(Minghui.org) Los ojos de mi esposo estaban rojos, como si hubiera estado llorando. Le pregunté: “¿Qué pasó?”.
Me contó que acababa de recibir una llamada del buró de administración civil de nuestra comunidad, y le dijeron que como yo practicaba Falun Dafa, vendrían a casa a arreglar el asunto conmigo.
Le dije que quizás era la policía. Yo sabía que el perverso partido lanzó la así llamada “campaña de reducción a cero” [un esfuerzo coordinado para forzar a cada practicante en la lista negra del gobierno a renunciar a Falun Gong].
Querían que los practicantes de Falun Dafa llenen un formulario y lo firmen, prometiendo que no practicaríamos más Falun Dafa. Para ellos, significaba cerrar el caso de Falun Gong para siempre.
Le dije: “¿Qué hay que temer? ¿Te amenazó? Él dijo no.
Le dije: “Entonces te asustaste solo”. Se arrodilló frente a mí, y me rogó que aceptara llenar y firmar el formulario del perverso partido.
Le dije que no podía hacer eso porque practicaba Falun Dafa y me libré de muchas enfermedades que no podían ser curadas en el hospital. Me convertí en alguien más feliz y más saludable. Es bueno para mí, mi familia, la sociedad y el país.
¿Por qué no practicarlo? No violé la ley; no cometí un crimen, y no hice nada malo.
¿Por qué debería firmar un juramento? Como funcionarios ellos no piensan por la gente.
No solo ellos buscan que dejemos de practicar, también nos persiguen violando la le y quieren que nosotros admitamos nuestros errores. ¿Es tan difícil distinguir el bien del mal?
Pero esto es difícil de entender para mi esposo. Desde el 20 de julio de 1999, he sido detenida ilegalmente y mi casa fue saqueada cuatro veces.
La persecución naturalmente le causó mucho estrés. Cada vez que alguien golpeaba la puerta, entraba en pánico.
Le dije: “No tengas miedo, ya que no hice nada ilegal ni criminal. No hay motivos para que me acosen, así que hablaré con ellos si es que vienen”.
Y agregué: “Además, Shifu me está guiando. Sigo Verdad-Benevolencia-Tolerancia y no hago cosas malas”.
Al final, dije: “Es el PCCh el que está asustado, porque han perseguido a miles de practicantes de Falun Dafa hasta la muerte y buscan evitar el castigo”.
El acoso llegó
Dos días después de la llamada inicial, el 30 de octubre, el director del comité del vecindario y cuatro otros más vinieron a nuestra casa. Ninguno de ellos se identificó.
Un hombre sentado al lado mío, sacó un formulario. No recuerdo el título, pero decía algo como “educación” o “transformación”.
El hombre me hizo un gesto para que lo llenara. Yo pensé: verdaderamente vinieron a “transformarme”. No me dejan practicar Verdad-Benevolencia-Tolerancia. ¿no es eso persecución?
Le dije: “Lo siento, pero no puedo firmarlo. ¡Simplemente no puedo!”.
Al escuchar lo que dije, el hombre guardó el formulario, se paró, y se fue. Los otros lo siguieron y el incidente terminó.