(Minghui.org) Una contable de la ciudad de Shenyang, en la provincia de Liaoning, que sobrevivió a años de torturas por mantenerse fiel a su fe en Falun Dafa, será juzgada.
Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es una antigua disciplina espiritual y de meditación que persigue el régimen comunista chino desde 1999.
La señora Dong Mei, de 50 años, fue arrestada y su casa fue saqueada alrededor de las 7 de la mañana del 4 de diciembre de 2019. Su madre de 76 años, la señora Zhang Yun, que vivía con ella, también permaneció arrestada durante 16 días. La señora Dong permanece bajo custodia en el centro de detención n.º 1 de la ciudad de Shenyang desde entonces.
La procuraduría del distrito de Shenhe la acusó y presentó su caso al tribunal del distrito de Shenhe.
La señora Dong comenzó a practicar Falun Dafa en 1996 después de ver la notable mejoría de salud que experimentó su madre tras aprender a practicarlo. Pero dado que se negaba a renunciar a su fe, la señora Dong fue arrestada varias veces y cumplió dos años en el campo de trabajos forzados de Longshan.
Los guardias del campo de trabajo la obligaban a permanecer de pie con ambas manos contra la pared durante largas horas. La electrocutaban con una picana cuando no podía mantener los brazos en alto debido al cansancio. Los guardias también la agarraron del cabello, golpearon su cabeza contra la pared y la arrastraron sin zapatos por el suelo de cemento hasta que el hueso de su tobillo sobresalió por encima de su piel.
En otra ocasión, las reclusas la obligaron a sentarse en el suelo, le bajaron la cabeza hasta que tocó con sus pies y le sostuvieron los brazos detrás de la espalda. Mientras tanto, le gritaban palabras humillantes en sus oídos. Ella sintió que su cabeza iba a explotar. Su pelo y su ropa se empaparon de sudor, su pecho estaba tan oprimido que encontraba dificultades para respirar. Cuando le permitieron ponerse de pie otra vez, ya había perdido la sensibilidad en las piernas. Tardó dos meses en poder volver a caminar sola, sin ayuda.
La señora Dong también se veía obligada a sentarse en un pequeño taburete durante largas horas, todos los días, hasta que sus nalgas comenzaron a supurar. Cuando hizo una huelga de hambre en señal de protesta por la persecución, los guardias la alimentaron a la fuerza.
Después de que fue liberada, la policía se negó a expedirle el documento de identidad, lo que le causó grandes dificultades para encontrar un trabajo. En 2006, trabajaba en un hotel y la policía obligó a su gerente a despedirla.
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