(Minghui.org) Jiang Zemin ha muerto, pero la historia no olvidará ni sus crímenes ni a sus víctimas. Tras convertirse en el máximo dirigente del Partido Comunista Chino (PCCh) por su papel activo en la Masacre de la Plaza de Tiananmén en 1989, corrompió a todo el país, siendo casi todos los funcionarios del PCCh culpables de aceptar sobornos, lo que provocó un catastrófico declive moral y los consiguientes problemas sociales.
Un ejemplo de que Jiang perjudicó a la sociedad fue su persecución a Falun Gong. Falun Gong es un sistema de ejercicios y meditación basado en los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, que se empezó a enseñar públicamente en 1992. En 1999, en China, había unos 100 millones de practicantes de Falun Gong, de todas las profesiones y condiciones sociales. A medida que los practicantes se esforzaban por vivir según esos principios, se convertían en mejores ciudadanos en sus respectivas profesiones, por ejemplo, los comerciantes se volvían honestos, los médicos se negaban a aceptar los sobornos de sus pacientes, los ingenieros trabajaban diligentemente sin quejarse de su carga de trabajo y los funcionarios dejaban de aceptar sobornos. Que tanta gente que lo practica mejore su carácter trae beneficios enormes a toda la sociedad.
A pesar de los enormes beneficios que conlleva la práctica de Falun Gong, su creciente popularidad desencadenó los celos de Jiang, que no iba a permitir que ni ningún grupo ni nadie apartara a las grandes masas de la ideología comunista.
El 20 de julio de 1999 lanzó una campaña nacional para atacar a Falun Gong, sumiendo al país en otro estrago como el de la Revolución Cultural. Desde entonces, un gran número de practicantes han sido detenidos, encarcelados, sometidos a diversas formas de tortura (como palizas, descargas eléctricas, agresiones sexuales y administración forzada de drogas), e incluso se les han sustraído órganos por negarse a abandonar sus creencias. Muchos practicantes han sido torturados hasta la muerte, mutilados o enloquecidos.
Según la información recopilada por el sitio web Minghui.org, se han confirmado y documentado más de 4.000 muertes de practicantes. Debido a la censura y al bloqueo informativo, la gravedad real de la persecución podría ser mucho peor de lo que Minghui ha podido verificar y documentar.
Cuando Jiang comenzó la persecución en 1999, dio una orden: "¡Difamar su reputación [de los practicantes], arruinarlos financieramente y destruirlos físicamente!". El impacto social y moral de la persecución ha sido astronómico, y las víctimas no se limitan a los propios practicantes. Sus familias también han sufrido enormemente, ya que las autoridades los amenazaban a menudo con que perderían sus empleos, con que no podrían acceder al sistema educativo y con que detendrían a sus seres queridos. Los represores fueron recompensados por perseguir a practicantes inocentes, y la procuraduría y los sistemas judiciales se han convertido en meros instrumentos con los que acusar y condenar a los practicantes.
Como al pueblo en general se le ha lavado el cerebro para que se vuelva en contra de los practicantes que viven según los principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, la moralidad no ha dejado de decaer en China. La falsificación de productos, los alimentos tóxicos y las actividades mafiosas se han convertido en algo habitual. Recientemente, ha habido muchos casos de jóvenes desaparecidos. Dada la sustracción forzada de órganos a gran escala que sufren los practicantes de Falun Gong, estos jóvenes podrían haberse convertido también en víctimas de la sustracción forzada de órganos.
A pesar de la brutal persecución en curso, los practicantes de Falun Gong han permanecido pacíficos y no se han visto involucrados ni en un solo caso de violencia. Por el contrario, explican, pacientemente, a sus agresores y a los ciudadanos comunes lo que es Falun Gong, al tiempo que les aclaran que el aparato de propaganda del PCCh los ha difamado. Mientras tanto, le piden amablemente a los represores que dejen de hacer el mal, ya que eso no les reportará ningún bien a ellos ni a sus familias. Además, Falun Gong ha sido aplaudido en más de 100 países. Solo en la China comunista lo reprimen. Todo esto indica que la persecución a Falun Gong que lanzó Jiang ha causado un sinfín de problemas en China que probablemente, continuarán, si no se pone fin a la represión.
Jiang ha muerto, pero el PCCh continúa reprimiendo a la gente, incluyendo a los practicantes de Falun Gong, a otros grupos religiosos y a ciudadanos comunes que se han visto sometidos a encierros al estilo militar, durante los últimos tres años. Esperamos que más chinos se unan a la iniciativa de renunciar a las organizaciones del PCCh. También nos gustaría ver más apoyo de la comunidad internacional para que se pusiera fin a la persecución y el PCCh se desintegrara, con el fin de disfrutar de un mejor futuro.