(Minghui.org) Comencé a practicar Falun Dafa en 1998, y debo admitir que mi camino de cultivación no ha sido fácil. He perseverado gracias a la compasión del Maestro, y estoy segura de que nunca me ha abandonado. Sin embargo, sé que estamos en la etapa final de la cultivación, y que debo ser más diligente en hacer las tres cosas.
En un sueño, el Maestro me sugirió que debía salir a aclarar la verdad sobre Falun Dafa y despertar la conciencia de más personas. De hecho, no me había ido bien con esto en el pasado. Me di cuenta de que esta sería mi última oportunidad de salvar a la gente, y por ello decidí salir a salvar a la gente sin importar lo que pasara.
Era un día lluvioso, pero metí algunos folletos en una bolsa y salí. La primera persona que vi fue un anciano. Pensando que era una buena oportunidad para mí, me puse rápidamente a su altura y le compartí mi paraguas. Me miró atentamente y le saludé diciéndole: "Seguro que hoy ha olvidado su paraguas. Ya que vamos en la misma dirección, compartiré el mío con usted". El hombre pareció relajarse un poco y me dijo que su casa estaba a dos manzanas.
Caminamos y hablamos. Mencionó que le dolían las piernas y que normalmente le dolían más los días de lluvia como hoy. Le conté que practicaba Falun Dafa y le dije que recitar sinceramente las dos frases, "Falun Dafa es bueno, Verdad-Benevolencia-Tolerancia es bueno", podría beneficiarle. Parecía receptivo, así que le di un folleto de Dafa. Me explicó que no sabía leer bien, pero que le pediría a su mujer que se lo leyera. Una conversación tan agradable me conmovió. Comprendí que era una disposición del Maestro y que este me animaba a hacer más.
Cuando caminamos juntos bajo la lluvia, presté más atención al camino, ya que sus piernas estaban ligeramente incapacitadas. También le sostenía el brazo para que no perdiera el equilibrio al evitar los charcos. Le trataba como si fuera mi abuelo. Fue como lo que dijo el Maestro, que muchas personas en el mundo tienen relaciones predestinadas con nosotros, y todas son como nuestros parientes.
De vuelta, me fijé en un hombre que esperaba el autobús. No parecía amistoso, así que dudé en hablar con él. Entonces recordé que todas las personas deben ser salvadas y decidí iniciar una conversación con él. Enseguida le dije que practicaba Falun Dafa. No se mostró receptivo. Ignoré su comportamiento y seguí hablando con él.
Le dije que el incidente de la autoinmolación de Tiananmen era un engaño. Se molestó diciendo: "Eres demasiado joven para saberlo".
Me quité la máscara y le dije: "Tengo 33 años. Tengo una buena educación y soy madre de dos hijos. Lo hago todo de la mejor manera posible. He estado cultivando persistentemente Dafa y me he beneficiado de la práctica".
Parecía estar conmovido por lo que dije, y ya no parecía hostil, pero seguía sin querer aceptar un folleto de Dafa. Realmente no quería verle rechazar obstinadamente la verdad por más tiempo. Si yo no podía salvarle, ¿quién podría hacerlo? Con más emoción le dije: "Por favor, llévate esto a casa y léelo con atención". Se conmovió y aceptó el folleto. Esperaba que eligiera un futuro mejor.
Todas las personas que conocí en ese día lluvioso eran personas que tenían una relación predestinada conmigo, y estaban esperando ser salvadas. Debo escuchar al Maestro, hacer lo que se supone que deben hacer los practicantes de Dafa y salvar a más personas, para poder estar a la altura de la salvación del Maestro, de mí misma y de todos los seres.
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