(Minghui.org) Falun Dafa, también conocido como Falun Gong, es una práctica de cultivación que fue prohibida en China en 1999. No obstante, muchas personas han presenciado los beneficios que aporta a la vida cotidiana practicar Falun Dafa.
El Maestro Li, fundador de Falun Dafa, me ha salvado la vida varias veces. Tengo 71 años y puedo subir ocho pisos de escaleras sin tener que descansar.
Mirando atrás a una vida de miseria
Me diagnosticaron una enfermedad sanguínea a la edad de 20 años. Además de otras enfermedades, a menudo sufría hemorragias nasales y una debilidad muscular aguda que me impidió caminar durante un año entero.
En 1977, cuando se reanudaron los exámenes de ingreso a la universidad, suspendidos durante la revolución cultural, decidí presentarme. Asistí a una clase de repaso para refrescar lo que había aprendido antes del examen. Me descalificaron a pesar de que saqué una excelente puntuación en el examen. Cómo resultado comencé a padecer insomnio.
Finalmente me aceptaron en una universidad en 1978, a la edad de 31 años. Llevaba todas mis medicinas a las clases. Mis compañeros siempre me reservaban un asiento. Después de la graduación, enseñé política en la escuela secundaria donde era respetada por los estudiantes y sus padres, aunque tenía que permanecer sentada mientras enseñaba.
Me casé a los 36 años y di a luz a gemelos. Perdí mucha sangre durante el parto y necesité oxígeno y transfusiones de sangre. También padecí un fuerte dolor de cabeza y fiebre alta. Tuve que permanecer en el hospital durante dos meses hasta que me trasladaron a mi casa en una camilla.
Pasó más de un año antes de que me recuperara lo suficiente para cuidar de mi, aunque continuaba teniendo algo de fiebre. Un día, me caí desde el balcón del tercer piso y me fracturé la columna vertebral y las piernas. Me quedé parapléjica y comencé a usar un catéter para orinar. Realmente sentí que mi vida era peor que la muerte.
Para empeorar las cosas, mis dos hijos también tuvieron problemas de salud. El mayor sufrió una parálisis cerebral y una miocarditis (inflamación del músculo del corazón). Su pierna derecha quedó dos pulgadas más corta que la izquierda y sufrió un atraso en el desarrollo. El más joven tenía diabetes insípida (desequilibrio de fluidos en el cuerpo). Siempre tenía sed, así que bebía agua constantemente.
Mi esposo tuvo que lidiar con tres enfermos y desarrolló un agrio temperamento. Destrozaba cosas y pegaba a los niños a menudo. Como no podía soportar su brutalidad me divorcié. Me quedé con los niños y con la casa. Mis hijos tenían 5 años en ese momento.
Mi madre había cuidado de mis hijos desde que nacieron. Sin embargo, sufrió heridas en la cara y las manos debido a una explosión de gas, y la llevaron a su casa para que se recuperase.
Dada mi amarga vida, quería morir. Pero debía vivir por el bien de mi madre y mis hijos. Afortunadamente, recibí mucha ayuda de mis amigos, vecinos, colegas y estudiantes.
Dafa me hace recobrar la salud y me otorga sabiduría
Un compañero me dio un ejemplar de Zhuan Falun en 1998, el libro principal de Falun Dafa. Esa persona me dijo: “Haz lo que el Maestro nos dice en Zhuan Falun. Practica los ejercicios, y no padecerás la infelicidad que estas experimentando ahora. Cuando una persona lo practica, toda la familia se beneficia”.
Poco después de que empecé a practicar Dafa, podía cuidarme sin pedir ayuda. Mis vecinos se alegraron al verlo, y también mis hijos. Ellos también comenzaron a practicar Falun Dafa.
Cuarenta días después de empezar a practicar Dafa, recobré mi salud. Podía cargar cosas pesadas escaleras arriba. Las piernas de mi hijo mayor se volvieron de la misma longitud y mi hijo menor dejó de sufrir los síntomas de la diabetes.
Lo más sorprendente es que las notas de mi hijo mayor mejoraron sustancialmente. Solía ser de los últimos de su clase en la escuela primaria y ahora era de los primeros. Sus profesores y compañeros de clase se sorprendieron de que lo aceptaran un buen instituto y en la universidad. Ahora, tiene un buen trabajo y su propia familia.
Recuperándome de una explosión de gas.
Mi madre tenía 88 años cuando resultó herida por una explosión de gas. Sus músculos se atrofiaron y se quedó postrada en la cama. Su cuerpo quedó lleno de úlceras que supuraban. Tenía algo de fiebre. Ni siquiera reconocía a sus propios hijos. Parecía que su muerte era inminente.
Dada mi experiencia, creí firmemente que el Maestro y Dafa podían salvar a mi madre y decidí llevarla a mi casa. Le hablé de las bondades de Dafa y decidió practicarlo. Pero mis hermanas no lo aceptaron, les preocupaba que pudiera fallecer de camino a mi casa.
Un día cuando mis hermanas estaban fuera, llamé a un taxi y llevé a mi madre a mi casa. Tardamos siete horas. Pero cuando estuvimos en casa, dejó de tener fiebre. Luego comenzamos a estudiar las enseñanzas de Dafa y a practicar los ejercicios juntas.
Mis hermanas vinieron a visitar a mi madre cuarenta días más tarde. Fueron recibidas por una mujer alta y saludable de pie junto a la ventana. Se sorprendieron de que aquella fuera su madre.
El Maestro me salva la vida
Cuando fui a Beijing a pedir justicia para Falun Dafa, después de que la persecución comenzara en 1999. Fui arrestada y llevada a un hospital mental. Las enfermeras me ataron a una cama y me inyectaron drogas desconocidas. Sentía dolor en la parte superior de mi cuerpo. Mis extremidades quedaron tan entumecidas, que comencé a caerme cuando andaba y a lesionarme.
Con la ayuda de mi familia y mis compañeros practicantes, escapé del hospital dos semanas después y me escondí.
Debido al efecto de las drogas, sentí dolor de cabeza y fiebre alta durante ocho días, seguido de fiebre leve prolongada. Mi piel se ulceró y comenzó a supurar. El dolor resultaba insoportable.
Así que comencé a escuchar las conferencias del Maestro sin parar y a hacer los ejercicios de Dafa. Recobré mi salud en seis meses. El Maestro me salvó la vida.
Condenada a cuatro años de prisión
Me condenaron a cuatro años de prisión por participar en el rescate de otro practicante en julio del 2008 y me torturaron. Como resultado, sufría un dolor en la parte baja de la espalda que me impedía levantar la cabeza y mantener la espalda recta. Aunque también sufría hipertensión, los guardias no me dejaban dormir.
Un día, me faltó el aliento y sentí que no podría sobrevivir. Dije en mi corazón: “Maestro, no puedo morir porqué aún no he cumplido mi misión. Quiero validar Dafa”.
La energía llenó mi cuerpo y grité: “¡Falun Dafa es bueno!”. Aunque dos guardias y tres reclusas trataron de cubrirme la boca para hacerme callar, no lo consiguieron.
Fui puesta en libertad después de cuatro años, en un estado de salud horrible. Una vez en casa, estudié diligentemente las enseñanzas de Dafa y practiqué los ejercicios, y en poco tiempo recuperé mi salud.