(Minghui.org) Una mujer de 66 años de edad de la ciudad de Changsha de la provincia de Hunan, apenas sobrevivió a los años de prisión por negarse a renunciar a su fe en Falun Gong. Cuando fue liberada, tenía un peso muy inferior al normal y la córnea rota debido a los golpes.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica espiritual para mejorar la salud perseguida en China desde 1999.
En septiembre de 2016, la Sra. Yang Tianliu fue capturada en su casa. El 3 de marzo de 2017, fue juzgada en secreto y sentenciada a 3 años por el tribunal del condado de Changsha. El 21 de junio de 2017, su familia trató de visitarla en el 4.º centro de detención de Changsha solo para que les informasen que una semana antes había sido trasladada a la cárcel de mujeres de Changsha.
La Sra. Yang apeló el veredicto, pero el tribunal de apelaciones nunca respondió a su caso.
Se le negaron las visitas familiares y fue torturada en la prisión porque se negó a renunciar a su fe.
Pérdida de casi la mitad del peso después de 3 semanas de hambre
Fue transferida a una unidad de alta seguridad en prisión diseñada para torturar a los practicantes de Falun Gong. Estaba rodeada por 6 guardias de la prisión las 24 horas del día y no se la dio comida porque se negó a decir "Soy anti-revolucionaria".
Las guardias de la prisión afirmaron que estaba en huelga de hambre y ordenaron a las prisioneras que la alimentaran a la fuerza todos los días. Las prisioneras la sujetaron y la abrieron la boca con una cuchara. Le tiraron con fiereza de los pechos. Cuando ella gritó de dolor, las prisioneras le hicieron pasar la comida por la garganta.
Mientras se moría de hambre, también la obligaban a quedarse quieta desde las 6 a. m. hasta la medianoche cada día. Las prisioneras no le permitían usar el baño. Cuando no podía aguantar más tiempo y se aliviaba en los pantalones, las prisioneras la arrastraban al baño, la golpeaban y le metían cepillos de baño en la boca.
La tortura duró 3 semanas y su peso bajó de 65 kg a 36 kg. Estaba demacrada y fue llevada a un hospital.
Las prisioneras también la siguieron al hospital. La abofetearon en la cara y la culparon por arruinar sus oportunidades de obtener sentencias reducidas, ya que lograr que un practicante de Falun Gong renuncie a su fe a menudo cuenta como un mérito para las prisioneras y a menudo son recompensadas con sentencias reducidas.
Alimentación forzada con drogas desconocidas y lavado de cerebro
Debido a su terrible condición física, la Srta. Yang fue hospitalizada durante 8 meses. Durante ese tiempo se le dio mucha medicación y se le inyectaron drogas desconocidas. Se volvió tan incoherente que solo podía seguir instrucciones simples.
Después de ser enviada de vuelta a la prisión, las prisioneras continuaron presionándola para que abandonara su fe. Con frecuencia la golpeaban y la obligaban a sentarse en un pequeño taburete hasta que la carne de sus nalgas se desgarraba y se infectaba. Tenía que ver videos que calumniaban a Falun Gong todos los días y se le negaba el uso del baño. Las agresoras quedaron impunes en la prisión cuando ella presentó la denuncia.
Se quedó inmóvil y con los ojos dañados después de las implacables palizas
Cinco meses antes de su liberación, fue obligada a recitar las reglas de la prisión todos los días. Las prisioneras la obligaban a copiarlas a mano 100 veces si cometía algún error durante la recitación. A veces tenía que quedarse despierta toda la noche para copiar las reglas de la prisión u otros materiales de lavado de cerebro.
Como una noche no respondió a la lista lo suficientemente rápido, las reclusas le negaron el uso del baño. Cuando gritó "Necesito ir al baño", le metieron un trapo sucio en la boca, le pellizcaron la boca hasta que sangró, la golpearon y le dieron puñetazos repetidamente en los ojos hasta las 3 de la mañana.
Al día siguiente, estaba hinchada por completo debido a las heridas. El dolor era tan intenso que era incapaz de moverse o incluso de abrir los ojos. Su petición de ver a un médico también fue denegada. Cuando su hija la llevó al hospital después de que le dieron el alta, el médico confirmó que tenía la córnea rota.
Las guardias amenazaron con darle una descarga eléctrica con picanas y no le permitieron ducharse durante más de 20 días durante el caluroso verano de julio.
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