(Minghui.org) Nací en un pueblo del norte de China. Mis calificaciones académicas siempre fueron buenas y logré que me aceptaran en una Universidad. Aunque mi vida le pareciera tranquila a la mayoría, no era feliz. Empecé a sufrir dolores en las articulaciones cuando estaba en la escuela primaria. Se me hinchaban tanto las rodillas y los dedos que no podía doblarlos.
Como las paredes de mi residencia universitaria estaban siempre húmedas durante el invierno, mi artritis se agravaba. Cuando estaba en el último año, el invierno coincidió con el periodo de exámenes. Tenía las piernas tan hinchadas que no podía ni atarme los cordones. Necesitaba inyecciones antiinflamatorias para aliviar el dolor. Incluso tardaba varios minutos en levantarme de una silla. El estrés de los exámenes unido a los dolores de mi cuerpo casi me llevaron a colapsar tanto mental como físicamente.
Después de aprobar los exámenes, pasé a hacer el máster. Pronto me di cuenta de que las cosas no eran como esperaba. La gente maquinaba y se peleaba por cosas triviales, lo que me hizo pensar: "¿Cuál es el objetivo de la vida? ¿Por qué me encuentro con tantos problemas?".
Esto continuó hasta que alguien me dio un folleto de Falun Dafa y me preguntó si quería probarlo. Así fue como empecé a practicar Dafa en noviembre de 1998.
Aprendiendo a tratar con mi compañera de cuarto
Cuatro chicas compartíamos el dormitorio. Una no tenía un buen carácter y siempre discutía con las demás. Por eso no me gustaba volver al dormitorio. Tenía miedo de que volviera a perder los nervios. Así que me mantenía alejada y solo volvía para dormir. Normalmente iba a la habitación de una compañera para estudiar Zhuan Falun.
El Maestro Li, fundador de Falun Dafa, dijo:
"¿Por qué te encuentras con estos problemas? Todos son causados por tus deudas de yeli, y nosotros ya hemos eliminado incontables e innumerables porciones para ti" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
“Durante el xiulian, cuando estás lidiando específicamente con conflictos o cuando otros te tratan mal, pueden existir dos clases de situaciones: una es que posiblemente tú hayas maltratado a esa persona en tu vida anterior; sin embargo, tu corazón está muy desequilibrado: «¿Cómo me trata así?». Pues, ¿cómo trataste tú a esa persona antes?” (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
Una noche volví a mi habitación y aquella chica volvió a montar en cólera. En cuanto entré dio un violento portazo. En ese momento, no me sentí incómoda. Me sentí tranquila.
A partir de aquel entonces, me sentía feliz todos los días. Me limitaba a dar lo mejor de mí y a dejar el resultado final en manos del destino. De este modo, también me volví desenfadada.
Retomando la cultivación
Algunos meses después de empezar a practicar, el Partido Comunista Chino (PCCh) empezó a perseguir a Falun Dafa. No comprendía bien el Fa y no supe cómo reaccionar. Así que seguí, poco a poco, la corriente de la sociedad y me distancié de Dafa. Sin embargo, en el fondo, sabía que nunca podría abandonar la práctica.
Pasó una década y logré muchas cosas. Compré mi propia casa y mi automóvil, y ascendí en mi trabajo. Pero como al mismo tiempo mis niveles de estrés aumentaron empecé a sufrir dolores de cuello. Mi motivación para el trabajo parecía ser siempre el dinero. Ese era el principal tema de conversación en mi trabajo.
Un año, tuve un sueño una y otra vez. Me presentaba a un examen, pero no podía ni siquiera responder a las preguntas más sencillas. No me tomé este sueño a pecho, pero después de experimentarlo una y otra vez, me di cuenta de que podía ser una insinuación de Shifu (el Maestro Li Hongzhi, fundador de Falun Dafa). ¿Debo hacer un examen? Estaba bajo mucho estrés en el trabajo. Las preguntas acerca de la vida volvieron a ocupar mi mente.
El Maestro me dio una vez otra pista por boca de una persona común y corriente, quien dijo: "Debería conocer la verdad". Creí entender lo que significaba la indirecta y obtuve un software para atravesar el cortafuegos de Internet. Pude acceder a temas que estaban bloqueados en China. Aprendí mucho sobre las mentiras históricas del PCCh y descargué todas las conferencias del Maestro. Lloré después de leerlas, ya que me odiaba a mí misma por haber desperdiciado más de una década de mi vida lejos de Dafa.
Levantarse después de la caída
Como no tenía miedo de la persecución en ese momento, comencé a hacer materiales de aclaración de la verdad. Posteriormente, salí a distribuirlos en mi zona. Como no estudié el Fa a fondo, tenía muchos apegos que desconocía.
