(Minghui.org) Obtuve Dafa en 1993, y pude asistir a dos de los seminarios de enseñanza del Fa del Maestro.
El Maestro trató especialmente el tema de la envidia: “Aquí hay una regla: si el hombre, en el transcurso del xiulian, no elimina el corazón de envidia, no puede obtener el Fruto Recto, absolutamente no puede obtener el Fruto Recto” (Séptima lección, Zhuan Falun).
No pensaba que fuese una persona envidiosa hasta que empecé a practicar Falun Dafa. Cuando comencé a cultivarme, advertí que tenía este apego. Pero me sentí avergonzado, y no quise admitirlo. Más tarde, pude plantarle cara y gradualmente lo abandoné.
La primera vez que me di cuenta de que tenía este apego fue en 1996. Un día, la amiga de un colega vino a pedirme prestadas las grabaciones de las enseñanzas del Fa del Maestro. Quería llevarse las grabaciones a casa, pero le dije: "Tu marido no entiende qué es Dafa. Prefiero que las escuches aquí, en mi casa".
Después de que se fue, sentí que algo marchaba mal. Me di cuenta de que lo que dije había sido solo una excusa. Mis verdaderos pensamientos eran: "Pagué mucho para conseguir las grabaciones, y no quería ver cómo se las llevaba gratis; hasta que ella no gaste algo de dinero no me sentiré bien". Estos pensamientos me asustaron. ¿Por qué tenía pensamientos tan malos?
Sabía que debía mirar hacia adentro. Ese mismo día al atardecer, cuando me dirigía en bicicleta al sitio de practica, no dejaba de pensar: ¿qué apego se ocultaba detrás de este incidente? ¿Contender? No. ¿Ostentación? No. ¿Avaricia? No. ¿Envidia? Sí. Cuando detecté la envidia en mi corazón, sentí una sensación de alivio. Sabía que había encontrado el apego correcto.
Esa tarde, cuando estaba practicando el segundo ejercicio, sosteniendo la rueda del Fa sobre mi cabeza, sentí algo como una gruesa cáscara desprenderse y caer desde la parte superior de mi cabeza. Entonces vi una imagen mía con la cabeza calva. Supe que una capa de este apego fue sacada de mi cuerpo en otra dimensión.
Después de terminar los ejercicios, compartí mi experiencia con otros practicantes, pero solo mencioné que "había encontrado un corazón de apego dentro de mí". No mencioné que era un corazón de envidia, porque pensé que un corazón de envidia era algo muy vergonzoso y que eso daba a entender que mi estándar moral era bajo. Hasta que no pasaron dos meses no admití sentir "envidia" por primera vez. Volví a casa durante las vacaciones y lo compartí con mi madre, que también es practicante.
A partir de entonces, me mantuve alerta con el tema de la envidia. Y no sentí que volviera a sufrir, aparentemente, ningún apego a la envidia durante mucho tiempo.
Hoy escribo sobre este tema debido a una situación que ocurrió hace más de 10 días. Fue un pequeño incidente, pero reflejaba un gran problema: que no había dejado de lado la envidia.
Vi una foto en Internet de una practicante haciendo la meditación sentada con una postura muy erguida. He pasado casi 20 años y sufrido mucho para poder sentarme en la posición de loto durante la meditación, así que ver esa foto me dejó una profunda impresión. Después, cuando estaba haciendo la meditación sentada por la mañana, recordé esa foto otra vez, y pensé: "Esa practicante solo puede mantener esa postura al comienzo de la meditación, pero no podrá mantenerla por mucho tiempo".
Afortunadamente, de inmediato me aferré a ese pensamiento y reflexioné sobre ello: ¿Por qué pensaba de esa manera? ¿No significaba que no deseaba ver que los demás hacen algo bien? ¿Solo cuando los demás tienen defectos, me siento aliviado? ¿No me sentía envidioso otra vez? Me sentí muy avergonzado.
Escenarios que describen la envidia
Primer escenario: yo era un buen estudiante en la escuela primaria. Algunos de mis compañeros de clase siempre copiaban mis deberes, así que a menudo podían obtener una puntuación de 100, y ser elogiados. Aunque les dejaba copiar mis deberes, me sentía infeliz en mi corazón. No era porque hicieran trampa, sino porque recibían elogios sin trabajar tanto como yo. Ahora, veo que ya tenía un fuerte apego a la envidia desde que era pequeño.
Segundo: Fue en los años 70. En esa época, los pasajeros subían al autobús y luego el revisor les pedía que compraran los boletos uno por uno. Pero a menudo el conductor no recordaba que algunos habían subido recientemente y no habían pagado su boleto, y muchos no compraban el boleto por propia iniciativa. En ese momento, siempre tuve un gran interés en que el revisor supiera quién no había comprado su boleto, no porque su comportamiento no estuviera bien, sino porque pensé que se aprovechaban de nosotros. ¿No era esto también envidia? Y era algo muy fuerte.
Además, rara vez elogié a los que se destacaban en ciertos aspectos, especialmente cuando se jactaban. Incluso ni quería mirarlos. El apego a la competencia estaba ahí, pero lo más importante, el apego a la envidia también estaba ahí.
Además, me di cuenta de que siempre señalaba los problemas de los demás. Podía ver fácilmente sus carencias; incluso cuando pasaba por delante de los carteles publicitarios, a menudo comentaba sobre su redacción. Otros practicantes decían con frecuencia que mejoraban mucho después de hablar conmigo, pero también decían que a menudo mostraba una actitud autoritaria. Ahora me doy cuenta de que, aunque lo que decía era usualmente correcto, mi actitud de centrarme siempre en las deficiencias de los demás era un apego.
Cuando di un paso atrás y vi este tema objetivamente, me di cuenta de que cuando señalaba los problemas a los demás, mi verdadero pensamiento era utilizar sus errores para demostrar mi capacidad. ¿Era esto síntoma de tolerancia y compasión?
No estoy diciendo que no podamos señalar los apegos de los demás. Mientras escribo este artículo de intercambio de experiencias, comprendo la mentalidad que debe tener un practicante de Dafa: ver mis propios apegos a través de los problemas de los demás y señalar sus problemas desde un punto de vista verdaderamente altruista, mientras uno trabaja silenciosamente para compensar cualquier carencia.
Siento que esta vez he eliminado otra capa de envidia. Espero poder caminar más firmemente en mi cultivación futura, asimilándome continuamente a los principios del universo de Verdad-Benevolencia-Tolerancia, y gradualmente volver a mi verdadero ser.