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Dafa me da coraje

Feb. 25, 2020 |   Por una practicante de Falun Dafa en la provincia de Liaoning, China

(Minghui.org) 1993 fue la época más oscura de mi vida. Mi hijo de ocho años murió en un accidente de coche cuando volvía a casa de la escuela. No podía soportar la pérdida y lloraba todos los días. Afligida, no podía trabajar. Mi familia estuvo de acuerdo en que me mudara, así que mi marido nos trasladó a un nuevo hogar.

Tuvimos otro hijo cuatro años más tarde, pero todavía estaba triste. Me preguntaba cuál era el significado de la vida.

Empecé a extrañar a mis padres y quería volver a mi ciudad natal. Mi marido me permitió ir con nuestro hijo a visitar a mis padres en 1999.

Me sorprendió descubrir que todos, excepto mi padre, practicaban Falun Dafa. Había desarrollado muchos problemas de salud después de que mi primer hijo muriera, así que mi madre dijo: "Practica Falun Dafa. Es diferente de otros qigong. Falun Dafa tiene grandes beneficios para la salud y nos enseña a ser buenos." Seguí su consejo y comencé a practicarlo.

Tribulaciones

Volví a casa en abril de 1999. Estudiaba el Fa y hacía los ejercicios mientras cuidaba de mi hijo, pero no tenía contacto con otros practicantes.

El partido comunista chino (PCCh) comenzó la persecución a Falun Gong (también conocido como Falun Dafa) en julio de 1999. La propaganda televisiva difamaba a Falun Gong las 24 horas del día. Me sorprendió. ¿Por qué se prohibió de repente una práctica tan buena?

Mi marido era un trabajador temporal en el ejército. Hubo muchas reuniones transmitiendo el mensaje principal de que, si alguno de sus parientes practicaba Falun Dafa, esos empleados militares serían despedidos. Debido a que no estudié bien el Fa y tenía muchos apegos, dejé mi práctica.

Este es el mayor arrepentimiento de mi vida. Sin embargo, todavía sentía que Falun Dafa estaba arraigado en mi corazón.

Pasaron diez años y el Maestro no se dio por vencido conmigo. Tuve dos sueños en los que un Dao me miraba desde una nube. A principios de 2009, visité a mis padres y me traje de vuelta un reproductor de MP3 con las lecciones del Maestro.

Un día lloré porque borré accidentalmente las grabaciones del reproductor de MP3. Llamé a mi madre, quien me dijo que le pidiera ayuda al Maestro. Fui a la foto del Maestro y le pedí ayuda. Le dije: "Por favor, ayúdame a encontrar un practicante local".

Dos días después me encontré con un practicante local de camino al trabajo. Con lágrimas en los ojos, agradecí al Maestro por cuidarme. Con la ayuda de mis compañeros, comencé mi verdadera cultivación. Decidí que tenía que recuperar el tiempo perdido.

Sin embargo, ahora me encontraba con problemas con mi marido, que temía la persecución y no quería que practicara. Una vez bebió demasiado y vino a verme al trabajo. Rompió mi ropa y me golpeó. Dijo que, si continuaba practicando Falun Dafa, se divorciaría.

Pensé en algo que dijo el Maestro sobre ganar por cuatro de una sola vez. No le temía ni estaba resentida con él. Le dije: "Estoy aquí por el Fa. No puedo renunciar a Él. Necesito un hogar, también". Muy enojado, se fue.

Lloré y sentí lástima por mi marido. Se fue a trabajar al día siguiente como si nada hubiera pasado y no pidió el divorcio.

Experimentando el poder de Dafa

Un día leyendo Zhuan Falun, me sentí totalmente lúcida. No tenía otro pensamiento que el de estudiar el Fa. Un rayo de luz azul brillaba sobre mí mientras estudiaba. Me sentía serena y cómoda. Cuando terminé y miré hacia arriba, vi que estaba oscuro. El Maestro me había dado luz para que estudiara.

Al principio no prestaba atención al envío de pensamientos rectos. Vivíamos cerca del campus militar. Había un gran altavoz que tocaba canciones del PCCh, e impedía que me calmara. Entonces me vino a la mente el Fa del Maestro: "… si tu pensamiento recto es muy fuerte, la fuerza puede partir una montaña …" (Qué es un Dafa Dizi).

Entonces pensé: "¿Por qué mis pensamientos rectos no son lo suficientemente fuertes? ¿Quién soy yo? ¡Soy un ser divino!".

El sonido se hizo cada vez más débil, y apenas podía oírlo. Me calmé y envié pensamientos rectos. A veces, cuando podía calmarme, podía ver muchas cosas a través de mi tercer ojo.

A mi hija le iba bien en el instituto. Cuando llegó a casa un día, me dijo que había sido seleccionada como una excelente estudiante pero que tenía que unirse a la liga juvenil comunista y luego en el futuro podría unirse al PCCh. Se le dijo que así podría encontrar un buen trabajo y convertirse más tarde en oficial.

Angustiada, traté de explicarle sobre la persecución. Ella no quiso escuchar y comenzó a discutir conmigo. Yo no sabía qué hacer. Sería malo para ella si se uniera. No debía hacerlo.

Esa noche no pude dormir. Sostuve la foto del Maestro y grité: "Por favor, ayúdame. Si no soy capaz de salvar a mi hija, ¿a quién se supone que puedo salvar?".

A la mañana siguiente, mi hija recogió su mochila y estaba a punto de irse a la escuela cuando se dio la vuelta y dijo: "Mamá, no te preocupes por eso. No me uniré". Estaba complacida y agradecida, Maestro.

Es el Maestro quien me da valor, quien me dio una segunda oportunidad de ser una verdadera practicante. No hay palabras para expresar mi gratitud. Lo único que puedo hacer es cultivarme diligentemente y regresar a mi verdadero hogar.