(Minghui.org) Mi ciudad natal es una aldea bastante pequeña en una llanura, y hay muchas otras aldeas en los alrededores. La tierra cultivable per cápita en la región es bastante pequeña, pero la tierra es fértil para la producción agrícola.
Según mi madre, antes había una familia adinerada en nuestro pueblo, pero todos sus bienes fueron repartidos a otros después de que el partido comunista chino (PCCh) asumió el poder. Esa familia no pudo resistir de ninguna manera y se fue a un lugar lejano con sus hijos pequeños. Nadie sabía adónde habían ido. Se dijo que la madre de familia regresó una vez muchos años después, pero se fue de nuevo, muy decepcionada, porque su propiedad había sido repartida tiempo atrás entre cuatro o cinco familias y nadie se preocupó ni siquiera de hablar con ella.
Nuestro pueblo había crecido en la época de la “revolución cultural”, con alrededor de 20 hogares y una población de unos 140 o 150 habitantes, la mayoría de los cuales eran niños.
Las viviendas eran muy precarias. La mayoría de las familias tenían alrededor de siete personas viviendo bajo el mismo techo, y algunas tenían más de una docena de personas apiñadas en un hogar. En algunos casos, dos o tres matrimonios tenían que compartir un mismo techo, cada uno con una pequeña habitación para todos. Ni siquiera una aldea tan pequeña podía escapar al impacto devastador de la “revolución cultural”. Aunque los adultos trabajaban muy duro, la mayoría de las familias seguían sufriendo escasez de alimentos.
La familia de mi abuelo materno vivía a unos 11 o 13 km. Durante el período anterior al comunismo en China, mi abuelo podía proporcionar comida y ropa suficientes para una familia de siete u ocho personas a pesar de que era el único que trabajaba en el campo.
Mi abuela tenía los pies vendados y nunca trabajó en el campo en toda su vida. Vivió hasta los 80 años. Mi abuelo era trabajador e inteligente. Se ocupó de unos pocos acres de tierra durante la temporada alta y nunca necesitó ayuda de nadie. En la época de la cosecha, no solo produjo lo suficiente para mantener a su propia familia, sino que también ayudó a otros parientes. Durante la temporada baja, tenía una cantera en la montaña donde extraía piedra y la vendía para obtener dinero.
Así, toda su familia estaba bien alimentada y mi tío también pudo asistir a la escuela. Siempre había fiestas familiares durante los festivales, y también podían permitirse el tener ropa nueva hecha a la medida cada año. Mi madre también vestía hermosos cheongsam (vestidos chinos) cuando era joven. De hecho, disfrutaron en aquel entonces de una vida familiar muy feliz.
Todo cambió después de que el PCCh usurpara el poder del estado. Más tarde, mi mamá se casó con mi papá, pero su vida pacífica no duró mucho antes de que la “revolución cultural” pusiera patas arriba a todo el país. Nuestra familia a menudo se quedaba sin comida. Mi abuelo estaba tan preocupado de que mis padres no tuvieran lo suficiente para alimentarnos, que comenzó a abrir aquí y allá terrenos baldíos en secreto para cultivar algo que nos ayudara. Los representantes del PCCh en la aldea hicieron muchas cosas malas, pero nadie se atrevió a decir nada.
Mi padre tenía un amigo del mismo pueblo. Ambos participaron en la Guerra de Corea a principios de los años 50 y fueron enviados de regreso a la casa después de que terminó la guerra, sin ningún beneficio como veteranos, a excepción de algunas postales de felicitación de Año Nuevo. Incluso este pequeño "beneficio" dejó de existir poco después.
Durante la “revolución cultural”, no había suficiente comida para todos, por lo que el amigo de mi padre fue a robar unas cabezas de ajo a un pueblo cercano y las cocinó en su horno de barro. En ese momento vino una mujer de otra casa a pedir prestado algo y vio el ajo en el horno. Entonces, informó de esto a la brigada comunista de control de la producción.
Poco después, este veterano de guerra fue golpeado violentamente por personas de la aldea cercana, quienes fueron apoyadas por la brigada de producción de nuestra aldea. Sus heridas eran tan graves que no pudo levantarse de la cama y murió pocos días después, dejando a su esposa embarazada y tres hijas pequeñas, la mayor de ellas ni siquiera tenía diez años. Nadie en el pueblo se atrevió a mostrar compasión por la familia devastada.
