(Minghui.org) El mayor temor de cualquier dictador consiste en perder el apoyo de las Fuerzas Armadas. Cuando esto sucede, es como si una bestia feroz perdiera sus dientes.
Durante la Revolución Rumana, aunque al principio los militares abrieron fuego bajo el mando del dictador Nicolae Ceausescu, acabaron cambiando de bando y apoyando el levantamiento popular, lo que condujo a la derrota de Ceausescu.
El fin del comunismo rumano
Cuando el exdictador comunista rumano Nicolae Ceausescu ascendió al poder, la economía rumana cayó después de experimentar un breve ascenso. Esto condujo a un fuerte racionamiento de alimentos, agua, aceite, calefacción, electricidad, medicamentos y otras necesidades diarias.
Además, después de visitar China y Corea del Norte en 1971, Ceausescu, publicó las Tesis de Julio y comenzó una mini revolución cultural similar a la de la China comunista. El control de la libertad de expresión se volvió extremadamente estricto, y la gente tenía que identificarse y entregar sus datos a las autoridades incluso por tener una máquina de escribir en casa. La gente solo podía recurrir a gastar bromas políticas, para burlarse del gobierno.
Estas crisis dieron lugar a una seria oposición de los ciudadanos rumanos, que aumentó en 1989. Mientras Ceausescu seguía denunciando las revoluciones anticomunistas, en noviembre de 1989, y su gobierno intentaba desalojar a un pastor un mes después, los estudiantes se unieron espontáneamente en una manifestación. Las fuerzas militares y la policía abrieron fuego el 17 de diciembre. Entre las víctimas había hombres, mujeres y niños.
A medida que la situación se intensificaba, Ceausescu, calificó la protesta de "interferencia de fuerzas extranjeras en los asuntos internos de Rumania" y de "agresión externa a la soberanía de Rumania" durante un discurso televisado, el 20 de diciembre. Al día siguiente, calificó una gran manifestación en Bucarest como un "movimiento espontáneo de apoyo" a sus dictados, lo cual le valió abucheos e improperios. Ese día los soldados despejaron la calle y detuvieron a cientos de personas. Sin embargo, al día siguiente un número mayor de gente se manifestó.
Tras la misteriosa muerte del ministro de defensa rumano el 22 de diciembre, Ceausescu, asumió inmediatamente el liderazgo del ejército. Creyendo que el ministro de defensa había sido asesinado, los soldados cambiaron su lealtad y apoyaron la revolución, casi de forma masiva.
Después de que Ceausescu y su esposa huyeron, primero en un helicóptero y luego en automóvil, casi todas las radios rumanas transmitieron el mismo mensaje: "Ciudadanos, por favor, sean conscientes que Ceausescu y Elena, los enemigos del pueblo, huyen en un sedán Dacia púrpura robado. Por favor, arréstenlos". Capturaron y ejecutaron a Ceausescu y su esposa tres días después.
Dictadores como Ceausescu ahora están muertos, pero los países que solían gobernar siguen en pie, el pueblo sigue en pie, el ejército sigue siendo el ejército y la policía sigue siendo la policía. Esto demuestra que el ejército y la policía no son bienes particulares de los dictadores, sino que pertenecen al pueblo. Deshacerse de los dictadores no supone el fin del país, sino que el pueblo viva una vida mejor.
Lo que se ha estado desarrollando en China en las últimas décadas también es una historia de soldados y policías a los que se les ha lavado el cerebro para que sigan ciegamente al partido comunista chino (PCCh). Pero ahora están empezando a darse cuenta de la brutalidad del PCCh.
Durante la guerra civil china, el ejército del PCCh abrió fuego contra las personas que huían del hambre
Dentro de China, el PCCh le ha lavado el cerebro a los soldados adoctrinándolos con la brutalidad, convirtiéndolos en máquinas de matar con poca conciencia. Un ejemplo de esto fue el asedio de Changchun (capital de la provincia de Jilin) en 1948, justo antes que el PCCh tomara el poder en China.
"En lo que los libros de historia de China la proclaman como una de las victorias decisivas de la guerra. Las tropas de Mao mataron de hambre a la formidable guarnición nacionalista que ocupó Changchun sin que se hiciera ni un solo disparo. Lo que la historia oficial no revela es que al menos 160.000 civiles también murieron durante el asedio de la ciudad nororiental, que duró de junio a octubre de 1948", escribió un artículo del New York Times el 1 de octubre de 2009: "China no dice nada sobre los traumas del ascenso de los comunistas".
La ciudad de Changchun no fue tomada por la fuerza, sino por el ejército del PCCh, que bloqueó con dureza al ejército del Kuomintang (KMT) y a los ciudadanos de la ciudad hasta que se quedaron sin comida y murieron de hambre. La política del PCCh en ese momento fue "convertir Changchun en una ciudad de muerte". Además, el PCCh ordenó a su ejército que abriera fuego incluso contra los civiles hambrientos que trataban de huir de la ciudad para sobrevivir.
