(Minghui.org) El brote de coronavirus que comenzó hace varios meses ha causado más de 10 millones de infectados en todo el mundo, con más de medio millón de muertes a fines de junio de 2020. Como muchos países buscan responsabilizar al partido comunista chino (PCCh) por ocultar y manejar mal el brote, Estados Unidos, que tiene más de 2,6 millones de casos, ha tomado la delantera al reconocer los pasos que se han dado en falso en las últimas décadas y que fomentaron el crecimiento y la expansión del PCCh.
Robert C. O'Brien, el Asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, habló en Phoenix, Arizona, el 24 de junio sobre las políticas estadounidenses hacia el partido comunista chino. Revisó las lecciones aprendidas del gobierno de EE. UU. en el pasado y enumeró una serie de áreas que serán la prioridad de la política de EE. UU. hacia el PCCh.
En particular, O'Brien habló sobre la persecución religiosa en China. Debido a la manipulación del PCCh, muchas organizaciones internacionales como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU o la OMS no han logrado frenar el daño del PCCh a sus ciudadanos y personas en todo el mundo.
La charla de O'Brien es una de una serie de discursos pronunciados por altos funcionarios de EE. UU. El vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo, el fiscal general William Barr y el director del FBI Chris Wray también han programado discursos en las próximas semanas que resaltarán las políticas de Estados Unidos hacia China.
Robert C. O'Brien, asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.
Pensamientos deseables sobre el PCCh
O'Brien comenzó su charla con una revisión de la política estadounidense sobre China en las últimas décadas. "Durante décadas, la sabiduría convencional en los partidos políticos de EE. UU., la comunidad empresarial, los académicos y los medios de comunicación, han sostenido que era solo cuestión de tiempo que China se volviera más liberal, primero económicamente y luego, políticamente", comentó. "Cuanto más abriéramos nuestros mercados a China, se pensaba, cuanto más invirtiéramos capital en China, más entrenáramos a burócratas, científicos, ingenieros e incluso oficiales militares de la RPC, más se volvería China como nosotros".
Con esa mentalidad, Estados Unidos ayudó a China a ingresar a la OMC en 2001, entre otros privilegios. Los funcionarios estadounidenses también minimizaron los graves abusos contra los derechos humanos de China, incluida la masacre de la Plaza de Tiananmen. El robo de tecnología por parte del PCCh también fue ampliamente ignorado.
"No podríamos haber estado más equivocados, y este error de cálculo es el mayor fracaso de la política exterior estadounidense desde la década de 1930. ¿Cómo cometimos tal error?". O'Brien reflexionó: "La respuesta es simple: porque no prestamos atención a la ideología del PCCh. En lugar de escuchar lo que los líderes del PCCh decían y leer lo que escribían en sus documentos clave, cerramos nuestros oídos y nuestros ojos. Creímos lo que queríamos creer: que los miembros del partido eran comunistas solo de nombre".
En realidad, el régimen comunista chino se ha mantenido esencialmente igual. Citando frases del funcionario del gobierno australiano John Garnaut, O'Brien dijo que la historia de la Unión Soviética y China han demostrado que el comunismo es una ideología totalitaria. "Bajo el comunismo, los individuos son simplemente un medio para ser utilizados hacia el logro de los fines del estado nación colectivo", explicó. Aunque abandonado hace 30 años "como el experimento político fallido más costoso de la historia", las doctrinas del comunismo "siguen siendo tan fundamentales para el partido comunista chino como la Constitución y la Declaración de Derechos nos hacen a nosotros como estadounidenses", agregó.
La naturaleza del PCCh
"El partido comunista chino busca el control total sobre la vida de las personas. Esto significa control económico, control político, control físico y, quizás lo más importante, control sobre el pensamiento", comentó O’Brien.
Como señaló Garnaut, el PCCh logra el control a través de dos conjuntos de herramientas: una es "armas y violencia" y la otra es "lenguaje y cultura". "Los líderes chinos siempre han creído que el poder deriva de controlar tanto el campo de batalla físico como el dominio cultural", citando palabras de Garnaut, explicó: "Las palabras no son vehículos de razón y persuasión, esas son balas. Las palabras son para definir, aislar y destruir oponentes".