Veinte años después, un niño de la familia que golpeó al amigo de mi padre, creció. Una noche, él y otros salieron a pescar ranas para venderlas en los restaurantes locales. Echaron a perder las cosechas de alguien y fueron golpeados. Todos los demás volvieron, excepto él. Nadie supo lo que le sucedió y la policía tampoco pudo encontrar su cuerpo. Ha sido un misterio hasta el día de hoy. Algunas personas dicen que debe ser una retribución kármica a la familia por golpear al veterano de guerra hasta la muerte simplemente por robar algunas cabezas de ajo por hambre.
Mi abuelo paterno era un viejo erudito que estaba bien informado y tenía un fuerte sentido común. Asistió a la universidad en la época anterior al comunismo en China y, en ese momento, podía considerársele como un literato. Era bueno en caligrafía, hablaba bien y era bueno en las matemáticas. Como resultado, era muy conocido en la zona.
Como algunos de mis antepasados se desempeñaron como funcionarios en la dinastía Qing, la familia de mi abuelo era bastante acomodada. Era el único hijo de la familia. Tenía buena constitución y se le consideraba bastante fuerte.
Aunque mi padre era el único hijo de la familia, mi abuelo lo envió al campo de batalla para participar en lo que el partido comunista chino llamó "Guerra para resistir la agresión de Estados Unidos y ayudar a Corea", para servir como uno de los millones de carne de cañón para el PCCh. Afortunadamente, mi padre regresó a casa sano y salvo, pero mi familia nunca recibió ni consideración ni beneficio por su servicio militar.
Mi padre falleció muy joven, poco después del inicio de la “revolución cultural”. Mi abuelo sufrió la tristeza de perder a mi abuela a mediana edad, la muerte de su único hijo en su vejez, y aún así, no pudo librarse del sufrimiento durante las atrocidades de la “revolución cultural”.
Simplemente porque mi abuelo una vez sirvió como baozhang (equivalente a un jefe de aldea) durante la época anterior al régimen comunista, fue criticado y maltratado en público frente a todos los aldeanos. Le tiraban de los brazos hacia atrás y le doblaban el cuerpo hacia el frente en una posición dolorosa. El líder de la brigada comunista ordenó a la gente darle puñetazos y patadas. Mi abuelo tenía 50 años en ese momento. Lo golpearon tan brutalmente que en el acto le dio incontinencia. Aun así, no le dieron ni un respiro y continuaron abusando de él.
Mi madre me contó que cuando mi abuelo se desempeñó como baozhang, hizo muchas cosas buenas por los aldeanos, como dar su propio dinero a los que necesitaban ayuda. Sin embargo, las personas que se habían beneficiado de su bondad también se volvieron contra él bajo la doctrina del PCCh de la "lucha de clases".
Mi abuelo no fue rehabilitado durante muchos años, sin pensión ni prestaciones. Aun así, gracias a su buena salud, logró vivir hasta los 80 años gracias a sus propios esfuerzos, de lo contrario habría perecido tiempo atrás.
Recuerdo que años más tarde, tras el fin de la “revolución cultural”, cuando la gente le preguntó por qué no guardaba resentimiento hacia quienes habían abusado de él durante ese período y seguía tratándolos con amabilidad, mi abuelo dijo: “El cielo y la tierra son enormes, no solo deberíamos mirar este pequeño lugar". Lo que quiso decir fue que un hombre debe tener un gran corazón y no preocuparse por los agravios personales.
Trato injusto a mi familia
En la era de la "colectividad", los aldeanos trabajaban juntos y sus contribuciones se registraban como "puntos de trabajo". Posteriormente, el grano y otros suministros para la vida se distribuían a cada hogar de acuerdo con los “puntos de trabajo” que habían ganado durante el año.
Después de la muerte de mi padre, mi abuelo no pudo ganar “puntos de trabajo” por su vejez, los tres hijos tampoco pudimos ganar por nuestra corta edad, entonces toda la familia dependió de mi madre, quien tuvo que trabajar muy duro. para que nuestra familia pudiera recibir alimento, todo controlado por el régimen.