Según los "registros históricos seleccionados del Comando de la Región Militar de Shenyang", el PCCh ordenó a los soldados que masacraran a las personas hambrientas que salían de la ciudad: "No dejen que la gente hambrienta salga de la ciudad. Aquellos que ya salieron deben ser interceptados y devueltos... La gente se arrodillaba en grupos frente a nuestros soldados de guardia y rogaba que los dejaran marcharse. Algunos abandonaban a sus bebés e hijos y huían; otros se ahorcaron delante de nuestros guardias... Algunos soldados dejaron ir a algunas personas a escondidas, pero fueron castigados con rapidez. Pronto la situación cambió, y los soldados comenzaron a golpear, insultar y atar a la gente, incluso abrían fuego contra cualquiera que intentaba escapar de la ciudad. Un gran número de civiles fueron asesinados de esta forma".
Un soldado del ejército nacional del KMT recordó: "Fuera de la puerta de la muralla de la ciudad, los cuerpos de los civiles yacían como si estuvieran trazando una línea entre los dos ejércitos de la oposición. Los hambrientos salían de la ciudad, pero no podían atravesar el bloqueo del ejército del PCCh y tampoco podían volver a la ciudad. Algunos no dejaban de correr de un lado a otro hasta que se derrumbaban o morían. Recuerdo que los bebés moribundos me miraban fijamente, incluso en mis sueños".
En su libro "Guan Shan Duo Lu", el escritor taiwanés Wang Dingjun documentó que el comandante de una compañía KMT describió que los soldados del PCCh derramaban lágrimas cuando veían cómo la gente hambrienta se arrodillaba y les suplicaba, pero que aún así cumplían las órdenes a rajatabla.
"Si la gente hambrienta no los escuchaba, les disparaban. Él mismo presenció los cuerpos ensangrentados. Dijo que le abrumó observar que el PCCh pudiera entrenar a sus soldados para que se comportaran así... sus soldados eran capaces de traicionar sus principios y su conciencia al cumplir las órdenes", recordó el comandante, "los soldados del KMT nunca hubieran podido hacer cosas tan inhumanas. Nosotros nunca hubiéramos hecho tales cosas".
Los agentes de policía del PCCh comienzan a despertar
Bajo el gobierno tiránico del PCCh, el ejército y la policía se han convertido en un aparato estatal que reprime al pueblo, en lugar de ser funcionarios que lo protegen. El PCCh asigna grandes cantidades de fondos y bonos cada año como incentivo para reprimir al pueblo en nombre del "mantenimiento de la estabilidad interna".
Desde julio de 1999, cuando Jiang Zemin inició la persecución a Falun Dafa, un gran número de practicantes han sido arrestados ilegalmente y sometidos a torturas brutales. Al menos, miles han perdido sus vidas como resultado.
Sin embargo, gracias a los incesantes esfuerzos de los practicantes de Falun Dafa por aclarar la verdad a lo largo de estos años, algunos policías y agentes de seguridad nacional han llegado a comprender la ilegalidad y la brutalidad de la persecución a Falun Dafa. Han sido conmovidos por la bondad y perseverancia de los practicantes de Falun Dafa. Muchos agentes de policía han despertado sus conciencias y han recobrado la lucidez tras ser engañados por el PCCh.
Un practicante de Falun Dafa una vez tenía casi mil cajas de discos compactos (CD) para grabar, en su almacén. Se usaban para producir DVD con información sobre la persecución a Falun Gong.
Un día, dos policías de la comisaría local aparecieron para registrar su almacén y encontraron las cajas de CD. Cuando el practicante trató de disuadirlos para que no los confiscaran, afirmaron que solo seguían órdenes de la oficina de seguridad nacional.
El practicante les dijo: "Antes de que Alemania Oriental y Occidental se unificaran, se ordenó a un soldado de Berlín Oriental que abriera fuego contra cualquiera que intentara atravesar el muro de Berlín". Mató de un disparo a un joven. Cuando el muro cayó, el soldado fue acusado y sentenciado a prisión. Su superior le había dado la orden de disparar, pero el soldado eligió dar en el blanco. Sé que su jefe les ordenó venir y registrar este lugar, pero no le dijo específicamente que se llevaran estas cosas".
Los policías se llevaron sus CDs ese día, pero poco después los devolvieron discretamente a una tienda que el practicante poseía cerca de la estación de policía.
En otra ocasión, cuando asignaron a un nuevo jefe de policía a la comisaría local, este llamó por teléfono al practicante para decirle que la puerta de su oficina estaba rota y le preguntó si podía ir a repararla. Pero cuando llegó, no había nadie y la puerta parecía estar bien. En lugar de eso, encontró una bolsa con más de 20 libros de Falun Dafa junto a la puerta.
Comprendió que el jefe de policía hizo aquello con la intención de que se llevara los libros confiscados. El practicante los recuperó y se alegró mucho por la elección que había tomado el nuevo jefe de policía.