A los pocos meses, me arrestaron, me detuvieron ilegalmente y me llevaron a un centro de lavado de cerebro. Bajo una tremenda presión, caí profundamente en mi cultivación. Todavía recuerdo las pesadillas que tuve: Me caía de un ascensor y tenía que volver a subir agónicamente.
Perdí mi trabajo después de salir del Centro de lavado de cerebro. Mis movimientos también empezaron a ser vigilados por el Comité de Vecinos y por los agentes que enviaba la policía. También dejé de contactar con mis colegas y amigos. Había salido de la prisión física del centro de lavado de cerebro pero había entrado en una cárcel invisible. Cada vez que salía de casa, había alguien que me seguía. A veces estaba cerca y otras veces lejos. El miedo se apoderó de mí.
Me confiscaron la computadora y todos mis libros de Dafa. Solo me quedó el teléfono móvil. Aunque todavía tenía las grabaciones de las conferencias del Maestro en él, las borré accidentalmente. Lloré durante mucho tiempo. No sabía si el Maestro aún me quería.
Tiempo después me compré una nueva computadora y pensé en volver a descargar las conferencias del Maestro. Sin embargo, el software original que empleé para burlar el cortafuegos ya no se podía usar. Las cosas parecían no tener solución. Así que empecé a probar todo el software que podía encontrar y, después de intentarlo durante más de una hora, finalmente encontré un programa que se podía usar.
Antes era una admirada trabajadora de cuello blanco, después de la persecución del PCCh aterricé en un estado desolador. La diferencia entre ambos estados era enorme. Me di cuenta de que ya no iba a tener una vida pacífica, y la elección que tenía que tomar, de persistir en mi cultivación, era difícil. Me calmé y estudié el Fa durante mucho tiempo. Cada día, hacía las comidas, las tareas de la casa, y posteriormente utilizaba el tiempo restante para estudiar el Fa. Después de un año, mi estado de ánimo se fue estabilizando poco a poco.
Cuando mi madre enfermó, asumí la responsabilidad de cuidarla, ya que todos los demás miembros de la familia estaban trabajando. Ayudaba a asearla y a le lavaba los pies. Hice una cama improvisada en el suelo y dormí junto a la cama de hospital de mi madre. La gente del hospital le decía a mi madre: "¡Tu hija es muy buena!".
Soy la más joven de la familia. Ninguno de mis hermanos entendía mi creencia, así que me quedé callada y desempeñé mi papel como familiar. Con mi comportamiento, validé el Fa y me cultivé bien. Me quedé con mi madre hasta que pudo cuidarse sola, y posteriormente volví a la ciudad, preparándome para empezar de nuevo.
Mi decisión de actuar con valentía
Mientras buscaba trabajo en la ciudad, estudiaba el Fa en casa. Un día, oí un alboroto en el pasillo. Abrí la puerta y vi a alguien haciendo un trabajo de instalación. Estaban instalando una cámara de bolsillo para vigilarme las 24 horas del día. El miedo me envolvió de nuevo. No sabía qué hacer. No tenía a nadie con quien hablar y no tenía fuertes pensamientos rectos.
Entré en Internet para leer los artículos de cultivación de los practicantes en el sitio web Minghui.org, pero no encontré una solución a mi problema. No podía tolerar vivir con la cámara de vigilancia todos los días. ¿Cómo se puede tratar así a una buena persona? Me devané los sesos, pero no se me ocurrió ninguna solución.
Después recordé que conocía a un abogado, así que se me ocurrió preguntarle qué podía hacer desde el punto de vista legal. El abogado me dio algunas sugerencias, y me metí en Internet para descargar algunos documentos legales sobre la normativa.
Recurrí a la administración de la propiedad porque esto era de su competencia. Sin embargo, no quisieron escucharme cuándo les planteé la cuestión. Hablando con sentido de la justicia, les dije: "Soy la dueña de la propiedad, así que soy su cliente. Como administrador de la propiedad, tiene la responsabilidad de comprobar quién está infringiendo mi derecho a la intimidad".
Como vieron que no me iba a ir, llamaron al Comité de Vecinos. Les oí decir: "La propietaria ha venido a preguntar por qué se ha instalado una cámara de vigilancia en el exterior de su casa y quiere una explicación". Al final, nadie del comité se atrevió a venir a verme.
