(Minghui.org) Cuando la Sra. Wang Sumei fue puesta en libertad el 21 de julio del 2018 después de cumplir diez años de condena por practicar Falun Dafa, su pelo se había vuelto gris, había perdido cuatro dientes, se le movían siete y veía borroso.
A pesar de sus condiciones, la policía siguió acosándola y la obligaba a escribir declaraciones para renunciar a Falun Dafa. Su esposo tuvo una aventura y la abandonó, dejándola profundamente desesperada. Se quedó con su hermana, que cuidó de ella. Después de luchar durante al menos tres años contra su mala salud, esta ciudadana de Shenyang, provincia de Liaoning, falleció el 12 de marzo del 2021, un día después de que su hijo la llevara a casa. Tenía 59 años.
Empezando Falun Dafa
La Sra. Wang solía tener migrañas, problemas ginecológicos y otras enfermedades. Después de gastar sus ahorros, pidió dinero prestado a sus familiares para continuar con el tratamiento, pero no se recuperó de sus enfermedades. El hecho de descubrir Falun Dafa en 1998, una disciplina espiritual de ejercicios y meditación también llamada Falun Gong, fue un punto de inflexión para ella. Todas sus enfermedades desaparecieron al mes de comenzar la práctica.
Condena de diez años
Desde que el régimen comunista ordenó la persecución a Falun Dafa en julio de 1999, las autoridades han arrestado y acosado a los practicantes en torno a las fechas sensibles relacionadas con Falun Dafa y los principales acontecimientos nacionales.
Antes de los Juegos Olímpicos de Beijing del 2008, la Sra. Wang fue arrestada el 21 de julio en una redada policial y saquearon su casa. Le confiscaron los libros de Falun Dafa, materiales informativos, una fotografía del fundador de Falun Dafa y tres impresoras.
El juzgado del nuevo distrito de Shenbei la acusó el 8 de octubre y la juzgaron el 5 de noviembre del 2008. Fue condenada a diez años.
Torturas en la cárcel
La Sra. Wang fue retenida en la octava división por primera vez y luego fue llevada a la cárcel de mujeres de Liaoning el 3 de marzo del 2009, donde -durante tres meses- le dieron poca comida. Cada día, la obligaban a trabajar doce horas, haciendo pulóveres desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde. Luego, la obligaban a mantenerse quieta hasta la una de la noche antes de permitirle ir a la cama.
Los guardias de la cárcel ponían a las reclusas en grupos de tres, si a una se la consideraba como desobediente, las tres eran castigadas. Para forzar a las practicantes a renunciar a su creencia en Falun Dafa, a menudo los guardias ponían juntas a dos reclusas y a una practicante. Para conseguir el favor de los guardias, las reclusas solían maltratar a las practicantes.
La Sra. Wang se mantuvo firme en su fe, los guardias cambiaban a las reclusas acompañantes y les ordenaban que usaran distintos métodos para torturarla. Algunas la colgaban a una altura tal que sus pies no tocaban el suelo. De vez en cuando le estiraban del pelo y empujaban la cabeza dentro de un cubo lleno de agua, donde casi se ahogaba. Otras la abofeteaban y le pellizcaban los muslos todos los días. Incluso cuando la Sra. Wang estaba haciendo trabajos forzados, a veces las reclusas la golpeaban sin motivo.
Una interna encarcelada por homicidio la forzaba a abrir su boca y le tiraba de los dientes. Aunque no había ninguna lesión visible, los dientes se fueron aflojando y comenzaron a dolerle.
Para evitar que hiciera los ejercicios de Falun Dafa, a menudo las reclusas la esposaban con los brazos en la espalda incluso mientras dormía. A veces rompían las sábanas y la ataban en la cama, la ataban tan fuerte que le hirieron las muñecas. Como gritó: “Falun Dafa es bueno” como protesta por la persecución, las reclusas la amordazaron con cinta adhesiva.
Recreación de la tortura: Esposada por la espalda.
Las reclusas a menudo le decían: “Si no podemos controlarte, nos descontarán puntos y no nos reducirán las penas”.
Debido a los constantes abusos físicos y mentales, además de las doce horas de trabajos forzados de cada día y a una dieta pobre, la Sra. Wang tuvo una baja de azúcar. Como resultado de esto, fue trasladada a la unidad de ancianos y discapacitados de la 11.ª división el 25 de enero del 2012. Los guardias continuaron obligándola a hacer trabajos no remunerados, esta vez haciendo bastoncillos de algodón.
Mientras los practicantes de Falun Dafa se mantuvieran firmes en su fe, serían torturados, a pesar de su avanzada edad o de su débil condición física. Se ha informado de que las autoridades asignaban una cuota de muertes a la 11.ª división, lo que implicaba que los guardias no serían responsables si un practicante moría como resultado de la persecución.
Debido a que la Sra. Wang se negó a renunciar a sus creencias, fue torturada de más de veinte formas distintas durante los diez años que estuvo en prisión. Las torturas incluían privación del sueño, confinamiento solitario, estar sujetada en un lecho de muerte. A veces, las reclusas la rociaban con agua helada, la arrastraban por el pelo, la colgaban en alto, le pisaban la espalda, la privaban de ir al baño para lavarse o bañarse, le prohibían comprar objetos de cuidado personal o la humillaban de otras formas. A menudo le sangraba la boca de las bofetadas y adelgazó hasta 36 kg (80 libras).
Durante el tiempo que estuvo en la cárcel, su familia solicitó visitarla reiteradas veces, pero los guardas se lo negaron todas las veces.
Incluso tres meses antes de que fuera puesta en libertad, una reclusa la abofeteó y le tapó la boca con un trapo después de que los guardias la regañaran porque la Sra. Wang se mantenía firme en su fe.
Cuando su hermana la recogió fuera de la cárcel, apenas pudo reconocer a la mujer que estaba frente a ella.
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