Mi madre era muy inteligente y podía hacer todo tipo de trabajos agrícolas, incluidos los que realizaban los hombres. Sin embargo, debido a que era mujer, los "puntos de trabajo" que ganaba eran mucho menores que los de los hombres, aunque no hiciera menos. Al final del año, nuestra familia a menudo obtenía muy poco grano debido a la falta de "puntos de trabajo" y fue designada como un "hogar con deficiencia de granos".
Un año, en la víspera del Año Nuevo Chino, no nos quedaba nada de arroz para cocinar. Aun así, la brigada comunista todavía envió a algunos hombres a quitar las tejas y el marco de nuestro techo para castigar los insuficientes "puntos de trabajo" registrados para mi madre.
Al mismo tiempo, una mujer que era pariente del secretario del partido en nuestra aldea recibió "puntos de trabajo" mucho más altos que mi madre, y le dieron más grano siendo sola de que lo que nos dieron a nosotros como una familia de cuatro.
Después de que comenzó la “revolución cultural”, el líder de la brigada comunista ordenó a todos los hogares que excavaran en el suelo de cada casa, diciendo que esa tierra era fértil y podía usarse para aumentar la producción. Él personalmente dirigió a los aldeanos para remover la tierra excavada en cada hogar, uno tras otro.
Mi madre nos dijo que los líderes de la aldea la asignaron para trabajar en un proyecto de conservación de agua en otro lugar, luego enviaron hombres a cavar profundamente en el piso de nuestra casa y se llevaron algunos jarrones valiosos y antigüedades, sin dejarnos ningún recibo. Nunca supimos qué pasó con las pertenencias de nuestra familia y nadie se atrevió a preguntar por ellas.
Es natural que los bebés sean alimentados cuando tienen hambre. Pero un derecho humano tan básico también fue eliminado durante la “revolución cultural”.
Durante ese tiempo, para evitar que las mujeres que amamantaban regresaran a la aldea para alimentar a sus bebés durante los descansos, el líder de la brigada comunista en nuestra aldea dio órdenes de trasladar la tierra fértil cercana a nuestra aldea a un lugar lejano, para que las mujeres no pudieran volver a alimentar a sus bebés mientras trabajaban en el campo. Los líderes del partido no tenían absolutamente ninguna preocupación por los bebés hambrientos ni sus madres desconsoladas.
Más aún, los líderes del partido en nuestro pueblo eran muy corruptos. Esperaban que les dieran comida gratis en todos los lugares a los que iban, y cada uno de ellos estaba bien alimentado y gordo. Muy a menudo, llevaban a sus hijos con ellos para disfrutar de las comidas gratuitas y siempre buscaban privilegios personales cuando podían. Ningún miembro de su familia pasó hambre y muchos de sus hijos resultaron ser aficionados a la comida y reacios al trabajo cuando crecieron.
Cuando mi madre hablaba de estas cosas, siempre sollozaba. No podía entender por qué la gente como ella trabajaba tanto en aquella época, sin embargo, siempre tenían hambre y no tenían qué comer.
De hecho, todo se debe al malvado PCCh. Es como un demonio adherido al pueblo chino que los ha hecho irse a los extremos al hacer las cosas. Alienta a las personas a hacer cosas completamente desprovistas de conciencia sin conocer las consecuencias y a comportarse de una manera completamente incompatible con los conceptos y valores culturales tradicionales.
El libro “Los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista” han expuesto sistemáticamente el origen y desarrollo del partido comunista y su verdadera naturaleza. Después de ver los videos producidos en base al libro, mi madre pudo relacionar muchas de las cosas que se muestran en los videos con sus experiencias personales. Le pareció que el libro era muy veraz y que tenía mucho sentido. Sintió que el libro le daba esperanzas y que solo entendiendo la verdadera naturaleza del PCCh, la gente puede liberarse realmente de su control.
Desde entonces, mi madre parecía haberse convertido en una persona diferente. Se ha vuelto más lúcida de mente, mucho más feliz y, a menudo, vemos en su rostro una sonrisa de alegría, una sonrisa desde lo más profundo de su corazón que no se veía desde hace décadas.
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