(Minghui.org) Mi esposo es un discípulo veterano, que practica Falun Dafa desde 1998. Yo, aunque leí Zhuan Falun y sabía que Dafa es bueno, no tomé en serio las enseñanzas hasta el año 2006, momento en el que me impactó una frase de las enseñanzas del Maestro Li Hongzhi:
"Alguien me dijo: «Maestro, con ser una buena persona entre la gente común ya está bien, ¿quién puede cultivarse hacia arriba?" (Octava Lección, Zhuan Falun).
¡Escuchar aquello, me entristeció!
¿Soy yo también así? No, no debo entristecer al Maestro. ¡Quiero cultivarme! En cuanto pensé esto, sentí el honor que supone ser discípula de Dafa. Desde entonces, mi vida se fusionó con el Fa y me convertí en una partícula de Dafa.
El Maestro Li nos dijo:
"Todos los corazones de apego, siempre que los tengas, tienen que ser molidos y desechados en todo tipo de ambientes. Se te hace tropezar, y desde dentro de esto te iluminas al Dao; el xiulian transcurre simplemente de esta manera" (Cuarta Lección, Zhuan Falun).
En cuanto conocí esta parte del Fa, como si fuera una niña, dije: "Maestro, voy a cultivarme de verdad. Pero no quiero tropezar porque eso es muy doloroso. Puedo iluminarme al Dao sin tropezar, ¿no?". Me pareció escuchar al Maestro responder: "Con iluminarte, será suficiente".
En junio de 2006, leí un artículo de cultivación titulado "Cultivando el corazón y eliminando el deseo". Comprendí que los cultivadores tienen que abandonar todos sus deseos. Conversé con mi marido sobre este principio. Como era un discípulo veterano, ya había reflexionado sobre esto. Coincidió en que era algo necesario.
En cuanto mis deseos emergían, pensaba en las palabras del Maestro para que mi corazón se volviera puro y recto:
"Desde la perspectiva de los niveles altos se dice que la gente común en la sociedad está simplemente revolcándose en el barro sin importarle la suciedad, que está en la Tierra jugando con barro" (Sexta Lección, Zhuan Falun).
Arrestaron ilegalmente a una practicante y la llevaron a la comisaría, cuando se disponía a aclarar la verdad sobre Dafa en una zona rural. Fuera de la comisaría, enviamos pensamientos rectos, pidiéndole al Maestro que la fortaleciera para que pudiera salir rápidamente.
Sin embargo, cuando la liberaron, vino a mi casa y me culpó por impedir que otro practicante entrara a la comisaría a pedir que la dejaran en libertad. Sentí que me acusaba injustamente porque ningún practicante mencionó que quisiera entrar a la comisaría a pedir que la liberaran. Yo misma, tampoco había pensado en hacerlo, ya que sentía miedo en aquel momento.
No discutí con la practicante. Incluso me arrepentí de no haber ido a pedir a la policía que la liberaran. Le expliqué: "No mantuve mis pensamientos rectos en aquel momento".
Dos días después, me llamó para disculparse porque pensaba que me había lastimado. Afirmó: "Lo hiciste muy bien". Le dije con alegría: "Gracias por brindarme la oportunidad de mejorar. Como nos dijo el Maestro, mirar hacia adentro es una herramienta mágica".
Otro día, me detuvieron ilegalmente mientras esperaba el autobús para regresar a casa, después de estar hablando con la gente sobre Dafa. Les aclaré la verdad a los agentes que me arrestaban. Uno gruñó: "¿Te atreves a seguir hablando? Prepárate para afrontar las consecuencias en la comisaría". Dije en mi corazón: "Lo que diga no cuenta. El Maestro se encarga de todo". Sentí al Maestro a mi lado. No tuve miedo, ni ningún pensamiento negativo.
Cuando llegamos a la comisaría, no les dije mi nombre ni ningún otro dato de los que me pidieron. Dos funcionarios entraron y uno dijo: "Dinos tu nombre y te dejaremos volver a casa". Le dije tranquilamente: "No es que no quiera decirles mi nombre. Si coopero con ustedes, los perjudicaré. Estoy siendo considerada con ustedes". Me preguntó otras tres veces. Le repetí mi respuesta. Al final, dijo: "Puedes irte".
Todo lo que sé es que con el cuidado del Maestro continúo transitando, con paso seguro, mi camino de cultivación.