O'Brien señaló que "la propaganda desempeña un papel político central para el PCCh". Los ciudadanos chinos se ven obligados a estudiar el "Pensamiento de Xi Jinping", los periódicos extranjeros y las redes sociales (como Facebook o Twitter) están prohibidos, y "todo el contenido generado en China" está censurado. "Recientemente, entre el 1 de enero y el 4 de abril de este año, cerca de 500 personas fueron acusadas de delitos solo por denunciar el coronavirus de Wuhan, sus efectos en el partido y el encubrimiento de la enfermedad por parte del partido", agregó.
El PCCh también controla estrictamente las creencias religiosas, al suprimir y reinterpretar los textos religiosos para que se ajusten a la ideología del partido comunista. Los infractores están sujetos a detención, trabajo forzado y otros tipos de tortura. El PCCh ha invertido miles de millones de dólares en propaganda en el extranjero, para controlar o influir en casi todos los medios de comunicación en idioma chino.
Además de expulsar a los periodistas extranjeros, el PCCh también ha estado abusando de las redes sociales extranjeras para su propia propaganda. Recientemente, Twitter suspendió más de 23,000 cuentas vinculadas al PCCh, pero podría haber más cuentas sin detectar. Tal influencia del PCCh se ha extendido a los campus universitarios estadounidenses, a las empresas y a Hollywood.
El PCCh también hackeó organizaciones estadounidenses en los sectores público y privado, como la aseguradora Anthem, la Oficina de Administración de Personal y Equifax, robando datos sensibles y confidenciales.
Muchas organizaciones internacionales como la ONU y la OMS también han sido objeto de ataques. "Estas tácticas de PCCh en organizaciones internacionales, como hemos visto con el coronavirus, son una causa importante de preocupación no solo para Estados Unidos, sino para el mundo", agregó O'Brien.
Acciones contra el PCCh
O'Brien enumeró seis acciones principales que Estados Unidos está tomando para contrarrestar la influencia del PCCh.
Primero: el actual gobierno de Estados Unidos "ha impedido que ciertas compañías que responden al aparato de inteligencia y seguridad del PCCh, como el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, accedan a nuestros datos personales y privados". Agregó que "la Administración también impuso restricciones a la tecnología de semiconductores de EE. UU. para que no vaya a Huawei".
En segundo lugar: el departamento de estado ha designado "las operaciones estadounidenses de 9 medios de propaganda chinos controlados por el estado como misiones en el extranjero" porque "son los portavoces" del PCCh y ahora se enfrentarán a requisitos de informes y a restricciones de visa.
En tercer lugar: ahora se imponen restricciones a la exportación a "21 entidades gubernamentales chinas y a 16 empresas chinas cómplices de la campaña de represión, detención arbitraria masiva, trabajo forzado y vigilancia de alta tecnología de China contra los uigures y otras minorías", y ahora se imponen restricciones de viaje a "funcionarios cómplices de estos abusos de viajar a los Estados Unidos".
Cuarto: Estados Unidos dejó el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y la OMS, para protestar por sus estrechos vínculos con el PCCh.
Quinto: el gobierno de los Estados Unidos está limitando "la capacidad del Ejército Popular de Liberación de usar programas de visas de estudiantes para colocar a sus oficiales y empleados en nuestros colegios y universidades para robar tecnología, propiedad intelectual e información de los Estados Unidos".
Por último: los fondos de jubilación de los empleados federales de EE. UU. ahora tienen prohibido invertir "en empresas de la RPC, incluidos los contratistas militares chinos y los fabricantes de equipos de vigilancia utilizados para oprimir a las minorías religiosas".
O'Brien resumió las seis acciones principales: "Ahora, estos pasos son solo el comienzo, ya que Estados Unidos corrige 40 años de una relación unilateral e injusta con China que ha afectado gravemente el bienestar económico y, recientemente, político de nuestra nación". Al igual que los aranceles impuestos por el Presidente a las prácticas comerciales desleales al principio de su administración, aún quedan cosas por llegar".
Al final, dijo que el gobierno de EE. UU. mantendrá sus valores centrales, como la libertad de expresión, y también diferenció al PCCh del pueblo chino. "Estados Unidos tiene una larga historia de amistad con la nación china. Pero el partido comunista chino no es lo mismo que China ni su pueblo".