran muy raras y difíciles de curar.
Los dolores que tenía mi madre solían durar varias horas, lo que la dejaba completamente agotada, sin fuerzas para hablar. Tomaba algunos analgésicos, pero tenían fuertes efectos secundarios en su estómago.
Mi madre dependía de mi abuela para que la cuidara. Estuvo incapacitada y postrada en la cama durante los siguientes 15 años. Estaba tan débil que ni siquiera podía girarse sola. A veces le costaba respirar. Lo que más temía era que no se despertara después de desmayarse. Aguantó segundo a segundo. Perdió por completo la esperanza de vivir. Lo único que no podía dejar de lado eran sus tres hijos, le preocupaba qué sería de nosotros si ella moría.
Mi madre lloraba todos los días. Su almohada estaba constantemente mojada. Como la salud de mi abuelo también era precaria, mi abuela además, tuvo que cuidar de él. Durante los días que estaba fuera, nos quedábamos al lado de nuestra madre. Todavía recuerdo la escena en la que mi hermano de cuatro años se sentaba junto a la cama de mi madre, un día lo encontré recogiendo agua para alimentarla con una cuchara. La mayoría de los niños de nuestra edad estaban jugando fuera, pero nosotros no nos atrevíamos a salir, sino que teníamos que quedarnos con nuestra madre.
Cuando estaba en la escuela primaria, una tarde volví a casa cuando mi hermano dijo que tenía sed y me pidió que le hirviera agua. Yo era aún demasiado pequeña para usar el cubo de agua. El agua hirviendo me salpicó la mano derecha, me quemé y se me cayó una capa de piel. Al oírme gritar por el dolor, mi madre también lloró y se angustió, pero no pudo hacer nada para ayudarme.
Cuando crecimos, aprendimos a cuidar más de nuestra madre, incluso a alimentarla y a girar su cuerpo. A diferencia de la mayoría de los niños pequeños, que solían jugar fuera, nosotros pasábamos nuestra infancia junto a la cama de nuestra madre. Durante los 15 años que mi madre estuvo enferma, parecía que nuestro hogar estaba siempre cubierto por una nube oscura.
Además, debido al gasto de los ahorros de la familia en el tratamiento médico de nuestra madre, no podíamos permitirnos comer los fideos instantáneos más baratos. Nunca me atrevía a pasar por la tienda, para no ver los diversos alimentos y aperitivos que allí se vendían. Cuando mi abuela venía, a menudo caminaba más de 16 kilómetros (10 millas) de ida y vuelta, para ahorrarse el coste del transporte.
Mi madre intentó una vez suicidarse bebiendo insecticida. Pero no tuvo fuerzas ni para tomar la botella.
La vida dio un giro en dos meses
Un día, vi a un grupo de personas practicando qigong en la calle. Oí que tenía buenos efectos para curar enfermedades, así que se lo conté a mi madre. Mi madre se interesó y me pidió que me informara sobre el tema. Así que un practicante de Falun Gong vino conmigo a mi casa. Al ver que el estado de mi madre era tan grave, le recomendó que primero leyera el libro. Pero como mi madre nunca fue a la escuela, le dio unas cintas de conferencias para que las escuchara.
Después de escuchar las conferencias de Falun Gong durante dos días, mi madre dijo que el dolor en los huesos no era tan intenso como antes, duraba mucho menos y no se sentía tan mal después. Al tercer día, se sentó sin ayuda. Al cuarto día, podía comer sola, sin que nosotros la alimentáramos.
En menos de una semana, podía ponerse de pie apoyándose en la pared. Poco a poco, volvió a caminar. Se recuperó por completo dos meses más tarde, con el mismo aspecto que una persona normal. Hacía las tareas de nuestra casa y también ayudaba a mi abuela a cosechar el trigo en otoño.
Toda nuestra familia estaba muy emocionada y nos sentíamos muy afortunados por haber encontrado a Falun Gong. Todo el mundo en el pueblo, incluido el médico que a menudo le ponía inyecciones, decía que era un milagro. Sin gastar un céntimo, ¡mi madre se curó!
Pero después de que mi madre fuera arrestada el año pasado, su salud empezó a decaer de nuevo debido a la angustia mental. Presenté varias cartas a la procuraduría y a la policía, instándoles a que abandonaran su caso. Pero el procurador Wang Dan siguió acusándola y presentando su caso ante el tribunal. Ahora pido ayuda a la comunidad internacional para que preste atención al caso de mi madre.
Información de contacto de los represores:
Yang Haigang (杨海刚), secretario del Comité de Asuntos Políticos y Jurídicos de la ciudad de Jiaozhou: +86-18561331677.
Wang Dan (王丹), procurador de la Procuraduría del Distrito de Huangdao: +86-18506398661.
Zhang Chengshan (张成山), funcionario del Departamento de Policía de la ciudad de Jiaozhou: +86-17667593220.
Ma Zeqing (马泽庆), funcionario del Departamento de Policía de la ciudad de Jiaozhou: +86-13658663277.
Wu Xuri (吴旭日), funcionario de la División de Seguridad Nacional de la ciudad de Jiaozhou: +86-532-58785532.
Jiang Xianchao (姜显超), jefe de la Estación de Policía de Ducun: +86-13954281777.
Li Xiaopeng (李小鹏), jefe adjunto de la Estación de Policía de Ligezhuang: +86-532-88201110.
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