Sin más remedio, la administración de la propiedad me llevó al Comité de Vecinos. Le pregunté a alguien de la oficina del comité: "¿Qué norma legal les da derecho a instalar una cámara de vigilancia delante de mi puerta?". La miembro del comité no pudo responder, y dijo que llamaría a su supervisor y me daría una explicación la semana siguiente. Sin embargo, no podía tolerar que me vigilaran así, aunque fuera un día más, así que le dije: "Retire inmediatamente la cámara. Si no lo hace, lo haré yo misma”.
Al volver a casa, desmonté la cámara. Nunca vinieron a ofrecer ninguna otra explicación. No ocurrió nada más después de este episodio.
En realidad, cuando fui por primera vez a la administración de la propiedad, mi mente se quedó de repente en blanco. Pero pensé que ya que estaba allí, no podía echarme atrás, así que les diría lo que se me ocurriera. Al final, cuanto más hablaba, más fuertes eran mis pensamientos rectos. Me sentí con mucha energía cuando recordé lo que dijo el Maestro:
“La historia humana no existe para la meta final de ser un humano, ni es la historia humana un lugar de recreo creado para que el mal despliegue su perversidad. La historia de la humanidad fue establecida para la rectificación del Fa, y sólo los Dafa dizi son dignos de desplegar su gloria aquí” (Al Fahui europeo de intercambio de experiencias 2005, Escrituras esenciales para mayor avance (III)).
"¡Realmente encontré un tesoro!"
Más tarde encontré un trabajo que era muy exigente. Ya tenía más de 40 años, era como empezar de nuevo en un nuevo campo de actuación. Tampoco sabía si sería capaz de completar el proyecto que me habían asignado. Sin embargo, pensé que, puesto que el Maestro había dispuesto que yo obtuviera el trabajo, debía haber una razón para ello. Por lo tanto, solo tenía que esforzarme al máximo para hacerlo bien.
Se trataba de un proyecto en el extranjero y todos los materiales estaban en inglés. En primer lugar, no hubiera sabido nada del procedimiento tecnológico, aunque hubiera estado en chino. En segundo lugar, no sabía nada sobre el diseño o los procedimientos. A pesar de ello, empecé a estudiar el procedimiento, y posteriormente pasé a estudiar el diseño. Gracias a las explicaciones en inglés que me dejó mi predecesor, me fui abriendo camino.
Dos semanas más tarde, entendía básicamente todos los procedimientos. Cuando le expliqué el proyecto a la directora, me dijo: "Lo has explicado muy bien. Puede que los demás sepan cómo utilizarlo, pero no entienden de qué se trata". Un mes después, había construido el modelo básico. Esto se consideró muy rápido incluso para una persona con experiencia. El director dijo a los demás: "¡Realmente he encontrado un tesoro (refiriéndose a mí)!".
Todo el proceso de diseño duró siete meses. A veces, cuando sentía que no tenía más ideas, las cosas daban un giro repentino y la inspiración llegaba. En realidad, sé que si no fuera por la sabiduría y el conocimiento que me otorgaba Dafa, me habría sido muy difícil completar el proyecto.
Avanzando en mi camino de cultivación
He vivido bajo el acoso intenso del PCCh durante estos últimos años. Recuerdo que cuando acababa de regresar a casa del centro de lavado de cerebro, la vigilancia, el miedo y la represión siempre presentes me mantenían en un estado de gran estrés y ansiedad.
Cuando salía a pasear, tenía miedo. Cada vez que veía a alguien con uniforme, también entraba en un estado de ansiedad. Había llegado a un punto en el que ya no podía llevar una vida normal. A veces, tenía tanto miedo que no me atrevía a encender las luces ni a contestar el teléfono. Incluso me quedé una noche en el automóvil para evitar la vigilancia.
Después de más de un año de estudiar el Fa, por fin pude llevar una vida normal. Durante el XIX Congreso Nacional del PCCh, 18 personas se dividieron en tres grupos para vigilar mis movimientos. No importaba a dónde fuera, ellos me seguían. Y siempre había alguien vigilando fuera de mi casa. Pero en cada ocasión, el Fa del Maestro me ayudó a superar estos momentos difíciles con pensamientos rectos.
Sé que vendrán de nuevo a vigilarme durante las "fechas sensibles", pero ya no les tengo miedo y soy capaz de tratarlos como a amigos. Antes, siempre miraba a mi alrededor cuando caminaba por la calle, preocupándome por todo. Ahora, llueva o haga sol, nada puede hacerme vacilar.
Al recordar estos últimos cinco años de cultivación, me siento llena de gratitud. De estar en la situación de no tener a nadie para ayudarme, estudiando el Fa, he sido capaz de afrontar todo tipo de tribulaciones de una manera tranquila. Todo esto ha sido posible porque Shifu no ha dejado de velar por mí todo el tiempo.
¡Gracias, Maestro!
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